Al abrir mis ojos, un perpetuo bosque adornaba nuestro entorno. La energía tan satisfactoria que irradiaban los árboles y el radiante color verde de sus hojas destacaban sin ninguna dificultad; la luz que iluminaba el lugar no llegaba a ser cansina y aquel dulce aroma que desprendían las plantas inculcaba una tranquilidad deleitable. Nunca había visto tanta vitalidad en un solo lugar. Nunca había visto tanta magia junta.
—Sean bienvenidos a Alfhem, la fuente mágica de todo el Reino Élfico —presentó el chico.
—¿Hay algo que deba conocer del rey antes de hablar con él? —le pregunté.
—Solo una cosa, antes de que deliberes de más: el rey sabe exactamente todo lo que piensas; con solo mirarte puede leer tu mente.
Había escuchado de papá que algunas criaturas mágicas poseían habilidades especiales, aunque conocer en persona a una de ellas debe ser, sin dudas, mucho más emocionante que solo saber ese dato.
La placentera melodía de un violín llegó a mis oídos y, dejando atrás a Percyra, di media vuelta y me adentré un poco más en el bosque, buscando el emisor de semejante sonido. Mi anillo comenzó a brillar una vez más, siendo ahora más cortos los intervalos del parpadeo. No tardé mucho en llegar a uno de los árboles más robustos, debajo del cual un chico tocaba su instrumento mientras disfrutaba de la sombra. El poco brillo que llegaba a él realzaba su casi pálida piel. Su oscuro cabello caía sobre su nuca, mientras sus puntiagudas orejas se asomaban entre algunos mechones. Su altura era algo a recalcar, pues era incluso un poco más alto que yo; además que parecía alguien amable, a pesar de que sus ojos estaban cerrados, intentando sentir mucho más la melodía. Lo que más me llamó la atención fueron esas marcas en el lado derecho de su rostro, las cuales aparentaban simular las finas ramas de los arbustos.
Él notó mi presencia allí, pero no se detuvo. En vez de eso, continuó como si estuviera solo y aumentó la intensidad con la que tocaba. En ese momento pude sentir demasiado: era como si mi vida pasara frente a mis ojos; era como si todo lo que hubiera deseado alguna vez se hubiera complido de inmediato.
Cuando el chico terminó, me dedicó una sonrisa y, al recostar su violín al tronco del árbol, me extendió la mano.
—Eso fue asombroso —lo elogié.
—Solo aquel que hace las cosas de corazón puede alcanzar su máximo potencial —me explicó —. Mucho gusto, tú debes ser Xarnis —estreché su mano y noté entonces que algo en sus ojos me inspiraba comodidad. Sentía que podía confiar en él—. La duda es solo un asesino de mentes, así que deja de preguntarte quién soy y solamente hazme la pregunta —la forma segura en que lo dijo me hizo entender.
El chico de antes llegó acompañado de Percyra y esta, después de golpear mi brazo, me gritó algunas palabras por irme sin avisar. El chico se arrodilló ante el artista del violín y agachó su frente en modo de reverencia.
—Su majestad, he guiado al verdadero candidato hacia usted —dijo—. Nuestras noches en vela han llegado a su fin.
—Muchas gracias, Kuerl —agradeció el rey—. Puedes dejarnos a solas, por ahora.
—Estaré al tanto por si necesita algo —el rey asintió y el chico desapareció delante de nuestros ojos.
—Durante años, había esperado este momento; y ahora por fin está ocurriendo — confesó.
—Estoy para ayudar, Su Majestad —indiqué, respetuoso.
—Agh, deja las formalidades conmigo. Vas a ser el próximo Guardián de Erafall. Estamos casi al mismo nivel —dijo él—. Puedes llamarme Breelion... ¿Puedo saber qué te trae por aquí? Ya conozco la respuesta, pero quiero oírlo con tu voz.
—Como ya sabrás, he comenzado mi Viaje de Aprobación y debo conseguir el apoyo de las Seis Grandes Razas para poder asumir mi puesto —expliqué—. Mi deber es protegerlos a todos, es por eso que necesito que me ayudes a erradicar el mal en Ermet.
—Tal vez nadie te informó, pero yo, lamentablemente, no puedo intervenir en las acciones de Aslyrion —aseguró—. No quiero sonar como algo que no soy, es solo que me es imposible: las fuerzas de Aslyrion aumentan cada vez más y tengo miedo que yo, aún siendo el rey, esté perdiendo el apoyo de mi propia gente —confesó, dolido.
Yo le permití un minuto de silencio, mientras él parecía ordenar los pensamientos en su cabeza. Cuando aparentó recomponerse, hablé:
—¿Qué puedes contarme sobre Aslyrion?
—Para empezar, debo decir que a simple vista parece alguien elegante y cortés, pero te puedo asegurar que es mucho más sombrío en su interior. Secuestra y extrae poder mágico de sus coterráneos y siembra el caos en toda la ciudad con tal de lograr su objetivo —dijo, evitando parecer intranquilo.
—¿Y bien? ¿Cuál es ese ansiado propósito que con tanto afán ha de intentar alcanzar?
Breelion se acercó a mí y bajó un poco el tono de su voz.
—La última vez que lo vi a los ojos lo supe: Aslyrion busca obtener el mayor poder mágico que un elfo pueda contener, incluso si termina haciendo daño a su propia raza... Me temo que Aslyrion quiere convertirse en un Elfo Oscuro.
—¿Hay alguna forma de pararlo que no sea a través de la violencia? —me apresuré a decir.
—Xarnis, ya deberías saber la respuesta —dijo—. Solo yo conozco su verdadero objetivo y ahora te lo confío a ti, joven Guardián. Por favor, guíanos hacia la salvación.
—Una última pregunta: dijiste que no intervenías porque creías estar perdiendo el apoyo de tu propia gente pero, ¿no sería mejor si al menos intentas detenerlo? ¿no sería mejor demostrar que el mal nunca debe vencer?
—Xarnis, mi labor como rey es proteger a mi gente, no iniciar una guerra. Sé que lo entenderás, porque es muy parecida a tu propia obligación. Yo, personalmente, no puedo intervenir mientras haya una aparente paz en el reino, pero si tú deseas ayudar, no puedo hacer nada para impedirlo.
—Es un honor contar con tu apoyo —le agradecí—. Aún así, necesito ir a hablar con él primero.
—Kuerl te llevará de vuelta a Erafall —informó—. Estaré aquí, esperando —comentó, mientras yo marchaba con Percyra a buscar al chico.
—Es un honor finalmente conocerlo, Futuro Guardián —dijo una voz femenina a mis espaldas. Al voltearme, encontré a una chica cerca de un manantial extraordinariamente hermoso. Ella se puso de pie y caminó hacia mí, meciendo su rubia cabellera con el viento e iluminando las perfectas curvas de su cuerpo con el reflejo de la luz en el agua. Sus ojos verdes, ansiosos de saber, me observaron detenidamente en busca de algo que parecía desconocer—. Mi nombre es Iriussa, soy la encargada de proteger este lugar; conocida popularmente como "La Cuidadora del Bosque" —se presentó, mientras me pasaba un pequeño objeto, similar al que poseía Kuerl antes de traernos aquí—. Con esto podrás entrar y salir del bosque sin necesidad de estar molestando al guía. Solamente sopla por el agujero más pequeño y yo me encargaré de traerte aquí.
—¿Por qué no se puede entrar de manera normal a este lugar? —quiso saber Percyra, con su libro abierto en una mano y un lapicero en otra.
—Este bosque es un Área Mágica. Además de Erafall, cada raza posee un Área Mágica, que representa un escape del mundo y un lugar ideal para la superación personal —explicó ella—. Para evitar que la pureza sea perturbada, solo los elegidos poseen las llaves a estos lugares. Yo, como Cuidadora, soy la única que puede hacer que alguien entre o salga de este bosque. Mi deber es protegerlo de los males de Erafall, así que, si llegara a ser necesario, daría mi vida con gusto con tal de mantener su pureza.
—Significa mucho para mí que me confíes uno de estos —agradecí, guardando el objeto en mi bolsillo—. Haré mi mayor esfuerzo para restaurar el equilibrio natural y la tranquilidad de Ermet lo antes posible.
—Todos confiamos en ti, Xarnis. Sé que no nos defraudarás —concluyó ella, levantando sus manos y haciendo que nuestros cuerpos volvieran a la nada.
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El Guardián de Erafall ©
FantasyXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...