Todos a mi alrededor me brindaron una mirada de sorpresa y, por qué no decirlo, de burla. Nadie creía plenamente lo que acababa de decir, incluso cuando les había dado un razonamiento lógico en su totalidad. Al parecer, la imagen que tenían todos de la amable hermana de Hyde era más fuerte que sus deseos de encontrar la verdad en este asunto.
La chica me miró con una sonrisa que me pareció forzada, pero no determinante de su culpabilidad.
Su hermano, siempre tan bueno controlando sus impulsos, intentó acertar un puñetazo en mi rostro, pero terminó golpeando una barrera de magia que Milly creó en una fracción de segundo. No me moví de mi posición, y mucho menos cambié mi forma de pensar.
—¿Qué crees que estás diciendo? —replicó, sujetando sus nudillos—. No me digas que has montado esta escena solo para defender a Xirelain, porque te juro que lo que me queda para mandarlos a todos a la mierda no es nada.
—Entiendo que puede sonar personal e invasivo, pero aun faltan algunas cosas por mencionar —aclaré—. Controla tus emociones y déjame explicar todo hasta el final.
—¿Cómo estás seguro de que no estás equivocado? —preguntó Igrid.
—No lo estoy. No puedo estarlo...
Sé cómo debe de haberle dolido a Hyde el hecho de que estuviera acusando a su hermana de semejante crimen, pero él no parecía conocerla tan bien como él pensaba.
—Seguramente todos recordamos el pequeño incidente con el que nos topamos camino aquí.
—El ataque de aquellos lobos —aclaró Igrid.
—Exacto —indiqué—. Cuando los lobos aparecieron entre la ventisca, juro que sentí un olor que, en aquel momento, no pude identificar qué era. Sin embargo, después de meditarlo todo este tiempo, he dado con el origen de este.
»Al principio, mi reacción fue la más fácil: probablemente aquel olor hubiera sido traído por el aire de la ventisca. El único problema fue que cuando subí la colina, en el horizonte no habían árboles o algún tipo de vegetación que propiciara un olor tan fresco. Mi otro pensamiento fue revisar las pisadas de los animales. Cuando los lobos que nos atacaron dejaron la escena, me apresuré a oler el lugar donde habían pisado, intentando asegurarme de que se trataba de algo que venía con nuestros atacantes y que resultaba, por lo tanto, irrelevante. Sin embargo, mi error se dio debido a un mal enfoque en mi pequeña investigación.
Miré a los ojos a Pried, y la chica ni siquiera mostró un ápice de miedo.
—En la habitación donde descansa Percyra en estos momentos, solo por un instante, pude volver a sentir el mismo olor de antes. Para ser precisos, volví a sentir el mismo olor, esta vez más débil y casi imperceptible, cuando Pried posó una de sus manos sobre mi hombro para pedirme que le diera espacio para revisar el cuello de mi compañera en busca de alguna posible herida interna.
—Eso no demuestra nada —se defendió la chica—. Tal vez el olor se quedó pegado en mi ropa.
—¿No lo recuerdas? —fruncí el ceño, irónico—. En ese momento, nos encontrábamos en una habitación junto a una estufa, procurando que Percyra no pasara frío. Para ese entonces, todos nos habíamos quitado nuestros abrigos. Tu escusa se desmorona, Pried. El olor que sentí estoy seguro de que vino de esa herida que tienes en tu antebrazo.
—¡Es cierto! —exclamó—. Es probable que los colmillos del lobo que me mordió fueran la causa de lo que oliste. Tal vez, fue algo que comieron.
—No lo creo —refuté—. No sé qué tan observadora eres, pero pude ver que la mayoría de los lobos que nos atacaron tenían algunos pelos entre los colmillos; probablemente de comer ardillas, que son muy características por esa zona de la llanura.
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El Guardián de Erafall ©
FantastikXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...