"Capítulo 6"

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El sonido de una pequeña campana atrajo la atención de Alex y Dylan. Al fondo de la cocina, una señora de mediana edad estaba parada sacudiendo aquella campana, llevaba puesto un gorro de cocina y un mandil.

—Vaya que hicimos tiempo para la comida —agregó Dylan mientras aún pensaba sobre las cosas que Alex le había contado. No entendía cómo Alex había podido mantenerse estable ante todo lo que había vivido.

—Me moría de ganas de poder volver a comer esa deliciosa comida una vez más —agregó Alex mientras se paraba de su lugar.

—¿Una vez más? —preguntó Dylan mientras caminaba junto a Alex en dirección a la cocina.

—Sí, cuando llegué ayer, Jared nos dejó aquí para comer algo antes de dormir —agregó Alex— Y una señora algo grande de edad llamada Sonia, nos sirvió un plato lleno de una pasta deliciosa. Nunca antes había comido algo así.

—Entonces ya conoces a nuestra cocinera estrella —agregó Dylan— Ella cocina siempre puros manjares, ayer no sobró ni un buñuelo, pero hoy los pruebas, tienes que, es lo mejor de este lugar.

Al llegar a la cocina se formaron una fila que iniciaba enfrente de una especie de barra metálica. Era lo más parecido a aquellas barras que estaban en los comedores escolares, donde todos se formaban para la comida del receso.

Era una barra de comida bastante variada. A pesar de la casi extinción humana, la comida era algo que siempre estaba presente, pero no era solo por los cultivos que tenían a las afueras del campamento. Todo era gracias a Sonia, era increíble cocinando, sacaba recetas aún de las sobras. Era como si sus manos hicieran magia al cocinar.

En aquella barra había carne, pasta, sopa, su famoso pastel apocalíptico, frutas, una especie de gelatina y lo más importante, sus famosos buñuelos. El agua era algo que también estaba presente. Habían encontrado la manera de filtrar el agua de la lluvia y el mar.

Dylan fue el primero en pasar y después Alex. Los platos eran de metal al igual que los vasos, ambos agarraron un plato y se sirvieron carne junto con una porción de pasta. Antes de que se retiraran de la barra, Dylan agarró dos de los famosos buñuelos, para después darle uno a Alex. Se dirigieron a la mesa donde anteriormente estaban sentados, pero ahora había personas sentadas a los alrededores.

—Es increíble cómo es que ustedes tienen estos recursos, a pesar de la situación —agregó Alex mientras se sentaba.

—Pues todo es gracias a Héctor —agregó Dylan— Él inventó varias cosas para el alimento, nos dio una manera de purificar el agua, varios métodos para hacer crema o pasta. También nos dio de nuevo la energía, aunque de manera pequeña, el campamento es el único lugar en toda la ciudad que tiene energía, realmente no hubiéramos sobrevivido sin sus inventos.

—¿Héctor? —preguntó Alex— ¿Y dónde está?

—Él... Murió —agregó Dylan mientras se metía una cucharada de pasta a la boca.

—¿Murió? —preguntó extrañado Alex.

—Murió hace 3 años, en una exploración en la ciudad. Su grupo se equivocó de camino y una de esas naves los vio, nadie sobrevivió. Días después, Jared encontró los cuerpos. Y en su honor construimos un monumento, está a las afueras del campamento.

—Lo siento —agregó Alex— Como es que una persona bondadosa merece la muerte ¿Acaso esas cosas no tienen corazón?

—Supongo que no —respondió Dylan.

Mientras comían en medio del griterío de los habitantes y las risas, un grupo de personas gritó el nombre de Dylan. Eran Tres hombres y una mujer, traían su ropa algo desgastada y sucia, sobre sus cabezas tenían puestos unos tipos de lentes protectores junto con un cinturón de cuero, que tenía un cuchillo colgando.

—Dylan, esas personas de atrás te hablaron —agregó Alex mientras los señalaba.

—Si escuche, pero no quiero que vengan, son extremadamente molestos —agregó Dylan mientras agachaba la cabeza.

—Pues es demasiado tarde —agregó Alex— Vienen hacia acá.

—Parece que tiene un amigo nuevo.

—Y se ve de tu edad, vaya que es un milagro.

—¿Cómo te llamas rubiecito?

—Me llamo Alex, ¿y ustedes quiénes son?

—¿Dylan no te ha hablado de nosotros?

—Mmm no ¿debería?

—¿Tanto te molesta que no puedas ir con nosotros, que no le hablas de nosotros a tu nuevo amigo?

—Es un poco patético la verdad.

—Dejalo Max, no seas tan pesado con él, le vas a provocar pesadillas.

Los cuatro jóvenes se rieron al unísono.

—Alex te presentó a Liam, Oliver, Mia y Max —agregó Dylan mientras levantaba la cabeza de la mesa— Son parte del cuerpo de exploración.

—Soy Liam —agregó un joven de mediana estatura, pelo corto de color café, tez blanca y de ojos cafés.

—Yo Oliver —agregó un joven de alta estatura, pelo corto de color negro, tez negra, algo musculoso y de ojos negros.

—Yo soy Max y también soy líder de mi escuadrón —agregó un joven de alta estatura, pelo corto de color negro, tez blanca, también algo musculoso y de ojos azules.

—Y yo soy Mia, gusto conocerte —agregó una joven de mediana estatura, pelo largo de color café, tez blanca y de ojos café claro.

—Bueno, los dejamos terminar, vamos con Jared a hablar sobre la exploración —agregó Max— Y ya no llores Dylan, pronto vendrás con nosotros.

Los cuatro jóvenes se retiraron de la mesa mientras su risa se perdía entre los griteríos de los habitantes.

—¿Por qué dejas que te molesten? —preguntó Alex mientras comía un pedazo de carne— Solo porque sean más grandes que tú no tienen derecho de hacer lo que se les plazca.

—Son mis amigos, aunque no lo creas —agregó Dylan— Después de varios años de estar sin nadie de mi edad, solo me quedaba convivir con los mayores, pero no tan mayores. Esos cuatro tienen entre 26 y 28.

—Pues yo no trataría así a mis amigos —agregó Alex— Y por la edad que tienen ya deberían de haber madurado. Por cierto, ¿por qué dijeron que te molesta que no vayas con ellos?

—El cuerpo de exploración es donde siempre quise entrar, siempre he querido adentrarme en las ruinas de la ciudad —agregó Dylan— Pero mi padre puso una tonta regla y no puedo acompañarlos, no hasta que tenga 17 años.

—¿Y cuántos tienes? —preguntó Alex.

—Tengo 16 —respondió Dylan.

—¿¡Tienes la misma edad que yo!? —agregó Alex asombrado— Pensé que eras mayor.

—¿¡Tú pensaste que yo era mayor!? —agregó Dylan sorprendido— Tú sí pareces mayor que yo. Tienes más madurez que yo y que ellos.

Mientras terminaban de comer lo último en sus platos, del techo de madera, se abrieron varias compuertas. Varios patos de goma salieron colgados de varios hilos. Alex no entendía nada, pero al voltear a ver a las otras personas y a Dylan supo que no era algo bueno.

—¿Dylan, qué pasa? —preguntó Alex mientras le daba un mordisco a su buñuelo— Realmente está delicioso.

—Alex —agregó Dylan con voz seria— Escóndete debajo de la mesa, no puede estar pasando, nunca había pasado ¿Por qué ahora?

—Dylan, ¿por qué debo de esconderme? —agregó Alex mientras dejaba su buñuelo sobre el plato— Porque todos se callaron, ¿Dylan qué está pasando?

—Esos patos, es una alarma silenciosa, para poder avisar del peligro sin necesidad de hacer ruido —agregó Dylan mientras volteaba desesperadamente a todos los lados— Jamás se había activado, nunca en todos los años que he vivido aquí.

—¿Alarma? —preguntó Alex extrañado— ¿¡Alarma de qué y porque silenciosa!? ¿¡Qué significa esa alarma!? ¿¡De qué nos está avisando!?

—Esa alarma significa peligro —agregó Dylan— Significa que el campamento está en peligro, por "ellos".

Heaven of death Fire rainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora