Capítulo 23;

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Capítulo 23.


Amanecer envuelta entre algo que no fueran sus sábanas logró sorprenderlo, haciendo que su mente se estabilizara cuando solo eran las seis y treinta y nueve de la mañana. Wooyoung estaba abrazado a él, ambos cubiertos por la sábana color lila que San usaba para dormir.

Frunció el ceño al sentir como el muchacho afianzaba más el agarre en su cintura al sentir que se removía.

Era un disparate que jamás habría imaginado, y mucho menos se esperaba que en vez de darle una fuerte patada en las bolas, él sonriera como tonto al ver lo pacífico que se veía durmiendo. San estaba acostumbrado a ver su faceta molesta y gruñona, siempre burlona cuando estaba a su alrededor.

Era lindo verlo tan calmado.

Sin embargo, haberse despertado tan temprano un sábado no le agradaba, no obstante, se sentía incómodo volviéndose a dormir sabiendo que Wooyoung estaba justo ahí, abrazando su cintura como si la vida se le fuera en ello.

Lo observó de nuevo, encontrándolo con sus ojos oscuros abiertos y observándolo somnoliento.

—¿Qué crees que haces? —preguntó con voz ronca por el sueño, causando un estremecimiento en el cuerpo de San—, siento que no he dormido nada, ¿Qué hora es?

Lanzando una risita nerviosa, San miró el reloj de mesa de nuevo.

—6:40 de la mañana.

Wooyoung gruñó, atrayendo con fuerza el cuerpo de San de modo que él quedó recostado en su pecho, con pequeños movimientos el pelinegro logró posicionarlo entre sus piernas, abrazándolo mientras hundía su rostro en el cabello negro de San.

—¿Por qué te levantas a esta hora? —se quejó él.

—Uhm, me sentiría más cómodo si me soltaras —se removió el muchacho—, me asfixias.

Wooyoung se rio.

—Bueno, anoche no pensabas lo mismo.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —preguntó alejándose solo un poco del pecho de Wooyoung para poder observar sus esferas oscuras que brillaban con pequeña diversión, disipando el sueño.

—Me pediste que te abrazara entre sueños —se burló, viendo cómo el ceño de San se fruncía.

—No es cierto.

—Lo es.

San chasqueó la lengua.

—Mentiroso.

Con una sonrisa, Wooyoung se impulsó hasta chocar sus labios con los de San, dejándolo aturdido por unos segundos. Se miraron directamente al rostro, perdidos el uno en el otro. La cosa parecía tan íntima, amanecer abrazados, sentir la calidez de la piel del otro, hacer chistes en las mañanas... era algo cálido, algo que no les molestaba en lo absoluto.

—Me gustas, San —Adam se relamió los labios—, y seguiría besándote para ponerle dramatismo a la confesión, pero mi aliento debe apestar —dijo removiéndose hasta sentarse con San a horcajadas sobre él.

—Cuánto romanticismo, Romeo.

Él se rio.

—Es un encanto natural, Sannie —le dejó un beso en la nariz antes de levantarse—, pero claro, tu solo sabes ser un tragalibros insoportable.

San le dio una mala mirada.

—Eres un imbécil hasta recién levantado —murmuró.

—Oh, has roto mi frágil corazón.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora