No hubo duda alguna que se atreviera a cruzar mi mente en aquel momento. Lo había comprendido al instante: Aurorus estaba cerca. Sea cual fuere el motivo por el que aparecían siempre en mi camino, estaba claro que los planes de Eve iban mucho más allá de la simple interposición en mi transcurso a Guardián de Erafall.
Justo al escuchar las palabras de Pried, lo primero que pensé fue en dejarla fuera de combate con un solo tajazo de mi katana; pues, si seguía el patrón de Aslyrion y Liniera, sus probabilidades de convertirte en un enemigo potencial eran bastante altas. Sin embargo, de lo que no pude percatarme fue del otro patrón que se mostraba ante mis narices: aquellos que habían levantado sus armas hacia mí eran los mismos que poseían un Kaykax.
Mi cuerpo, en un acto reflejo, dio un paso hacia la traidora, pero a mis espaldas se formó una onda expansiva tan potente que terminó mandándonos a volar.
En el centro de esta se encontraba Ethar, que se había puesto de pie. Al levantar su frente, sus ojos se habían vuelto un total vacío, carente de humanidad, y el Kaykax que antes se había incrustado entre sus cejas se derritió sobre su piel hasta que esta terminó por absorber la joya por completo. El cabello del muchacho se tornó negro azabache, sus escuálidos brazos comenzaron a ganar voluminosos músculos y sus gritos, que antes eran un sufrimiento leve, se volvieron una monstruosa masa de odio. Sus dientes se volvieron filosos, su cuello más robusto y de su boca comenzó a salir una extraña baba, similar a un animal rabioso.
Y es que, al menos desde mis ojos, en eso era en lo que se había convertido.
Xirelain, debido a la onda expansiva, se había golpeado la parte trasera de su cabeza al ser lanzada contra un muro, por lo que permanecía inconsciente. Igrid y los demás se habían mantenido a mi lado mientras todo el espectáculo se llevaba a cabo. Hyde, mostrando una total incertidumbre en su mirada, parecía no saber cuál sería su próximo movimiento; parecía no saber qué debía hacer. Milly salió de mi bolsillo y creó una especie de revestimiento mágico en la hoja de Ghostwatcher.
Fue entonces cuando tomé las riendas del momento.
Desaparecí de la vista de todos por un segundo. El resonar del filo de mi katana chocando contra la carne del brazo de Ethar rasgó el aire. Incluso en un golpe directo, apenas pude hacerle daño, por lo que no me quedó otra que retroceder de un salto. Rápidamente volví a abalanzarme hacia él, jugando con nuestra clara diferencia física y atacando desde el suelo mientras aprovechaba sus incontables puntos ciegos. No obstante, a pesar de esas aberturas en su posición, sus reflejos estaban a otro nivel. Los tantos tajazos y estoques que lancé hacia él terminaron siendo repelidos o disimulados, causando siempre el menor daño posible.
Estábamos igualados, puede que incluso él estuviera por encima de mí, pero yo solamente empezaba. La hoja de mi katana se prendió en fuego y, como un relámpago, aparecí a espaldas de Ethar y le atiné un corte limpio en la nuca que lo hizo caer al suelo de rodillas.
Su piel era demasiado gruesa como para ser vencido por mi ataque, pero una clara muestra de dolor había logrado despertar en él. Soltó un manotazo de imprevisto que conseguí bloquear al interponer mi arma, pero que me desplazó algunos metros hacia atrás.
La contienda continuó del mismo modo: yo acertaba la mayoría de los golpes y Ethar lanzaba gritos y manotazos como si estuviere luchando con una molesta mosca. Poco a poco, la batalla que había iniciado con un delicado equilibrio derivó en un dominio paulatino por mi parte. Mis movimientos, llenos de gracia y precisión, encontraron eco en la desconcertante ferocidad de mi oponente que a pasos de tortuga se había comenzado a agotar.
Hice que las llamas de Ghostwatcher se apagaran y, a su vez, hice que el cielo de aquella oscura noche se volviera gris. La lluvia no tardó en llegar. Mis heridas, a pesar de ser leves moretones, se desvanecieron. El calor de mi katana se calmó y, ahora mojada, comencé a revestir su hoja de una fina capa transparente creada de hielo.
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El Guardián de Erafall ©
FantastikXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...