Xernion desapareció sin dejarnos tiempo alguno para perseguirlo. Breelion se había quedado pasmado, aún procesando lo ocurrido. Yo me acerqué a él, intentando organizar sus ideas.
—Lo primero es llegar al castillo —dije—. Si hay alguna forma de detener esto sin provocar el caos, debemos pensar con la cabeza fría y averiguarlo lo antes posible.
—Mi deber es proteger a mi gente y, en vez de eso, los he arrastrado a una guerra sin sentido alguno —se lamentó, aún distante— Necesito detener a Aslyrion. Todo este tiempo me había mantenido al margen para evitar esto, pero al final a ocurrido de todos modos —dijo, a punto de perder la cordura.
—Vamos a hacer lo siguiente —propuse, logrando que alzara la mirada—: nos dirigiremos al Bosque Élfico y, con una tranquilidad imperturbable, tomaremos un tiempo para pensar nuestro siguiente movimiento.
Breelion pareció estar de acuerdo con la idea, pero apenas podía sentirlo junto a nosotros: la situación parecía haberlo afectado más de lo que pensé. Rebusqué en mi bolsillo y agarré el extraño instrumento que Iriussa me había regalado; lo llevé a mis labios y, al soplar un poco de aire, una relajante melodía llegó a nuestros oídos. La canción se escuchó varias veces hasta que decidí detenerme, confuso.
—¿Acaso la estaba tocando mal? —le pregunté a Breelion, que tampoco parecía entender. Si mal no recordaba, la canción que recién había entonado era una réplica exacta de la de Kuerl. Tal vez me faltaba algo...
—La canción está perfecta —aseguró el rey—. Solo hay una cosa que me pasa por la cabeza en estos momentos y, si llega a ser cierto, soy incluso peor rey de lo que pensé que era hasta ahora.
—¿Qué ocurre? —quiso saber Percyra, intentando mantener la compostura.
—Solamente hay dos cosas que sirven como enlace entre el bosque y Erafall: la canción y la Cuidadora del Bosque...
El rey dejó la oración inconclusa, pero sabíamos perfectamente a lo que se refería.
—¿Estás diciendo que Iriussa no está en su puesto? —intentó confirmar mi compañera.
Breelion apretó su mandíbula, haciendo crujir algunos de sus dientes, y una de las venas de su rostro amenazó con explotar.
—Si la cuidadora no está en su puesto significa que algo terrible ha ocurrido en el bosque... —dijo en una voz casi inaudible— o puede que alguien sin acceso a este haya perturbado su pureza. De cualquier manera, la vida de Iriussa corre peligro, y no hay forma alguna de ir a ayudarla.
Percyra y yo compartimos una mirada: ella estaba aterrada aunque intentara disimularlo y yo, realmente, no tenía idea de qué hacer. Esto cada vez se volvía más infrecuente y mi paciencia comenzaba a amenazarme con desaparecer. ¿Soy realmente digno de ser Guardián si no puedo resolver algo como esto? Es patético de mí incluso pensarlo... ¡Por supuesto que soy digno! Incluso si no lo fuera, debo esforzarme mucho más pues esto no es un capricho personal, sino algo que debo hacer para proteger a todo el mundo. Los elfos son criaturas impredecibles y yo, siendo un humano, necesito de sus secretos para poder mantener el equilibrio. Debía encontrar una forma de llegar al bosque, una forma de salvar a Iriussa... necesitaba saber qué rayos estaba ocurriendo...
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El Guardián de Erafall ©
FantasíaXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...