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El dichoso día del desorden había llegado por fin, se encontraba en la sala conversando con Jungwon (quien estaba ignorando a Jay a su lado) a la espera de los dos gemelos mientras Sunghoon, Yuna, Yeji, Ryujin y Lea estaban en la camioneta.

Unos cinco minutos después, bajo Sunhee junto a su hermano, quien solo les dió una mirada y un saludo rápido para subirse al auto, gritando solo para molestar a sus dos amigos.

Le siguieron Jay y Jungwon, por lo que él se quedó junto a Sunhee conversando en un ambiente tranquilo.

Las chicas fueron en los asientos de atrás junto al azabache que se llevaba bien con ellas, Yeji, Sunhee y Ni-ki iban en los otros asientos y los Park delante, uno de copiloto y él otro intentando sacarle conversación a Jungwon mientras conducía.

Llegaron después de media hora a la hermosa cabaña que estaba a media hora fuera de la cuidad y se encontraron con varios autos por allí, se notaba que habían más personas de las que pensaban adentro y por ello la mayoría de ellos se dispersaron por el lugar pero Jungwon se mantuvo cerca de él al igual que Sunhee. Se acercaron al grupo en el que estaban las amigas de la chica junto a otros más bebiendo con desorden, a lo cual ellos se les unieron.

Después de tres horas, todos los presentes estaban ya lo suficientemente ebrios como para recordar que primero va el cereal y después la leche. Pero él y Sunhee evitaron beber de más solo por si acaso.

Bailó junto a la chica, también se les unieron un par de personas más pero al japonés eso muy poco le importaba hasta que se escuchó un ruido repentino retumbar por el lugar, pero solo eran petardos por suerte. Cuando reaccionó una vez divisó al azabache subir las escaleras junto a alguien, vio que su Crush estaba abrazándolo porque el sonido la había asustado.

— Lo siento.— hizo un puchero.

— No te preocupes..— susurró, pasando una de sus manos por su espalda para que se reconfortara.

Ella paso ambos brazos por encima de sus hombros pero antes guió sus manos a su cintura para comenzar a bailar al ritmo de la canción lenta que se reproducían en el lugar.

Obviamente el corazón de Nishimura latía desenfrenado a más no poder pero todo lo bueno tiene su fin.

— Ni-ki, ¿Qué hora es?

— Las..— miró su reloj de mano— Es la una.

La muchacha se apartó sin ser bruca, comenzó a buscar a cierta persona por los alrededores, mordiéndose su labio inferior al no dar con él.

— Tengo que volver a casa. Sunoo también pero no sé en dónde está.— se comenzó a desesperar— Mis padres nos dieron permiso hasta las doce.— dijo con preocupación.

No había visto a los padres de los chicos cuando fueron por ellos pero supuso que habían salido.

Ambos se apartaron de entre la multitud y comenzaron a buscar al pelirosa los alrededores, más no lo vieron por ninguna parte.

— Voy a buscarlo arriba.

— Yo lo busco por aquí mientras tanto.

Asintió de acuerdo, girándose para subir las escaleras. Buscó disimuladamente por las habitaciones que habían arriba pero no lo vio por ninguna parte, entró en una que parecía vacía pero cerró rápidamente la puerta cubriendo su boca con un fuerte sonrojo, hasta que dio con una en especifico que estaba semiabierta, encontrándose con el chico peleándose con alguien más en lo que era un balcón.

— Sunoo.— tiró de su brazo, haciéndolo tambalear y le dió un golpe al otro hasta que se dejó caer como un peso muerto al suelo— ¿Estás bien?— se acercó hasta él, inspeccionando su estado.

𝐇𝐞 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora