3x05: The Bite

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El camino que debíamos seguir estaba cubierto, como era de esperarse, por la nieve, así que nos guiábamos solamente por el sentido del olfato de la pantera de Xirelain

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El camino que debíamos seguir estaba cubierto, como era de esperarse, por la nieve, así que nos guiábamos solamente por el sentido del olfato de la pantera de Xirelain. El viaje se hizo más llevadero cuando, después de casi media hora discutiendo por alguna tontería, Hyde decidió callarse y nos dejó disfrutar del silencio. Buscando conversación, me acerqué más a mi compañera.

—¿Tienes idea de quién pueda ser el ladrón? —pregunté.

—Es como dices —admitió—: si el ladrón perteneciera a Avectra, no tendría sentido robar esa pieza al principio. Tan solo debía robarla cuando tuviera todas las demás. Tampoco creo que sea alguien del clan de Ethar. En cierto modo, pensé que su formalidad era parte de una pantomima para hacernos bajar la guardia, pero creo que sus ojos no reflejan maldad alguna.

—Yo también lo noté... ¿Recuerdas cuando llegamos a Ermet y un chico me puso a prueba para comprobar que era el verdadero candidato?

—Cierto... que todo era parte de un protocolo élfico.

—¿Recuerdas lo que dijo el chico cuando lo vencí?

La chica intentó recordarlo y, cuando abrió su boca, yo me adelanté a hablar:

—Solo un candidato verdadero puede ver las emociones disfrazadas de los demás... Desde ese momento me he dado cuenta de que, si me concentro, puedo descubrir si alguien es malvado o, como Ethar, realmente puro.

—¿Cómo puedes estar seguro que no es producto de tu subconsciente para auto-sabotearte?

—Porque lo he comprobado —mi voz sonó rasposa—. Vi oscuridad en Xernion, Aslyrion y Liniera; y vi luz en Breelion, Lunarion y Erin... No puedo estar equivocado.

—Dime, Xarnis —bajó su voz, intentando no ser escuchada por nadie más—. Cuando miras a estas personas a nuestro alrededor, ¿qué es lo que ves?

Un nudo se formó en mi garganta tras aquella pregunta. Si la verdad era que, casi siempre funcionaba, no estaba completamente seguro de que fuera un sistema infalible.

—Además de Ethar, Igrid es la única a quien puedo comprender. Es como si los demás estuvieran, en cierto modo, bloqueando mi acceso a ellos.

—¿Qué podríamos hacer para cambiar eso?

—Esperar... —propuse—. Si alguno de ellos tiene alguna relación con la desaparición de la pieza, en cualquier momento cometerán un error.

—¿Esperar? —replicó—. ¿Cómo puedes estar tan seguro de que todo irá como planeas?

—Todos los que tengan algo que encubrir, inconscientemente terminan delatándose... siempre lo hacen...

De un momento a otro, una fuerte ventisca comenzó. Los violentos vientos nos zarandeaban, amenazando con derribarnos, y no teníamos dónde refugiarnos. Mi visión se hizo un tanto difusa, apenas pudiendo seguir a la chica frente a mí.

El Guardián de Erafall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora