A normal life

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Desde que Alec era niño, al salir Omega y gustarle otros niños, su suerte se había fijado.

Así que Alec siempre había sabido cómo sería su vida.

Aprendería a hacer todo el trabajo de la casa, para cuando fuera grande.

Y cuando tuviera edad suficiente, buscaría un Alfa de clase alta, con un buen trabajo y suficientemente estabilidad económica como para mantenerlo, lo atraería hacia él, se dejaría conquistar por él, se casaría con él, tendría los hijos que el Alfa quisiera, y viviría una pacífica vida con él, criando sus hijos, y envejeciendo juntos, hasta el día que la muerte decidiera que era hora de recogerlos.

Óptimamente, los recogería juntos, ya que él Alfa lo habría marcado, y el ya viejo cuerpo de Alec no estaría hecho para vivir sin su Alfa, así que se irían prácticamente al mismo tiempo, mientras dormían, si es que la vida consideraba que Alec había sido un buen Omega que merecía algo de piedad.

Alec no opuso ninguna resistencia, porque eso era lo normal, la vida deseada y el deseo supremo y natural de cualquier Omega, él incluido.

Pero cuando era adolescente, le llegó una inquietud.

¿Eso era todo? Parecía demasiado sencillo, e imposible de arruinar. ¿Realmente lograría tener una vida tan tranquila?

Y si lo lograba ¿Sería suficiente? Él sí quería todas esas cosas, pero por alguna razón sentía que debía haber algo más, algo que le diera sabor a la vida, y la hiciera más interesante, lo cuál era muy hipócrita viniendo de un aburrido como él.

Pero, por alguna razón, lo deseaba.

Confundido por lo que sentía, habló con su madre, que en ese momento estaba en su oficina, y le contó sus preocupaciones.

Su madre le dijo que seguramente era normal sentirse de esa manera, y se disculpó por no saber demasiado del tema.

Pero le dijo que si quería un consejo real, fuera a hablar con su padre, quién seguramente se encontraba en la cocina preparando algo delicioso para sus hijos, como era su costumbre.

Alec, después de agradecerle, fue a la cocina, dónde efectivamente encontró a su padre, sacando un postre del horno.

—Hola, papá.
—Hola, hijo. ¿Quieres? Es tarta de durazno. La acabo de preparar— Alec aceptó, y después de recibir una rebanada, se puso a jugar con su tenedor.

Y por supuesto, Robert lo notó.

—¿Qué sucede, hijo?— Alec dudó un poco.
—Papá, tu... ¿Alguna vez... Te sentiste diferente?— Robert rio.
—Muchas veces, cariño... Me temo que vas a tener que especificar— Alec se aclaró la garganta.

—Es decir... Yo... Sé lo que se espera de mí... Encontrar un Alfa, caserme, darle hijos a mi esposo, y todo eso... Y es genial, no me malinterpretes, pero a veces me pregunto...
—¿Si hay algo más?— Alec volteó, sorprendido — Sí, lo sé... No tiene nada de malo, cariño... Todos los Omegas pasamos por eso... O bueno, si no son todos, al menos a mí sí— Alec lo vio, sorprendido.

—¿Tú también?—Robert asintió.
—Sí... Cuando era joven, yo era un Omega muy rebelde... Quería vivir soltero toda mi vida, y nunca tener hijos; tomar mis propias decisiones y vivir mi vida sin ataduras, y sin estar encerrado en una cocina— Alec levantó una ceja al escuchar que su padre, quien estaba enfrente de él con un mandil que decía "el mejor padre del mundo", el que ahora vivía para prepararles comida a sus hijos, y quién amaba consentirlos con postres, alguna vez hubiera querido vivir soltero.

—Irónico ¿Cierto?— Robert rió al ver su expresión, y orgulloso se alisó el mandil, con los guantes de cocina todavía puestos, haciendo reír a su hijo.
—Mucho. Pero entonces, si eso es cierto¿Qué cambió?
—Oh, es cierto, te lo aseguro. Todavía tengo algunas fotos de cuando era joven, y me gustaba usar camisetas, y shorts— Alec rió aún más, imaginando a su padre, quién generalmente traía mangas, en un atuendo así —Respondiendo a tu pregunta, conocí a tu madre.

Alfa & Omega~ Malec ????Donde viven las historias. Descúbrelo ahora