Capítulo 1;

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CAPÍTULO 1:


"Un comienzo puede ser tan simple como una mancha gris, o tan eufórico como los gritos de una montaña rusa; somos una mancha gris, simple y llena de misterios no vistos antes".


Lunes 13 de agosto, 2018.

Shine.

Para nadie es un secreto que los años de la secundaría eran los más dolorosos y satisfactorios que experimentaban los adolescentes. Esa complicidad con un grupo específico de amigos, los secretos entre cada aula, los profesores malgeniados y aquellos que eran una caja de felicidad, los roces entre amoríos y por supuesto, los enemigos jurados a muerte, esos que con solo verse generan tensión entre los pasillos y sus discusiones son el pan de cada día para el alumnado y profesorado. El instituto central de Shine no era la excepción, y llenaba cada recuadro, sobre todo, en la parte de enemigos jurados.

El comienzo de clases estaba lleno de entusiasmo para los alumnos de los primeros años y resignación entre los rostros de los alumnos de último año, quienes esperaban impacientes por terminar ese año, y poder cerrar ese ciclo en sus vidas.

Para sorpresa de muchos, ya los horarios para las prácticas de los equipos de baile estaban establecidos y para más estupefacción de todos, por primera vez tenían horarios continuos, terminaba de entrenar un equipo y a los segundos comenzaba el otro. Por la cabeza de los estudiantes pasaban las mismas preguntas llenas de nervios y apuestas, ¿A quién se le había ocurrido tal atrocidad? ¿Cuántos minutos pasarían para que los capitanes de cada equipo formaran la tercera guerra mundial? ¿Cómo era posible que pusieran a esos dos tan cerca?

Todos hablaban sobre lo que pasaría ese día, que además de ser el primero del año, era el primer día de entrenamiento, lo que era raro debido a que cada año los entrenamientos comenzaban dos semanas después del inicio de clases.

Un muchacho pelinegro y de baja estatura se acercó a la cartelera con curiosidad, vestía con un pantalón negro ajustado y una sencilla camisa blanca cuello alto, regalando una sonrisa amable a todo aquel que lo saludaba, la cual poco a poco se fue borrando de su rostro mientras sus ojos cafés leían con rapidez el horario de entrenamiento.

—Genial, ahora tengo que cruzarme al idiota antes de cada entrenamiento —murmuró con ironía—. Simplemente genial.

Choi San no podía dejar de fruncir el ceño mientras sus ojos seguían fijos en la hoja blanca donde se observaban los horarios de entrenamientos. Para su disgusto, además de tener el horario continuo al de su mayor pesadilla, tenían un entrenamiento compartido a la semana, específicamente los viernes por la tarde. Si había cosas claras e indiscutibles en el mundo era que él jamás podría estar de acuerdo con Jung Wooyoung, quizás era una niñería al lado de sus actitudes maduras, pero no podía evitarlo, no se agradaban y solo tenerlo cerca lograba sacarlo de quicio.

Por unos segundos se quedó inmóvil, pensando una manera de solucionar el tener que pasar cada tarde de su último año encontrándose a ese chico. Una cosa eran las clases, donde el uno era inexistente para el otro, pero de ahí a tener que mantener los entrenamientos juntos era otro cantar.

Con paso decidido fue hasta la oficina del director Byun, no podía creer que era su primer día y ya iba a tener que estar con el director, y como siempre desde hace siete años, el motivo era un chico de cabello negro como la noche y ojos oscuros. Ni siquiera había comenzado la primera hora de clases.

Recorrió los conocidos pasillos de paredes blancas hasta encontrar la puerta que tenía una pequeña inscripción en la parte superior, donde se leía claramente en letras negras; Rectoría. Entró con lentitud y le sonrío a la secretaria del señor Byun, Hirai Momo, una joven muchacha de cabello negro corto hasta la altura de la mandíbula.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora