Capítulo 7;

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Capítulo 7.


Era sábado por la tarde, la primera semana de clases por fin había acabado, dándole un respiro a los estudiantes del Instituto Central de Shine, y a Park Chanyeol, un empujón de valentía para hacer lo que tanto deseaba desde que había visto por primera vez al hijo del director. Invitarlo a salir.

El viernes saliendo de clases había corrido casi dos cuadras hasta alcanzarlo y pedirle agitadamente si quería salir con él, tal vez a un cine o a donde Baekhyun quisiera ir, incluyendo Narnia si era necesario. Cuando el pelirrojo asintió y le dio un beso en la mejilla de despedida, Chanyeol sintió que podría volar en segundos.

Ahora, mientras se miraba en el espejo a las cuatro de la tarde y se rociaba su colonia masculina, recordó la situación en la casa de Wooyoung, justo después de que San y ellos leyeran la carta que él tenía en sus manos. El pelinegro se había asustado terriblemente al saber que no era él único con esos sobres, sino que ellos tres también estaban siendo amenazados. No quisieron explicar con detalle la situación, por lo que dieron una verdad a medias sobre la razón de esas cartas, obviamente, con lo perspicaz e inteligente que era San, no le lograron convencerlo de que cumpliera el proceso pedido y resguardara su vida, el sentido justiciero y valiente que San albergaba era firme y no se acobardó, él no era un cobarde que sale a esconderse y se los dejó muy claro.

De manera distraída mientras terminaba de arreglar su cabello, Chanyeol pensó que los límites y salvar su vida no era una cobardía.

Chanyeol salió de su habitación con una sonrisa plasmada en sus labios, mientras iba en su carro a buscar al chico que amaba, realmente poco y nada le importaba el tema de las cartas carmesí, ni siquiera le preocupaba que tal vez dentro de poco tendría que llevar a cabo un loco y suicida plan con sus mejores amigos para salvar el culo de los tres. El sobre que había recibido estaba guardado en su guantera, y reflexionó el enunciado era el mismo; Damnationem Mortis. Sin embargo, se recitaba un poema distinto, pero el acertijo seguía siendo el mismo, ese que hablaba de donde casi no se ve el sol y la mujer anciana que vende cigarrillos.

La fachada de una casa con aspecto muy hogareño apareció ante sus ojos y con un suspiro nervioso, aparcó el auto enfrente y bajó del mismo, frotándose las palmas entre sí.

Tocó con sus nudillos la puerta de madera blanca y esperó pacientemente hasta que un hombre apareció a la vista, el padre de Baekhyun y su director de instituto. Genial.

Con una sonrisa nerviosa, Chanyeol estrechó la mano que el hombre le tendía, estaba totalmente seguro que antes no se había visto tan jodidamente intimidante. Ahora parecía mucho más robusto sin su pulcro traje y un sudor frío comenzó a nacer en su frente.

—A las seis quiero a Baekhyun aquí —fue lo único que dijo cuándo los pasos suaves del susodicho se escucharon cerca. Con una última mirada el señor Byun se giró y se adentró en su hogar, dejando el espacio de la puerta libre.

—No le hagas mucho caso, mi padre puede ser algo extremista —murmuró Baekhyun llegando. Tenía unos jeans holgados de color negro que lo hacían ver pequeño y encantador. Chanyeol sintió que podía vivir observándolo.

—Él es el director.

Baekhyun se echó a reír.

—Si tienes suerte no te expulsará —murmuró divertido.

—Eso es un gran consuelo, gracias —se rió Chanyeol.

—Mi papá solo quiere asegurarse que no rompas mi corazón.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora