Capítulo 26;

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Capítulo 26.


Un grito desgarrador escapó de los labios de Sehun mientras veía la celda vacía. Había logrado adentrarse en el lugar en el cuál habían encerrado a su amada madre. Mingi dejó escapar las pistas suficientes para que Sehun, con su inteligencia y astucia, pudiera encontrar el lugar.

Era una celda sucia, pequeña y muy oscura. Había manchas de sangre seca en las paredes, cosa que no le daba buena espina.

Sehun dió más pasos dentro, una pequeña cama con telas grises y sucias estaba ubicada en una de las esquinas. El hedor era fuerte, pero no importaba, no cuando estaba siendo consciente de todo el horror que había vivido su madre por culpa de él.

Siempre habían sido solo ellos dos. Uno a otro, mano a mano y él lo había arruinado todo. Él era quién había causado todo ese dolor a su madre.

Sus ojos se desviaron hasta una caja de madera color cobre que estaba en otra de las esquinas. Estaba sin seguro, así que Sehun se inclinó y la tomó entre sus manos. Al abrirla, vió todas las cartas que le había escrito a su mamá durante esos largos meses. Algo que llamó su atención fue que las últimas, que estaban registradas en fecha, no habían sido abiertas.

¿A dónde había llevado ese maldito a madre? ¿Qué le estaría haciendo?

—¿Busca a la joven que estaba aquí? —preguntó alguien a sus espaldas, era un señor de edad avanzada y cabello muy canosos. Sus ojos tenían arrugas alrededor.

—Sí.

—Ah, el señor Hyuck mandó a mover su cuerpo hace ya un tiempo, joven.

Sehun sintió un fuerte dolor en el pecho.

—¿Su cuerpo?

—Sí. Ella murió hace casi dos meses atrás.

Un temblor recorrió el cuerpo de Sehun. Hace semanas venía sospechando que algo extraño estaba pasando, pero no se sentía capaz de aceptar que estaba tan jodido. Que había sido burlado y humillado por ese hombre.

Pero estaba equivocado si creía que no tomaría venganza de eso, de que él haya tomado la vida de su madre. Si algo era intocable para Sehun, era su mamá.

Y definitivamente Hyuck no se había enterado de quién era él y qué podía hacer.

—♡—

—Basta, Wooyoung.

—Solo un beso más, lo prometo.

—Tenemos que irnos.

—Un beso, cariño. Por favor.

San rodó los ojos pero no se hizo más de rogar, no cuando sus labios estaban ansiando tanto besar los de Wooyoung. Se inclinó y lo besó, suave y lento mientras sentía las manos pegajosas de Wooyoung rodear su cuerpo.

Se separó de golpe.

—Hay que irnos —chistó.

Finalmente la noche de la fiesta de disfraces había llegado. San se había disfrazado de un hada de la naturaleza, tenía un pantalón de seda verde, una blusa de transparencias plateada y unas alas muy grandes que le costó armar pero que lucían hermosas con su atuendo. Tenía leve maquillaje en el rostro, solo resaltando los ojos con gemas verdes y plateadas que adornaban perfectamente alrededor de sus ojos.

Wooyoung estaba disfrazado de SpiderMan, la máscara entre sus manos y su cabello oscuro revuelto. Lucía maravilloso.

—En serio, hay que irnos.

—Espera.

San se giró observando atento a Wooyoung, alzando las cejas al verlo por primera vez mirando a su alrededor y murmurando en voz baja con nerviosismo.

—¿Está todo bien, Woo?

Wooyoung tragó saliva y frunció el ceño.

—Haz silencio un momento, por favor.

San arrugó el rostro pero asintió y se cruzó de brazos, curioso por la repentina actitud del otro.

—Uhm —comenzó y se rascó el bazo—. A los 11 años, conocí a un niño de mi clase que era nuevo y juro que fue el niño más lindo que había visto en toda mi vida..

—Wooyoung —interrumpió San.

—Silencio, por favor —carraspeó—. Me acerqué a él y le invité a jugar fútbol conmigo, esa era mi manera más clara de decir que quería ser su amigo... El niño fue un grosero insoportable que me miró mal antes de girarse e irse sin darme una palabra más. Realmente lo odié desde ese día, y siempre que podía, me gustaba recordarle que era un niño tonto.

Wooyoung hizo silencio y dió un paso atrás antes de volver a mirar a San.

—El tiempo pasó tan veloz que sentir fastidio y repulsión por él era natural, hasta que probé sus labios —murmuró—, hasta el día en el cuál sentí su calidez y escuché su risa desde otro punto de vista. Llegó nuevamente el sentimiento de la primera vez: Eres el niño más lindo que he visto en mi vida, Choi San.

Wooyoung sacó una pequeña caja de su traje de SpiderMan antes de dejar caer una de sus rodillas y abrir la cajita mostrando un anillo delgado, sin ninguna gema.

—Oh por dios, no estoy listo para casarme —se quejó San con su cuerpo temblando.

—No te estoy pidiendo matrimonio, imbécil —chasqueó la lengua.

San alzó una ceja.

—Deja de ser tan creído, Choi San —bufó Woyooung—. Es un anillo de promesa.

—Uh.

—Quiero prometerte que esta no será la página final de nuestra historia.

—Wooyoung.

—Sé mi novio. Sé oficialmente mío, vuélveme loco cada día y lléname de tus besos.

San estaba en silencio, su corazón latiendo con fuerza mientras miraba fijamente a Wooyoung frente a él, ahí ansioso y a la expectativa.

—Ya te pertenezco, Wooyoung —San sonrió—. En cuerpo, alma y corazón. Acepto tu promesa y así mismo, te prometo que no será el final de nuestra historia.

El sonido de unos pasos rompió la atmósfera del momento. Un joven estaba parado detrás de alelos, cabello oscuro y mirada seria.

—Es hora de poner fin al juego.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora