Capítulo 8;

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Capítulo 8.


Mientras observaba la oscuridad que consumía su celda, por su mente pasaba el dulce pensamiento de su amada mujer. Oh, dios, ella era tan hermosa y perfecta que sentía desfallecer con solo recordarla, pero su mente no le hacía justicia a la realidad.

Ella era tan preciosa y adictiva.

Amarla era, tal vez, lo único bueno que había en su vida. Y, demonios, él podía recordar con absoluta y enfermiza precisión su dulce aroma a chocolate envolviéndola y tentándolo a él a hacerla suya. Hermosa como una rosa, buena y elegante. ¿Qué más podría él pedirle a la vida?, no había nada que pudiese compararse con la bendición de haberla tenido. Porque él la tuvo, no solo físicamente sino en alma.

Y nada podía compararse con eso.

Oh, pero el día que ese maldito ser llegó todas las luces de su vida se apagaron. Se robó su atención y su corazón de una forma tan rápida que él casi sentía que tendría un ataque de solo recordarlo.

El aroma a café bailaba en el ambiente de una forma deliciosa, ella amaba el café, por lo tanto, cada mañana él se levantaba para servirla como a una princesa, como su señora. Aunque era joven, él se sentía seguro de que nada en la vida podría hacerlo más feliz que eso, que te despertar cada mañana viendo su níveo rostro y sentir la dulce sensación de besar sus labios cálidos y finos.

Tenía el cielo ganado con ella.

Esa mañana pintaba ser igual que las demás, un desayuno inmenso y muchas risas, para luego terminar haciendo el amor lentamente, de esa forma que a ella tanto le gustaba y que él amaba complacer. Todo en ella se resumía a la elegancia, caminaba como si flotara, era tan absurdamente hermosa que mirarla era su mayor deleite. Algunos decían que vivía para ella, otros que estaba obsesionado de manera enfermiza, pero él solo la amaba y podría contar cada estrella del cielo para mantenerla a su lado.

—Hyuck, ¿Dónde estás? su voz, dulce y suave lo hizo sonreír.

Con una taza humeante de café, Hyuck salió de la cocina, vestido solo con el pantalón verde del pijama y dejando su torso descubierto. Ella estaba bajando las escaleras, vestía con un vestido clásico color crema. Se veía hermosa.

—Cariño, tengo una sorpresa para ti —fue lo que dijo Hyuck mientras le entregaba la taza de café—, dame unos minutos y nos iremos.

La joven asintió mientras lo veía subir las escaleras y perderse dentro de la habitación que compartían juntos, se sentía emocionada por comentarle a su amado Hyuck sobre la idea que estaba en su cabeza, rogaba fervientemente que tuviera la razón sobre eso.

Tomó asiento y le dio un sorbo al café.

¿Cómo sería su reacción?, ya ambos habían terminado la universidad, estaban felizmente enamorados y establecidos en un cómodo departamento cerca del centro de la ciudad, era un buen momento.

Estoy listo, preciosa.

Acomodando su cabello negro trenzado, la joven bajó de un salto y salió disparada al encuentro con su prometido. Entre risas emprendieron viaje al lugar sorpresa que Hyuck tenía en mente, cuando llegaron, la joven no notó nada fuera de lo común, era una calle cerca de unos frondosos árboles.

—¿Dónde estamos, amor? —preguntó con curiosidad.

—Iremos al lugar más hermoso de todo Shine.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora