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Pidieron panqueques para el desayuno y dos cafés  con leche una vez llegaron al local casi vacío, porque el sol aún estaba escondido y el cielo estaba pintado de un bonito azul marino a esas horas de la mañana.

— ¿Están buenos?— pregunta con una sonrisa ladina, observando como el chico se degustaba con esmero y concentración su plato.

— Oh si.— le asegura— No le digas a mi hermana que dije esto pero..— llevó otro bocado a su boca— Son mejores que los que ella prepara.

Rió entre dientes por sus palabras, se acercó para darle una probada de los suyos, guiando su tenedor a su boca, cosa que le causó un sonrojo. Se inclinó un poco para dejar que lo llevará a su boca y el chico limpió los restos de comida que habían quedado por la comisura de sus labios.

— G-gracias..

— ¿Porque?— se atreve en preguntar.

El pelirosa rascó su nuca cabizbajo, mordiéndose su labio inferior para mirarlo a los ojos pero luego negó.

Ni-ki por su parte, sabía que le gustaban las cursilerías aunque no lo dijera por lo que le dijo Sunhee anteriormente, así que sin necesidad de que Sunoo lo dijera, sabía que se refería a lo reciente o quizás debido a todo.

En ese momento, le llegó un mensaje de su mamá, diciéndole que quería hablar con él en cuanto llegara a casa, por lo que chasqueó su lengua para dejar el teléfono en la mesa con un poco de brusquedad.

El pelirosa notó su incomodidad después de que vio su teléfono, por lo que carraspeó para llamar su atención.

— No pasa nada.— le asegura, haciendo una mueca.

— No lo creo.— murmuró entre dientes— Puedes decírmelo si quieres. Después de todo, no le diré a nadie.

Suspiró rendido al saber que no tenía escapatoria más que decirle la verdad.

— Mis padres.

— ¿Discutiste con ellos?

— Me están presionando con algo pero yo honestamente no estoy de acuerdo..— suspira de nuevo, mirando a un lado el clima nublado que al parecer habría ese día.

El pelirosa puso una mano encima de la suya, uniéndolas para intentar transmitirle un poco de calma.

— ¿Ellos conocen tu opinión?

— No, pero si les digo entonces se pondrán histéricos.

— Oh..— fue lo más coherente que pudo decir, ¡¿Enserio?!

Tenía curiosidad por preguntarle directamente de lo que trataba ese tema pero tampoco quería que Ni-ki se pudiera enojar con él por ser tan metiche e intrépido.

— Tuvieron algunos problemas por un tiempo y yo pagué esas deudas con una parte del dinero que me dejo mi abuelo..— suspiró con pesadez— Pero ellos quieren que le preste una parte a unos familiares porque dicen que no es justo que me quedara con la mayor parte de la herencia porque ellos eran sus hijos, sobrinos y bla, bla, bla.— rodó los ojos— Pero fui yo quien cuidó de él desde que enfermó, cuando eso yo tenía como quince años más o menos.. Él tenía mucho dinero y estaba internado en una clínica de aquí, yo vivía con el junto con mi mamá porque no nos establecimos del todo en ese entonces y como ella estaba muy ocupada trabajando, yo me hacía cargo de él.— comenta, dándole un sorbo a su café— Una vez se murió, de casualidad toda la familia apareció solo para saber qué es lo que les dejo a cada uno, yo siempre me llevé bien con él desde niño y en cierta parte... Me sorprendí al saber lo que me había dejado si yo solo-... B-bueno..— rascó su nuca.

𝐇𝐞 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora