2x11: House of Cards

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Mi compañera puso una de sus manos en mi hombro izquierdo

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Mi compañera puso una de sus manos en mi hombro izquierdo. Traía su atuendo un poco sucio, destacando algunas manchas de sangre, pero ella parecía estar en perfecto estado. Le había pedido antes que cuidara de Zeronel y Eílis. Si Percyra se encontraba junto a mí, significaba que algo había ocurrido.

Liniera intentó ponerse de pie, pero una cadena salió disparada desde el suelo a su cuello y la jaló de este hasta que su cabeza estuvo a la altura del pasto. La mujer pataleó e intentó escaparse, pero todo su esfuerzo fue en vano.

—Esto nos ayudará a ganar tiempo —comentó Percyra, satisfecha.

—No es que no aprecie tu presencia aquí, pero ¿qué ocurrió con la Reina Hada?

—Hice todo lo que pude, pero no logré curarla por completo. Sin embargo, cuando Claran intentó ayudar, la reina recobró su consciencia por unos instantes. Abrió apenas un solo ojo y movió su dedo índice para señalarnos un frasco sobre una encimera al otro lado de la habitación. Después de eso, volvió a caer dormida y no hemos podido hacer nada más por ella.

—¿Qué había en el frasco? —pregunté, vigilando por el rabillo del ojo a Liniera, que aún se revolvía en los charcos.

Percyra me pasó una hoja de papel rectangular, del tamaño de la palma de mi mano, que traía escrito cinco letras en una lengua antigua.

—Significa «Salvación» —aclaró la chica—. Según Claran, si logras pegar este trozo de papel en alguna parte del cuerpo de Liniera, su magia caerá en números negativos y quedará paralizada hasta que alguien le quite el sello.

—¿Qué rayos es este papel?

—Supuestamente, es una herramienta que usan las hadas desde tiempos remotos. Se conoce como Sello de Luz y contiene magia de inversión. El punto es que, ahora que tienes una solución, ya no tendrás que matarla.

Mi mirada viajó hacia ella, que entendió el motivo de mi reacción.

—Escuché a través del Cuarto de Vigilancia lo que te dijo Liniera —explicó—. Aunque te estés muriendo de ganas, no la matarás, Xarnis. Tú no eres así.

Y de repente, todo ese peso que había estado cargando inconscientemente sobre mi lomo no me pareció tan pesado. Había pasado tanto tiempo pensando que, incluso si era mi deber, mi personalidad tenía que ser idéntica a la de mi padre; pero estaba equivocado. No necesitaba recibir todos los golpes. No necesitaba ser el faro que guiara a los perdidos. No. Realmente, lo único que necesitaba ya lo tenía. Lo único que podía hacerme feliz era saber que todos aquellos a los que quería proteger, confiaban en mí.

Liniera se liberó de la magia de Percyra hecha una fiera. La lucidez con la que me había afrontado desde el inicio se había desvanecido. En su cuello, justo en el espacio entre las clavículas, se había incrustado a la piel un trozo de una joya escarlata que deslumbraba entre parpadeos. Los ojos desquiciados de Liniera se transformaron en esferas de masa oscura y sus alas, dotadas anteriormente de un brillo hermoso, se tornaron negro azabache.

El Guardián de Erafall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora