2x06: The Day

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Aquellas tres semanas se fueron como agua: Zeronel, ahora mi estricto maestro, había logrado despertar en mí un poder que nunca imaginé ser capaz de controlar

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Aquellas tres semanas se fueron como agua: Zeronel, ahora mi estricto maestro, había logrado despertar en mí un poder que nunca imaginé ser capaz de controlar. Nuestra pequeña rutina consistía en entrenar todo el día y descansar solo a altas horas de la noche. Le había pedido a Eílis que dejara a Percyra usar su biblioteca personal, pues necesitaba a mi alcance toda la información de las hadas que pudiera. Además, mi compañera pareció más que complacida cuando le propuse la tarea.

Cuando llegó el día del encuentro, todos nos reunimos en el Cuarto de Vigilancia del jardín. Eílis era la primera que había llegado, siendo la única en el lugar ante mi llegada. Intenté hablar con ella, pero estaba tan estresada que opté por el silencio.

Luego de algunas horas en la habitación sin recibir notificación alguna, Zeronel alzó la voz:

—¿Se habrá arrepentido?

—Puede que lo haya olvidado —comentó la reina.

—Vendrán —hablé, evitando despegar un ojo de aquella pantalla creada por el espejo—. Lo vi claramente anoche.

—Oh, cariño, ¿otra vez volvieron las pesadillas? —preguntó Lynn, que no paraba de moverse en su asiento.

—Lo escuché gritar varias veces —aseguró Percyra—, pero la última vez que me colé en su habitación para despertarlo, me regañó. Sigue repitiendo que sus sueños podrían ayudarlo a ver lo que está por venir, y que despertarlo en medio de uno sería un desperdicio de oportunidades.

—No dejaré que me afecte esta vez —le dije a mi maestro, que se había quedado mirando—. En cualquier caso, debemos prepararnos. Estoy seguro que aparecerá junto a Liniera.

—Señora —advirtió Claran, pidiendo la atención de la reina.

Como era obvio, los seis que estábamos en aquella habitación nos volvimos fieles espectadores de las imágenes a través del espejo: un chico de veintitantos años esperaba del otro lado de la Zona Mágica. Su cabello, de un color anaranjado claro, resaltaba lo pálida que era su piel; su cuerpo, delgado y suelto entre su ancha vestimenta, pareció sacudirse por aislados espasmos.

—Erin —solo pudo murmurar Zeronel, paralizado ante la presencia de su hijo.

—¿Qué le ocurre? —pregunté, mirando detenidamente al chico.

—¿Por qué su cuerpo parece temblar? —inquirió mi compañera.

—Puede que esté bajo algún tipo de hechizo —observó la reina—, o puede que se esté preparando para lanzar uno.

—Debo ir yo —informó Zeronel, poniéndose de pie—. Intentaré extraerle la mayor información que pueda.

—Sabes que es una trampa —lo detuvo la reina, que en un movimiento ágil se interpuso entre él y la puerta—. Si aparece Liniera, no podrás luchar con ambos a la vez.

El Guardián de Erafall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora