Encontré a Zeronel donde me había indicado. Detrás del hombre se encontraba una plataforma de algunos escalones de altura, rodeada de cinco pilares organizados de forma circular y con un pequeño pedestal en el centro que pronto comenzó a soltar agua, convirtiéndose en una sencilla fuente. El comandante me recibió con los brazos abiertos y me explicó algunas cosas que debía saber para ese entonces.
—Si tu mente no está en calma, no se dará la inmersión —advirtió—. No es aquel de gran pureza quien lo logra, sino el suficientemente astuto para tomar la decisión de reprimir sus emociones o explotar con ellas de un vez.
De seguido, me pidió que subiera a la plataforma. Tomé asiento, cruzando las piernas frente a la fuente; puse a Ghostwatcher sobre mis muslos y sujeté sus dos extremos delicadamente desde abajo con cada mano.
—El agua de la fuente desprende ondas que aumentan la percepción mágica del objeto de apoyo —aclaró—. Aun así, la mayor parte y la más importante la debes poner tú.
Sin más explicaciones, me permití un suspiro de tranquilidad y cerré mis ojos, cayendo en una inconsciencia inmediata. Esta vez, el sueño comenzó antes de lo habitual. Ahora se encontraba frente a mí aquella alta bruja que invadía mi silencio; la rubia de aquellos distintivos ojos. ¡Pero no estaba sola! A su lado, por primera vez fuera de la foto, se encontraba su compañera. Esta, sin dejarme ver su rostro para confirmar que era el mismo que había memorizado, se acercó a mí a pasos fantasmales, dejando ningún sonido atrás para delatar su caminar. Intenté hacer algo, pero mi cuerpo no se movió. Su mano acarició mi cuello, mi cara y, eventualmente, parte de mi torso. Sus uñas, para nada extravagantes, hicieron que mi piel se erizara. Sus labios, en un suave rozar con mi oreja, hicieron que cada músculo en mí se tensara.
—Vamos en camino, Xarnis —susurró—. ¿Estás listo para jugar con nosotras?
A partir de ahí, todo se fue al garete. Volví a intentarlo, pero mi cuerpo seguía sin responder. Las dos muchachas desaparecieron en la niebla y yo, paralizado, me quedé contemplando la aparentemente eterna soledad. Segundos después, desperté.
—No funcionó —admití, acostado en el suelo con mi respiración igual que la última vez. Intenté calmarla, pero lo mejor era dejar pasar de manera natural el momento de agitación.
—Tampoco tenía esperanzas de que lo hicieras a la primera —confesó Zeronel y yo, ofendido, me volteé a verlo—. No me malinterpretes, pero sabía que no lo lograrías. Claramente hay algo que te impide conectarte con tu arma, y ese algo es un obstáculo que debemos superar. Con esto que acabas de hacer quería comprobar qué tan grande es el problema que te carcome, para así poder darte las indicaciones adecuadas.
—¿Es muy grave?
—¡Para nada! Es algo tan común como un resfriado —se alegró—. Encontrarás la solución a tu problema en aquella casucha —me señaló con un dedo—. Ve y pregunta por La Espiritista del Jardín. Di que te he enviado yo y ella sabrá qué hacer. Cuando hayas terminado, vuelve aquí para intentarlo de nuevo.
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El Guardián de Erafall ©
FantasyXarnis, el futuro Guardián, se verá obligado a enfrentar un oscuro secreto con el fin de proteger Erafall. Mientras las brujas sigan anhelando venganza, el frágil equilibrio del mundo seguirá pendido de un hilo. *** En el mágico mundo de Erafall, do...