Sorteamos a los guardias de la entrada y cruzamos las murallas, quedando un paso más cerca del peligro. No sabía si nos dirigíamos en dirección correcta, pues me parecía muy estúpido que, después de declararle la guerra al rey, permanecieran en el mismo lugar donde yo los había conocido. No obstante, yo simplemente seguía al desequilibrado Lunarion, quien parecía moverse solamente por instinto.
Nos escondimos detrás de un árbol, observando a distancia el terreno y repasando que no hubiera nadie que pudiera delatar nuestra llegada. Debía reconocer que, aunque la oscuridad de la noche dificultara mi acertada visión, notaba el lugar exageradamente desolado con respecto a la vez anterior.
Lunarion corrió a la puerta principal del demacrado edificio, haciéndome quedar detrás de él. Al entrar, el sitio no gozaba de una gota de vida: habían desertado para evitar ser hallados con facilidad. Era lo más lógico, creo yo.
Mi compañero anduvo por cada una de las habitaciones, la mayoría en peligro de derrumbe, pero su intento de encontrar algo fue en vano. Cuando lo había convencido de que no lograríamos nada allí, él localizó una abertura en el suelo que yo no recordaba haber visto mi primera vez en este lugar. Se agachó para examinarla y, de seguido, se lanzó a ella. Incapaz de abandonarlo, salté yo también.
Nos encontrábamos ahora en lo que parecía ser un sótano: las paredes eran de piedra desgastada, algunas con manchas de lo que parecía ser sangre seca, y el suelo era mayormente tierra y arenisca. Entre aquellas pequeñas cuatro paredes, iluminadas solamente por el esfuerzo de una consumida vela, resaltaba algo: aquella puerta. Lunarion se acercó, permitiéndose observar por la rendija que había en ella a la altura de sus ojos.
—No logro ver nada. Está muy oscuro del otro lado —dijo.
Me permití quitarlo del medio y me agaché frente a la puerta de madera, intentando forzar la cerradura. Me volví a poner de pie, observando toda la habitación, buscando algo que me ayudara a desbloquearla. Mi compañero utilizó magia para intentar abrirla, pero un círculo de protección mágica le impedía esa tarea.
—No se me da muy bien la magia de liberación, mucho menos si utilizan magia intermedia en la cerradura —se excusó—. Puedo intentar quemarla, si quieres —propuso mi compañero.
—No sabemos qué hay del otro lado. Lo mejor es ir con cautela —respondí, al momento que me percaté de la sospechosa piedra que había en una de las esquinas del lugar.
Me acerqué a ella, prudente, y la levanté, revelando la llave del otro lado.
—¿No es esto muy conveniente? —musité— ¿Por qué dejar una llave en un rincón tan obvio? Claramente se trata de una trampa...
—¿Qué murmuras? —quiso saber Lunarion, dejando la puerta y acercándose a mí.
—Acabo de encontrar esto —le enseñé la llave, a la vez que me ponía de pie. Él pareció alegrarse e intentó agarrarla, pero yo la guardé en el bolsillo de mi chaqueta—. Es una trampa. Deberíamos volver al castillo y pensar esto con claridad. Seguramente nos estén guiando a una muerte segura.
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El Guardián de Erafall ©
FantasyXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...