Capítulo 17.
Hyuck no pudo evitar soltar un jadeo de dolor. Levantó su mirada y observó a la pareja frente a él, sus padres eran tan imponentes que con solo mirarlos sentía que se ahogaba en angustia. El hombre mayor, vestido con un traje de etiqueta negro sonrió calmadamente.
—Es por tu bien, Hyuck —murmuró el hombro mientras tomaba la mano delgada de su esposa, Taeyon.
—Era mi amigo —contrarrestó el pequeño Hyuck de ocho años.
—¿Amigos? —Se rió el hombre— Ese niño te quitó el primer lugar en la competencia, y debes destruirlo, hijo. Todo aquello que te quite lo que te pertenece debe ser destruido.
El niño miró a su madre, esperando que ella se inclinara y lo llenara de besos, alejándolo de la mirada fría de su padre, pero no, las cosas no funcionaban así en su casa. Su madre era una mujer elegante y de la alta sociedad, jamás se inclinaría para abrazar a un mocoso. Ella le sonrió y giró el rostro, sin querer ver por más tiempo la escena.
Claro que ella no compartía ese pensamiento, pero jamás se interpondría ante los pensamientos de su esposo. Taeil era un hombre estricto y de buena familia, su matrimonio fue arreglado cuando ella tenía solo cinco años de edad y a los veinte se había llevado a cabo. Su hijo era solo el resultado esperado por la sociedad. Un matrimonio feliz y un heredero varón.
La pareja se giró sin detenerse un segundo más a mirar como su hijo reprimía las lágrimas. No les importaba mucho, al final, para ellos eran simples pataletas infantiles.
Cuando el sonido de la puerta resonó en la inmensa y elegante estancia, Hyuck soltó un gruñido rabioso. Se sentía tan enfurecido y no entendía como siendo un niño podía albergar tanta ira dentro de sí. Se levantó del suelo y observó la pared blanca, golpeó con su pequeño puño, largando un grito de dolor y rabia.
Dio otro golpe, y otro y otro hasta que su pequeña mano estaba entumecida.
Él quería ser como la mayoría de los niños de su edad, quería salir a jugar a un parque y comer helados, pero le era imposible. Sus padres se comerían sus manos antes de dejarlo jugar o hacer cosas tan ordinarias. Él debía aprender su cuarto idioma, estudiar historia y leer otro libro sobre el mundo de negocios.
Hyuck dominaba el coreano, latín, tailandés y mandarín. Ahora debía aprender inglés, a petición de su padre. Todo lo que él hacía era a petición de su progenitor.
Su padre decía que él debía acabar con todo aquello que lo molestaba o se interponía en su camino para llegar a lo que estaba buscando, ¿De cuántas formas un niño de ocho años puede interpretar esas palabras?
—♡—
La música estaba alta, las luces brillaban dando vueltas entre las paredes y en el aire se podía sentir la euforia. Había adolescentes bailando, bebiendo y comiendo. Otros, por su parte, estaban arrinconados contra la pared, haciendo más que solo bailar. Wooyoung observó su casa con una sonrisa ladeada, esa tarde su madre y el padre de San habían ido al viaje de negocios, y la cantidad de instrucciones que su madre le había dado eran impresionantes.
Ahora que lo pensaba, lo que más le pesaría al día siguiente sería tener que limpiar su inmensa casa.
Wooyoung comenzó a caminar entre los cuerpos sudorosos que bailaban en la sala de su casa, esa tarde se había dividido con San la observación del lugar. No podían permitir que nada saliera roto o alguien fornicara en su casa, sin duda su madre lo mataría si él permitía eso. Sus ojos oscuros dieron una rápida mirada al lugar, encontrando a Joohyun bailando con Taehyung.
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Cosas Malas; woosan
Fanfiction«Entre misterios y secretos, se desvelan los sueños y se despedazan las almas» Todos los derechos reservados.