-Yo también te he echado de menos.-Dice Kise mientras se separa de ti lentamente.
Tiene la respiración agitada y le cuesta coger aire. Notas su pulso acelerado debajo de la yema de tus dedos y sonríes. Te gusta ver que causas el mismo efecto en él que él en ti. Te separas lentamente y entrelazas tus dedos con los suyos mientras andáis.
Por el camino os encontráis con un grupo de chicas que ríen de forma nerviosa al ver a Kise y sacan sus teléfonos móviles mientras se acercan a vosotros. Suspiras y le dedicas una mirada de ánimo a tu novio. Él te devuelve la sonrisa, suelta tu mano y se acerca a las chicas.
Aún no puedes sacarte a esa chica pelirroja de la cabeza, sabes que hay muchas más como ella y que Kise no es guapo solo a tus ojos, más bien es guapo a los ojos de toda la ciudad, pero aun así te molesta, no quieres que las demás se lo coman con los ojos. Pero te lo guardas, no dices nada, y sigues poniendo buena cara cada vez que él te pide que te quedes en el sitio mientras él va a saludar a sus fans. Aguantas, es algo que has aprendido a hacer con los años, algo que has ido perfeccionando día a día, has aprendido a interiorizar todo ese malestar hasta que este es tan grande que amenaza con salir de golpe, y aun cuando amenaza con romperte en dos, no lo dejas salir abiertamente, con los años has encontrado varias formas de exteriorizar tu rabia sin que los demás se percaten de ello, tu cuerpo estaba lleno de las cicatrices que dejan tus remedios anti-estrés.
Tu madre era la única que conseguía sacarte de tus casillas, la única que lograba que tú gritaras de rabia, que dijeras todo lo que pasaba por tu mente, que consiguieras liberarte. Odiabas eso, odiabas que ella fuera capaz de penetrar tan hondo dentro ti como para hacer que te olvides de tus defensas.
Kise vuelve al cabo de un rato con la camiseta arrugada y con una mancha de pintalabios en el hombro. Lo miras, te acercas a él y le alisas la camiseta con las manos. Te hierve la sangre, pero en lugar de cantarle las cuarenta, alzas el rostro y dices:
-Así que ser modelo no te convertía directamente en un play boy eh.
-Para ser un play boy hace falta estar interesado en todas, y a mí solo me interesas tú, solo quiero hacerte feliz a ti ____-cchi.
Ahí están, las palabras que hacen que tu corazón se derrita y después se convierta en gas.
-¿Dónde quieres ir a cenar?
-¿Vamos a cenar?-Preguntas
-Claro que sí, me estoy muriendo de hambre, y seguro que tú también, en la recepción no es que tengan un bufet libre, por cierto ¿cuánto estuviste esperando?
-Hum...creo que unas tres horas aproximadamente.
-¿TRES HORAS? ¿Estás loca?
-Loca por ti.
-¡____-cchi que mona!-Dice Kise mientras aprieta más fuerte tu mano y te da un beso en la frente.
-Debe ser la falta de alimento...-Aseguras.
-Eres mala...
-¿Por qué?
-¿Sólo me quieres cuando estás hambrienta?.-Dice el rubio haciendo un puchero.
-No digas tonterías, yo no te quiero.
-¿Qué...?-Empieza a decir Kise, ves perfectamente como su expresión pasa de juguetona a asustada.
-Yo sólo te necesito como al aire que respiro.
-Como sigas diciéndome esas cosas voy a acabar locamente enamorado ____-cchi, yo te he avisado.
-Por Dios, vamos a comer antes de que te pida matrimonio.-Bromeas.
-O antes de que empecemos a hablar en segunda persona del plural- Añade el rubio mientras ríe.
-Por favor, dime que cortarás conmigo antes de que eso ocurra.
-No me pidas eso ni de broma.-Dice Kise con el tono más serio que has oído nunca.
-Kise, no puedes esperar que esto dure para siempre...
-¿Por qué no?
-Porque somos jóvenes e inexpertos, por favor, sólo tenemos 16 años.
-¿Dices que algún día acabarás dejándome?
-O tú a mí.
-Yo nunca haría algo así.
-Lo harás, cuando te des cuenta de que puedes aspirar a algo mejor.
Te tapas la boca rápidamente tras decir esas palabras. No querías decirlo en voz alta. Mierda, mierda, mierda.
Kise se gira bruscamente hacia ti y abre la boca para decir algo, pero vuelve a cerrarla y te dedica una mirada triste.
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Después de cenar decidís ir a vuestras respectivas casas. Kise te acompaña hasta la tuya y se despide de ti con un largo beso y un abrazo antes de girarse y echar a andar. Te quedas en la entrada, mirando como su figura se hace más pequeña en la lejanía y finalmente desaparece al doblar una esquina.
Entras en casa con la idea de contarle a tu padre todo lo que tu madre tenía pensado hacer. Sabes que es una estupidez, y que tu hermano te llamaría suicida, pero te da igual, sientes que el hombre que ha permanecido a vuestro lado, cuando ella decidió optar por el camino fácil, tiene el derecho de saber la verdad. Pero cuando llegas al salón te das cuenta de que la casa está vacía.
Suspiras, te haces la cena y comes en tu cuarto mientras que haces los deberes atrasados que Kirara te había traído. Cuando terminas son más de las diez. Te tumbas en la cama y sacas el teléfono móvil. Sonríes al ver tu fondo de pantalla y te sorprendes al ver que tienes un mensaje. Es de Kise. Lo abres lo más rápido que puedes, notas como el corazón se te acelera, y te sientes una estúpida, por favor, es solo un mensaje. En él te explica la alegría que le ha producido verte hoy esperarle a la salida del trabajo, que se siente afortunado por tenerte y que tenéis que hablar seriamente y cuanto antes sobre la idea que tienes tú sobre vuestra relación.
Escribes varias veces una respuesta, pero ninguna te convence. Finalmente optas por ser sincera y decirle que aún te sientes incómoda al hablar de ello, que no estás acostumbrada a ser tan importante para alguien y das el ejemplo de tu casa vacía una noche más, le explicas lo abandonada que te sientes cuando entras y lo único que hay es silencio. Notas como las lágrimas corren por tus mejillas mientras escribes, te secas los ojos varias veces ya que las lágrimas te emborronan la vista y te dificultan la escritura. Envías en mensaje. Esperas una respuesta, pero esta no llega.
Dejas el móvil en la mesilla, te lavas la cara y los dientes, te pones el pijama y te diriges hacia la cama. En el momento en el que terminas de taparte con las mantas oyes como suena el timbre de la entrada. Maldices, miras la hora y decides coger una de las pesas de tu hermano por si acaso. Bajas las escaleras, aprietas fuertemente la pesa y abres la puerta.
-¿Ryouta?-Dices perpleja.
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KnB y tú.// Kise Ryouta x Reader.
FanfictionTu nuevo curso escolar en el instituto Kaijo no va a ser ni de lejos tan tranquilo como esperabas y aún menos cuando el playboy Kise Ryouta se dedica a romper los corazones de la mayoría de las chicas del instituto, ¿podrás salvarte tú del encanto d...