Logramos divisar la Capital Élfica antes del mediodía. Percyra había estado más callada esta mañana, cosa que me parecía extraño. El poco tiempo que había pasado con ella era suficiente para entender que es alguien que no soporta el silencio y que siempre tiene algo de qué hablar. Y, siendo francos, Percyra era alguien que con tanto hablar me sacaba de quicio. Realmente me resultaba novedoso su nuevo comportamiento.
—¿Ocurre algo? —le pregunté, apartándola a un lado antes de llegar a la muralla. Ella ocultó sus ojos detrás del sombrero al agachar la mirada y encogió sus hombros en un gesto de indiferencia—. Está bien si no quieres contarme, pero entiende que es mejor compartir lo que piensas que asimilar todo por tu cuenta. Si hay algo que quieras decir, ahora es el momento.
En su rostro se formó una expresión de impotencia. Entonces habló:
—No quiero parecer dependiente, pero he notado que soy una inútil si no te tengo cerca —habló, algo apenada.
—Estás aparentando dependencia.
—¡Calla! —me golpeó el brazo, enfadada— Si me separo de ti nunca completaré siquiera la mitad de mi libro, y sin él no podré volver...
Incluso la persona más distante alguna vez ha querido hablar de sus problemas. No digo que sea el caso de Percyra, pero alguien como ella, que mantiene siempre un fuerte carácter como escudo, debe sentirse bastante solo... ¿no?
—¿Qué es lo que quieres? —quise saber, intentando ser amable.
—Quiero que seas mi guía —me pidió, apenas cediendo a aceptar ayuda—. Antes de conocerte, desperdicié mucho tiempo recorriendo el mundo sin un objetivo fijo, y apenas puede escribir dos páginas. Necesito estar a tu lado para poder llegar a lugares que yo sola no sería capaz de alcanzar. Ni siquiera te estorbaré. Solamente me dedicaré a observar y anotar todo aquello que me parezca importante —confesó, caminando de un lado a otro.
Su rostro no mostraba, por primera vez, firmeza alguna. Se veía tan delicada, tan frágil, que me fue imposible decir que no.
—Puedes quedarte a mi lado si quieres —hablé—. Mientras esté en mi Viaje de Aprobación, necesitaré una fuente de sabiduría a mi lado... Sé que harás un buen trabajo —concluí, dando un golpecito a la punta de su sombrero.
Percyra me pegó otro puñetazo en el brazo y se separó de mí; dio varios pasos hacia la entrada de Ermet, ahora más tranquila, mientras sus labios formaban una tierna sonrisa.
Nos detuvimos frente a la gigantesca puerta, donde fuimos obstaculizados por un guardia, erguido y con una espalda bastante ancha.
—Bienvenidos a Ermet. ¿Puedo saber el motivo de su visita? —preguntó amablemente el hombre.
—Vengo a visitar a un viejo conocido —respondí. Percyra abrió los ojos de par en par, pensando que le había mentido al guardia.
—Si presenta algún problema durante su estadía aquí, háganoslo saber y con gusto le ayudaremos a solucionarlo —concluyó el hombre, entregándome un papel firmado y dejándonos pasar.
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El Guardián de Erafall ©
FantasyXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...