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El menor suelta un largo suspiro cuando mira para abajo de la nube.

La caída iba a ser dura.

Suspira de nuevo acariciando por ultima vez sus alitas.

—Las voy a extrañas pequeñas—dijo antes de arrancarse un par de plumas y guardárselas en su bolsillo.

Finalmente el pequeño pelinegro revoloteo sus alas por ultima vez antes de caer en el abismo entre el mundo mortal y el mundo eclesiástico.

Durante su caída no pensaba en nada, ni es su padre, ni en la vida que había dejado detrás.

Solo sentía el viento en su rostro en medio del espacio oscuro hasta llegar al reino mortal convertido ahora también en un humano.

Minutos largos pasaron hasta cuando Venti abrió los ojos y se encontró en una pequeña choza en mitad de una gran pradera.

Se encontraba solo con una bata blanca mostrando la desnudez de su cuerpo.

Cuando sintió el frio del suelo en su pompas, se dio cuenta que por fin era un humano. Su primera reacción fue, dar la vuelta a su rostro para poder ver si estaban sus alitas.

Y cuando su mirada por su espalda un escalofrió recorrió por toda su espina dorsal cuando miro dos cicatrices grandes en su espalda.

Sus alitas ya no estaban ahí.

Se paro del polvoriento lugar tropezando con una que otra cosa.

No estaba acostumbrado a caminar normalmente sin salir volando en mitad del camino.

Suspiro y tomo fuerzas para buscar algo de ropa para cubrir su desnudez.

Había visto que muchos humanos utilizaban prendas que cubrían todo su cuerpo, en realidad no entendía el porque de esas acción cuando en el reino de los cielos solo cubrían parte de su cuerpo y dejaban al aire libre lo demás.

Finalmente encontró un suéter grande pero polvoriento y un tipo jean que le quedaba 10 veces mas grande de lo que su cuerpo es.

Suspiro de nuevo y salio en dirección al gran campo.

Cuando miro la naturaleza no pudo evitar sonreí y arrojarse al césped húmedo. Debido a que toda su vida ha sido un ángel, nunca pudo tener ese tipo de sensaciones.

Jamas toco el césped, jamas toco la tierra y jamas olio el aroma de la pradera en la mañana.

No pudo evitar soltar una tierna y dulce carcajada mientras caminaba por el bosque.

Sentía mucha paz.

Pero no era una paz similar que había en el cielo, esta paz era mas refrescante.

Soltó una carcajada sintiendo sus pies desnudos por la tierra mojada y como el lodo envolvía sus dedos.

—Se siente bien—comento al aire mientras se colocaba su bata detrás como si fuera una capa a la vez resguardaba que sus plumas no se mancharan con el lodo.

Venti volvió a reír votándose de frente para el lodo cubriera su rostro.

Rio y siguió disfrutando de ese corto momento en su vida que sentía que seria para siempre.

Sin embargo tarde a o temprano sus obligaciones y el dolor en su pecho volvió a aparecer.

Tenia una misión por cumplir, aunque ni siquiera sabia por donde comenzar.

Soltó un resoplido recargándose en un árbol mientras cerraba sus ojitos. Tenia que dormir aunque sea un poco antes de encontrar al humano que tenia que cuidar.

Suspiro finalmente antes de caer en un profundo sueño acompañado con el cantar de los pájaros y la brisa de la tarde que ya había llegado sin que el pequeño ángel se diera cuenta.

Pero no todo era felicidad en aquella ciudad de Liyue.

A lo lejos a poco kilómetros del menor, se encontraba otra fiesta adolescente a la que tanto temía el pequeño Venti, pero esta vez esa fiesta era distinta.

Porque en esa fiesta se encontraba el humano que debía el pequeño cuidar.

Mejor conocido como Xiao Lapis.

Angel ||  Xiaoven Fanfic || Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora