Capítulo 10;

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Capítulo 10.


Chanyeol fue el primero en contestar las insistentes llamadas que ellos hacían, por lo que San soltó un tembloroso suspiro de alivio. Quería irse de ese oscuro lugar y refugiarse en la tranquilidad de su casa. Los temblores estaban latentes en él, sentía que no iban a detenerse nunca, ¿Qué mierda había sucedido?, un segundo estaba bailando en una discoteca y al otro, siendo perseguido por un loco en camioneta.

Se recostó en el magullado auto plateado de Yunho, sintiéndose enfermo ante la situación, ¿Quién estaría tan jodidamente loco para hacer algo como eso? Y de nuevo, tenía un maldito sobre carmesí en su poder, todo aquel susto había sido con el fin de entregarles ese sobre que parecía ser una condena de muerte dictada por el diablo.

—Chanyeol viene por nosotros —dijo Yunho guardando el teléfono celular en el bolsillo de su pantalón.

San asintió con los ojos cerrados.

El silencio deambuló entre ellos por minutos, cada uno perdidos en sus pensamientos. San no paraba de preguntarse qué tenía que ver él en eso, ¿Qué había hecho?, ¿Qué habían hecho Chanyeol, Wooyoung y Yunho para estar metidos en aquella locura?

Ninguna pregunta tenía respuesta.

Su mente comenzó a repetir una y otra vez el suceso, partiendo desde el momento que salieron del club, ¿Los habían estado siguiendo desde antes?, pero ningún cabo parecía atarse correctamente con los acontecimientos, repasó cada palabra dicha hasta que dos cosas en su mente captaron su atención.

Hyuck.

Hermoso pelirrojo saliendo con Chanyeol.

Abriendo los ojos, sacó su teléfono y marcó el número del único pelirrojo que ellos tenían en común y el cual podía ser catalogado por salir con Chanyeol. Yunho se acercó a él y lo miró interrogante, queriendo saber a qué se debía aquel arrebato.

—¡Baekhyun! —chilló cuando el pelirrojo descolgó del otro lado de la línea. Un golpe de alivió le recorrió el cuerpo.

—San —saludó con voz ronca—, ¿Puedo saber a qué se debe una llamada a las tres y veintitrés de la mañana? —se escuchó un bostezo.

—Quería saber si estás bien.

—Lo estoy —aseguró—, sin embargo, tú no, ¿Qué te ha pasado?

—Nada importante —murmuró.

Un resoplido se escuchó al otro lado de la línea.

—Iré a tu casa, hablarás de que te preocupa y luego los dos iremos a dormir.

—No estoy en casa, o en algún lugar en particular.

—Iré a donde estés.

Antes de poder responder, el sonido de un auto acercándose le aceleró el corazón, haciendo que el pelinegro soltara un grito y el teléfono resbalara de sus manos. Estaba malditamente paranoico.

Un auto negro se venía acercando, y con él su paranoia, su cuerpo no quería responder a la orden que su cerebro mandaba de moverse, sus pies estaban estáticos y unas ganas de llorar lo atacaron, pero tampoco a eso respondía su cuerpo.

Su teléfono seguía en el suelo con la llamada abierta.

El auto se detuvo cerca de ellos y de él bajó un muchacho castaño que en rápidos trotes llegó a ellos. Chanyeol. Aunque el alivió recorría su cuerpo al ver quien era, no pudo hacer ningún movimiento.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora