Los días se suceden uno tras otro, ya no podrías decir con seguridad si hoy es lunes o jueves, te estás volviendo loca ahí encerrada, necesitas salir, que te dé el aire fresco, quieres sentir el calor del sol en la piel. Hasta ahora no te habías dado cuenta de lo mucho que te gusta estar en la calle, te hace sentirte libre, ahora que te han impuesto este confinamiento empiezas a darte cuenta de lo libre que has sido hasta ahora, sin ningún tipo de toque de queda, sin castigos que implicaran no salir de casa...Te sientes claustrofóbica a pesar de lo amplio que es el apartamento.
La puerta se abre y Kitamura aparece con dos bolsas llenas de comida. Tu estómago suelta un quejido, no te habías dado cuenta de lo hambrienta que te sentías hasta ahora.
-Parece que vengo justo a tiempo.-Dice Kitamura mientras ríe.-Te he traído sushi ruso.
-Gracias.
Dices mientras te acercas a la cocina, coges un taburete y te sientas delante de la isla de la cocina. Kitamura va sacando la comida de las bolsas y después se sienta a tu lado y comienza a comer.
-Yo tampoco he tenido tiempo para comer, hoy ha sido un día ajetreado.
-Hum...-Dices mientas masticas.
-Este es un tema delicado así que me gustaría que me prestases atención _____-chan.
-No tengo opción, ¿verdad?
-No, no la tienes.-Dice Kitamura y después se ríe para suavizar sus cortantes palabras.-Necesito que me digas que es lo que ha estado haciendo tu madre últimamente.
-No lo sé.
-No es esa la respuesta que esperaba.
-Pero es la verdad, no lo sé.
Kitamura suspira y te mira con pena, no entiendes por qué, pero se ve a la legua que no es por algo bueno. Todo tu cuerpo se pone en tensión y te esfuerzas por tragar el trozo de sushi que tienes en la boca.
-¿Estás segura de que no sabes absolutamente nada? ¿No me mientes para protegerla, verdad?
-Claro que no.
-Lo siento ____-chan, pero no me convence...de verdad que he intentado conseguir información por las buenas, pero te niegas a cooperar y no podemos perder más tiempo...chicos, cogedla.
-Espera...¿qué?
Antes de que te de tiempo a reaccionar notas como unos fuertes brazos te agarran y te levantan de la silla. Te revuelves, das patadas al aire e intentas arañar al hombre que te sujeta. Sabes a dónde te llevan y te entra el pánico. No quieres ir allí, no a esa habitación en la que han torturado a más de diez personas en los últimos días. Gritas e intentas liberarte, pero es inútil.
Kitamura abre la puerta roja y se echa a un lado para que el hombre entre contigo en brazos. Te sientan en la silla que hay en mitad de la habitación. Luchas con todas tus fuerzas intentando librarte de lo que se avecina, pero tu fuerza es insignificante comparada con la de aquella mole. Las lágrimas empiezan a correr por tus mejillas cuando te ajustan las correas que te pegan las manos a la silla y después la de los pies. No es que no supieras que este día llegaría, habías pasado unos días demasiado tranquilos, habías sido una ilusa por soñar con que no te harían nada.
Alzas la vista pero en vez que fijar la vista en el hombre que tienes delante miras a Kitamrura con una mezcla de sentimientos que van de la traición al enfado.
-Muy bien ____-chan, te lo preguntaré una vez más, ¿qué ha estado haciendo tu madre este último año?
-No lo sé.-Dices con la voz entrecortada.
Kitamura suspira y le hace una señal al hombre que tiene delante.
El puño se estrella en tu cara antes de que te dé tiempo siquiera a verlo venir. Notas como la sangre empieza a correr desde tu pómulo hasta la barbilla. Gritas. Lo más seguro es que te haya roto el maldito hueso. Aprietas los dientes fuertemente para evitar soltar otro grito. Has visto suficientes pelis de acción como para saber que esto es lo más suave que pueden hacerte, quieres ser como los protagonistas de esas películas, escupir la sangre y dedicarle a tus atacantes una mirada de superioridad, pero no puedes, el dolor es tan agonizante que apenas puedes aguantar las ganas de chillar.
-¿Qué hizo tu madre el último año _____-chan?
-¡No lo sé!.-Gritas-Nos abandonó, a mi hermano, a mi padre y a mí. Se fue de casa sin dar explicaciones.
-No eso lo que me han dicho...no hagas esto más difícil, a mí tampoco me gusta esta situación.
-Te estoy diciendo la verdad....-Susurras.
Kitamura suspira y vuelve a hacer la señal.
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Para cuando finalmente te sacan de la sala tienes un pómulo roto, el labio partido, un ojo morado y varias marcas en el resto de la cara que seguramente se convertirán en moratones.
Te tiras en el sofá y te haces una bola.
-Seguiremos con esto día a día hasta que te decidas a hablar.-Dice Kitamura mientas se sienta a tu lado y te ofrece un pañuelo para limpiarte la sangre.
-He llamado a un médico, vendrá a coserte las heridas.
Bufas y sueltas una risa irónica. Te parece tan ridículo que llamen a un médico para que te atienda las heridas cuando son ellos mismos los que te las han causado.
-Vendrá en unos minutos.
No dices nada, te limitas a coger el pañuelo y te secas la sangre antes de que esta empiece a secarse.
Tal y como dijo Kitamura el médico no tarda mucho en llegar. En cuanto te ve deja caer la bolsa al suelo. Te mira con los ojos como platos y después se gira para mirar a Kitamura con el ceño fruncido.
-¿Habéis viajado en el tiempo y habéis secuestrado a Yukiko de pequeña?
-Es Haizaki _____, su hija.
-¿Habéis secuestrado a una menor y le habéis dado esta paliza?
-¿Menor?.-Pregunta Kitamura.
-Estás en primero año de secundaria, ¿verdad?.-Te pregunta el médico.
Asientes con la cabeza lentamente, no tienes ni idea de qué va todo esto y qué importancia tiene que aún seas menor.
-Por Dios...-Dice el médico mientras se arrodilla delante de ti y examina tu cara.-Te han dado fuerte eh.
No dices nada, te limitas a mirarlo por su paraciencia no es que tenga mucho más de veinte años. Sus ojos son grises y su pelo es castaño claro, te suena de algo, pero no eres capaz de ubicarlo en tu cabeza.
-¿Sabes? Tú no deberías estar aquí, no deberían haberte involucrado en todo esto...-Suspira el hombre mientas empieza a desinfectarte las heridas y saca una aguja medicinal e hilo.
-Eso no es asunto suyo Shinra-san.
-Sí, sí, ya lo sé.-Suspira e hombre a la vez que saca una pequeña jeringuilla que contiene anestesia.
No sientes absolutamente nada mientas que Shinra comienza a coserte las heridas, lo hace con una precisión increíble, como si hiciera este tipo de cosas a todas horas, como si trabajar para los yakuza fuera lo más normal del mundo. Cuando finalmente termina de coserte se acerca tu oído y te susurra: ''Te sacaré de aquí, aguanta todo lo que puedas...''
Lo miras con los ojos como platos y como respuesta el médico te guiña un ojo y se coloca el dedo índice en los labios haciendo el gesto internacional de silencio.
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KnB y tú.// Kise Ryouta x Reader.
FanfictionTu nuevo curso escolar en el instituto Kaijo no va a ser ni de lejos tan tranquilo como esperabas y aún menos cuando el playboy Kise Ryouta se dedica a romper los corazones de la mayoría de las chicas del instituto, ¿podrás salvarte tú del encanto d...