Capítulo 5;

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CAPÍTULO 5:

"Amamos. Lo hacemos incluso antes de saberlo o notarlo, antes de sentirlo y expresarlo, nacemos amando sin siquiera notarlo".


San cerró la puerta de su habitación con un portazo. Por fin había terminado el horario de clases, tendría el entrenamiento en cuatro horas y debido a la pésima noche que había pasado, estaba deseando tumbarse en su cama y dormir con Morfeo.

Un segundo luego de estar tumbado en su cama, el sonido de unos toques en la puerta lo molestaron. ¿Es que no podía tener paz?, bufando, se levantó con desgana y caminó hacia la puerta.

—¿Sí?

Del otro lado estaba Seulgi luciendo una sonrisa apenada y sus mejillas pálidas tomaron un tono rojizo al ver la mirada iracunda del muchacho. Instantáneamente, San se sintió mal y le regaló una sonrisa a la mujer.

—Quería saber si comerás, cariño. El almuerzo está listo.

Comer.

Sonaba dulcemente tentador y por un segundo, se imaginó comiendo y luego tomando un baño de agua caliente y finalmente, durmiendo una merecida siesta.

—Por supuesto, señora Jung. —sonrió afablemente.

—Dime Seulgi, cariño.

San asintió.

Seulgi se giró y tocó la puerta de enfrente, donde dormía su insufrible hijo. San salió de su habitación y comenzó a bajar las escaleras para llegar a la mesa y no toparse al idiota de Wooyoung. Tal vez si tenía un poco de suerte él no bajaría a comer.

La situación era algo extraña.

Nunca en su vida se habría imaginado vivir bajo el mismo techo que Jung Wooyoung, ellos eran por naturaleza contrarios, iba más allá de una tontería escolar. Él podía sentir en cada punto de su ser esa sensación de vértigo cuando Wooyoung estaba cerca, enfureciendo su sistema con solo respirar el mismo aire.

El sonido del timbre lo distrajo, y observó con curiosidad como Seulgi se acercaba a la puerta de entrada. San no pudo evitar notar lo elegante que era ella, parecía algo natural, sofisticado. Pensó en su madre, ¿Sería así de elegante o tendría dos pies izquierdos? Incluso si fuera un troll de las montañas, amaría a su madre de igual manera.

Seulgi volvió segundos después, en sus delgadas manos llevaba dos sobres del mismo color carmesí y tenía el ceño fruncido.

—San, cariño, tienes una carta —dijo, entregándole al joven uno de los sobres—. Tal vez sea algo de la escuela, Wooyoung tiene la misma carta —pausó—. ¿Podrías por favor subir a entregársela?

Para ese momento, San ya conocía las malas tácticas de Seulgi para que él y Wooyoung forjaran una relación amistosa. Evitando rodar los ojos, tomó el otro sobre y le sonrió a la mujer.

No parecía una carta de la escuela, el sello no estaba en ningún lado y no tenía remitente. No tenía idea de quién podría enviarles una carta, es decir, estaban en el siglo veintiuno, todo se hacía por medio de internet.

No tocó la puerta al llegar, estaba bastante seguro que eso enfurecería al idiota y no desaprovecharía una oportunidad para molestarlo, por mínima que fuera. Una pequeña venganza por el agua de la noche pasada.

A primera vista no había nadie en la habitación, todo estaba ordenado simétricamente y en silencio. San entró por completo, cerrando la puerta a su espalda y recorriendo la habitación con la mirada. Todo estaba en orden y claramente el pelinegro no estaba dentro. Se adentró un poco más, seguro de que podría encontrar algo con lo que hacerle una pequeña broma a Wooyoung. Sin querer, tropezó con la mesa de noche que estaba al lado de la cama, haciendo tambalear una fotografía.

Cosas Malas; woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora