Capítulo 9;

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Capítulo 9.


Un mes entero había pasado volando desde aquel sábado, donde no solo había recibido una carta donde querían asesinarlo, sino que, gracias a un estúpido juego de internet, había terminado besando a su némesis personal por siete jodidos minutos. No había recibido más cartas, ni él, ni los chicos, por lo que se había relajado hasta solo tener cabeza para entrenar, estudiar y discutir intensamente con el pelinegro.

Las peleas entre ellos habían sobrepasado un nuevo límite, ambos estaban irritables por cualquier cosa, y siempre terminaban gritándose hasta que les dolía la garganta.

San meneó la cabeza y se recostó en su cama, sintiendo que su dolor de cabeza iba en aumento, por fin sería viernes, pero para su mala suerte, debía entregar dos ensayos que apenas había iniciado. Al menos podía pasar el sábado entero tirado en su cama. Cerró los ojos y dejó que su mente fuera al momento en que leyó esa carta. El miedo y la paranoia habían hecho estragos en él en un nanosegundo, ¿Qué vendría después?, ¿Más cartas?, ¿O darían festín a su muerte?, no estaba seguro de querer saber aquello, pero no quería mantenerse en el borde de la ignorancia.

Las ganas de hablar sobre eso parecían volverlo loco. Se había planteado varias veces hablar con Yunho o Chanyeol, ya que con Wooyoung estaba descartado, pero con el pasar de los días y ver que no sucedía nada, todo fue volviendo a su cauce en su mente.

Como si fuera cosa del destino, la voz de Wooyoung se escuchó en el pasillo y luego, un torrente de gritos y pasos en las escaleras lo alertaron. San abrió la puerta de su habitación con fuerza, sintiendo su corazón palpitar como loco, ¿Que mierda estaba pasando?, bajó las escaleras de dos en dos y se detuvo en el último escalón ante la horrible visión que le ofrecía su vista.

Kim Joohyun, alta y delgada, con un cabello teñido de color rubio dorado estaba abrazando a Wooyoung en forma de koala, sus piernas enlazadas en la cadera de él y ambos reían alegremente. Los dos seres que más detestaba en un solo lugar, ¿Estaba él maldito, acaso?, su relación con Wooyoung era espléndida a comparación de cómo había sido con Joohyun, ellos realmente se detestaban.

Como si hubieran sentido su presencia, Joohyun bajó de un salto, girándose a mirarlo y, por ende, Wooyoung también.

—Oh, mira —dijo Joohyun mirando a Wooyoung divertida—, el pequeño Choi está aquí. ¿Es mi impresión o estás algo enfermo? Lo digo por tu aspecto tan terrible, cariño.

—Tan graciosa como siempre, Joohyun —dijo, fingiendo una sonrisa—, ¿Has pensado hacer algún casting?, ser payasa en las calles no debe rendir frutos, lo digo por tu aspecto andrajoso, cariño.

Una sonrisa burlona apareció en los labios de San al ver el rostro desencajado de la rubia, aún con una mirada de suficiencia, San se giró y subió las escaleras, encerrándose en su cuarto, ¿Que tan desgraciado se necesitaba ser para tener que soportar aquello? Oh, dios. Él mataría a esa chica si solo volvía a dirigirle una simple mirada.

Entró en la ducha, seguro de que un buen y largo baño le relajaría los músculos. Debían de ser pasadas las seis de la tarde, así que se colocó un jean negro ajustado y una camiseta sencilla verde esmeralda, tomó un par de tenis negro y cuando estuvo listo, se dio una rápida mirada en el espejo. Tomó su teléfono y las llaves, listo para irse donde no tuviera que escuchar o ver a los dos idiotas.

Antes de bajar las escaleras, se detuvo, dándose su tiempo para respirar y dejar de lado la ira que iba en ascenso con las voces divertidas de Wooyoung y Joohyun.

Bajó las escaleras.

Ellos estaban sentados en el sillón, Wooyoung dándole la espalda y hablando animadamente con la rubia, esta vez ninguno se percató de su presencia, por lo tanto, el pelinegro rodó los ojos y compuso su mejor rostro de indiferencia. No le importaba a donde, solo quería salir de ese lugar, sentía que estaba metido en el nido de las serpientes más venenosas de toda la zona, y estaba solo y desamparado. Necesitaba despejar su mente de ese primer mes viviendo con Jung Wooyoung.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora