Capítulo 44

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Las heridas te siguen doliendo muchas horas después de que te hayan atendido, en momentos como estos te alegras de que en los últimos años hayas adquirido una tolerancia al dolor por encima de la media, cualquier persona normal se habría desmayado en mitad de aquella habitación.

Estás tumbada bocarriba en la cama de la que lleva siendo varios días tu habitación. Es un lugar acogedor, ni muy grande ni excesivamente pequeño, te recuerda a tu cuarto, solo que el espejo de esta estancia no está roto como el tuyo. Llevas días esperando que aparezca Orihara Izaya, pero aún no ha hecho acto de presencia, a lo mejor su trabajo solo era entregarte a estas personas, no lo sabes, pero quieres volver a verlo, quieres vengarte.

Le das vueltas a las palabras de aquel médico...dijo que va a sacarte de aquí, ¿cómo tiene pensado hacerlo? Él no parecía muy fuerte, no tendría ninguna oportunidad contra los gorilas que custodian la entrada al edificio, por no hablar el hombre que vigila la entrada al apartamento. Además, el apartamento está lleno de cámaras de seguridad, en todos lados excepto el baño, si alguien intenta algo el señor Kitamura lo sabrá enseguida. Suspiras. No debes confiar en la palabra de ese hombre, no lo conoces, a lo mejor Kitamura le dijo que te dijera esas cosas para que no pierdas la esperanza, para que puedas aguantar las sesiones de tortura que te tiene planeadas, que tengas algo a lo que aferrarte para que no cometas ninguna estupidez...

Tus pensamientos se ven interrumpidos por un fuerte estruendo. Te levantas de golpe y miras la hora que marca el reloj, son las tres de la madrugada. Te levantas de la cama y sales del cuarto a ver qué ha pasado.

Cuando llegas al salón lo primero que te encuentras es el cuerpo inerte del guardia. Te tapas la boca para no vomitar. El hombre tiene un brazo torcido en un ángulo muy extraño, y algo parecido al cubo de basura de la cocina está tirado al lado de la cabeza del hombre que no deja de sangrar, es obvio que le han dado un buen golpe con eso.

Cuando levantas la vista tus ojos se encuentran con otros de color marrón claro que te miran inquisitivos. El hombre tiene el pelo rubio y despenado, lleva unas gafas de sol y algo que se parece al uniforme de un camarero.

-¿Tú eres la hija de Yukiko, verdad?.-Te pregunta con brusquedad.

-S-sí, soy yo...

-Bien, vamos, ven conmigo, vamos a sacarte de aquí antes de que vengan más de ellos.

Al parecer te has quedado paralizada mirándole perpleja, porque el hombre suspira, suelta una maldición, se acerca a ti y te coge en brazos como si fueras una princesa.

-Agárrate fuerte.-Te advierte.

Haces caso y le pasas los brazos por el cuello y hundes tu cabeza en su pecho, entonces él echa a correr como un poseso escaleras abajo. Os cruzáis con un par de guardias más, pero el rubio los derriba con una sola mano mientras que con la otra sigue sujetándote. No es que tú peses demasiado, pero sí lo suficiente como para que no sea posible que te carguen con un solo brazo, pero entonces abres los ojos como platos cuando ves cómo el chico levanta la mesa del portal del edificio con una sola mano y la arroja contra los guardias.

Decides no preguntar, no es el momento. Cuando finalmente llegáis a la calle una camioneta que reconoces como la del amigo de Kadota está esperándoos en la esquina. Pero justo cuando estáis a punto de llegar a ella, por la esquina contraria aparecen un par de coches de los que se bajan diez hombres armados. El rubio maldice y te deja en el suelo, entonces se gira hacia ti, te pone las manos en los hombros y te mira fijamente.

-Yo voy a encargarme de ellos, tú corre sin mirar atrás, ¿me has entendido?

-Pero son diez personas...¡no puedo dejarte solo contra ellos, te matarán!

-¿Y qué harás si te quedas? Solo vas a estorbarme, no parece que sepas luchar, así que en vez de ser una carga mueve tu culo hacia la camioneta y déjame pelear tranquilo.

-Pero...

-¡Corre!.-Te grita.

-Por lo menos dime tu nombre...

- Hewajima Shizuo.

-Gracias por salvarme Hewajima-san...

Dicho esto das media vuelta y echas a correr hacia la camioneta de Kadota. Cuando las puertas traseras se abren lo primero que ves es el rostro de Kise. No puedes soportarlo más, las lágrimas aparecen en tus ojos mientras corres, cuando finalmente llegas a la camioneta te tiras a los brazos de Kise y ambos caéis en el suelo de la parte trasera de esta.

Hundes el rostro en el vientre de Kise mientras él te abraza con una mano, enreda los dedos de su mano libre en tu pelo y apoya la frente en tu coronilla. Notas como ligeras gotas empiezan a caer sobre tu cuero cabelludo, y el ligero temblor de su cuerpo te indica que está llorando. Te pegas más a él, intentando recordar cómo cada músculo de su cuerpo se amolda perfectamente a tus curvas.

Entonces oyes como Aomine se aclara la garganta y después os mira.

-¿Podrías dejar el feliz reencuentro para después, parejita?

-¡Aomine!-Dices cuando vuestras miradas se cruzan, y después desvías la mirada hacia el pelirrojo que está al lado del chico de pelo azul.-Sei...¿qué hacéis aquí?

-Kise nos pidió ayuda.-Dice Akashi.-¿Qué te ha pasado en la cara?

-Ah...-Te llevas una mano a la cara y acaricias el hilo que atraviesa tu labio.-Digamos que los hice cabrear.

-Chicos, agarraos a algo.-Grita Kadota desde uno de los asientos de delante.

Pero antes de que os de tiempo a buscar algo a lo que sujetaros la furgoneta da una fuerte sacudida y se inclina hacia la derecha, Aomine y Akashi caen sobre vosotros y te aplastan bajo su peso. Entonces el camión da otra sacudida y se coloca en una posición normal.

-¿Qué coño pasa?.-Pregunta Aomine casi gritando.

-Nos están persiguiendo.-Contesta Kadota en el mismo tono.

KnB y tú.// Kise Ryouta x Reader.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora