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Tiempo atrás.

Haneul caminaba por las solitarias calles, era de noche.
No quería ir a casa, el estaría esperándola fuera de casa.

Su hermano no llegaría hasta pasado mañana, no quería volver a sufrir más.

Su corazón latía con rapidez, ya no podía aguantar más, ya no quería seguir viviendo.

—¿Por qué no me llevas contigo, mamá?—Decía Haneul sollozando.

El seguía lastimandola, el la dañaba y luego decía que la amaba.
Haneul no lo quería, sentía desprecio hacia el.

—¿Por qué dejas que siga sufriendo?—Decía sollozando.

Días atrás JaeJoon la había llevado a una habitación de hotel, este yacía abandonado.

Allí estaban todos los bravucones, la habían lastimado.

Ella gritaba, pero JaeJoon la había tapado la boca con un trapo.
Ellos quemaron con una plancha su cuerpo, golpeandola.

Su vida es una tortura, no podía aguantar más, no quería seguir sufriendo un día más.

—Me duele mucho—Decía sollozando, apretando sus quemaduras.

Se lanzó en la nieve, poniendo la nieve en las quemaduras así para que aunque sea dejara de doler.

Ella negaba abrazándose, sollozando en silencio.

Su pómulo hacia de sangre al igual que su cena y su labio, su cuerpo de cicatrices, quemaduras que nunca se borrarán de su piel.

La vibracion en su celular se hizo presente, haciendo que la menor temblara del temor a que el volviera.

Maldito
Maldita sea, contestame el pitó celular.

Haneul miró hacia todos lados, teniendo el nudo en su garganta.

No podía aguantar más, y así lo hizo.

Puso piedras en sus bolsillos, haciendo que sí se lanza al lago su cuerpo no flote.

—Este será el día en que deje de sufrir, ya no será más dolor—Decía Haneul en un susurro audible.

Se lanzó al lago, hundiéndose.

Pero no sabía que cierto chico estaba corriendo hacia ella para salvarla.

Se lanzó al lago aún teniendo ropa y zapatos, agarrando a Haneul por la cintura así sacándola.

La menor abrió los ojos, teniendo la respiración agitada.

Allí estaba el, Doyeong la había vuelto a salvar.

—¿¡Por qué lo hiciste!?—Gritó el exaltado, asustado.

Haneul se rompió a llorar, sollozando en silencio.

—Debiste dejarme morir, ya no aguanto—Decía sollozando.

Doyeong frunció el ceño, su corazón casi para al ver las quemaduras en los brazos y piernas de la chica.

—¿Quién te hizo eso?—Dijo el.

Haneul levantó su mirar, sintiéndose temblar.

—No podrás hacer nada, ellos tarde o temprano me asesinarán—Decía sollozando—Debiste dejarme morir, ya no quiero sufrir mas—Decía apretando los puños.

El negó.

—¿Piensas que con eso se solucionará? Nada se solucionará si no lo confrontas, no debes de ser cobarde si se trata de ti—Dijo el.

Haneul negó—No lo comprenderás—Dijo ella en un susurro audible.

El negó —Lo entiendo, y se que esas personas están en tu misma escuela. No te debes de ver débil ante ellos, debes de ser fuerte si no quieres que te sigan lastimando. Ellos te dañaron, tu asesinalos—Dijo el.

Haneul levantó la mirada, el la miraba con seriedad.

¿Asesinarlos...?

.

.

Actualidad.

—¿Que no sospechas? Es obvio que esta muerto—Decía Haneul.

DongEun asintió levemente, pensativa.

—¿Viste a la señora amable? Me preocupa—Dijo Haneul.

DongEun fijó su mirada en ella.

—Ella rechazó mi llamada—Dijo en un susurro audible.

Haneul dio un chillido, tapando sus labios.

—Ese maldito perro le hizo algo, vamos, déjame asesinarlo—Decía ella con euforia.

Quería hacerlo pagar, los hombres como el no deberían de existir.

Esa era la respuesta, el no va a volver a existir.

.

Soomin junto a Yesol fueron hacia los columpios.
Soomin tenía temor a volverse a encontrar al profesor Chu.

—Soomin—Dijo el maestro.

Soomin sintió palidecer, volteando con lentitud. Allí estaba el con su sonrisa amable, ¿pero porque no daba las vibras de que si era amable?

—Yesol,ve a jugar con tus demás amigas, yo tengo que hablar con Soomin—Dijo.

La menor asintió corriendo hacia sus demás amigas.

El maestro Chu acarició los castaños cabellos de la menor, haciendola sentir incomoda.

—Pequeña, lamento si ese día te incomodé.. Sabes que te aprecio, no me gustaría que sientas disgusto—Dijo fingiendo una sonrisa triste.

La menor levantó la mirada.

—Mamá dijo que nadie podía agarrar mis piernas—Decía la menor en un susurro audible.

El maestro asintió, maldiciendo a sus adentros.

—Tu madre tiene razón, yo quise acomodar tu falda para que nadie malinterpretara. Disculpa, Soomin—Decía fingiendo tristeza.

La menor asintió levemente.

—Si vuelve a tocar mis piernas le diré a mi mamá y a la maestra Moon—Dijo la menor.

El maestro asintió levemente.

Soomin no era tonta

The glory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora