Heaven of death Fire rain

"Capítulo 24"

Sintió un leve dolor en el estómago al terminarse la lata. Puso la lata vacía junto con la cuchara a un lado de él, volteo hacia a Alex para ver si este ya había acabado con su lata. Se sorprendió al verlo devorar la lata con rapidez, no tenía ni un signo de malestar en su rostro, parecía disfrutar la carne por completo. Realmente a Dylan le impresionó que no hubiera hecho ninguna cara de asco, él casi se había vomitado. Recordó el hecho de que él había sobrevivido en esa ciudad con su madre durante años. Era probable que esa hubiera sido su comida durante esos años, por eso había disfrutado demasiado la comida del campamento, era como si fuera lo más preciado que tenía en el mundo. No lo había dicho, pero no hacía falta, sus gestos de su cara eran más que necesarios para saber lo que pensaba. Dejó de ver a Alex para dirigir su mirada hacia el hombre que estaba tirado sobre el suelo. Le sorprendió el hecho de que siguiera tirado y no hubiera hecho ningún movimiento, tal vez aquella joven lo había matado del susto.

Grace atravesó la cortina con Timothy entre sus brazos, estaba dormido. Camino hacia la mesa de metal y acostó a Timothy sobre esta. Lo sacudió levemente para despertarlo.

—Hijo, ya es hora de cenar —dijo Grace mientras le quitaba los cabellos de su frente que estaban pegados por el sudor— Vamos, también te van a curar ese pie.

Dylan se levantó y agarró la caja metálica que Alex había puesto a su lado. Se acercó a la mesa y puso la caja a los pies de Timothy. Levantó con cuidado el seguro oxidado de la caja y la abrió con ciudad, no quería romper las bisagras oxidadas de esta. Dentro de la caja había varias cajas amarillentas de pastillas junto con varios guantes de látex de un azul deslavado y dos rollos de vendas a medio usar. Timothy se sentó al ver que Dylan había empezado a sacar una de las vendas de la caja. Su madre empezó a quitarle su tenis, para después seguir con la calceta.

Después de que Grace terminará, Dylan se acercó a su pie con la venda extendida entre sus manos. Empezó a envolver su pie desde la parte superior del tobillo dejando su talón descubierto. Timothy hizo una expresión de dolor pero no dijo nada. Dylan siguió envolviendo por la parte del dorso del pie dejando sus pequeños dedos destapados. Tenía que asegurarse de que la venda no quedara tan apretada, pero tampoco floja.

—Listo —dijo Dylan mientras se aseguraba la venda para que no se llegara a despegar— Tendrás que evitar caminar por un tiempo, para que tu tobillo sane.

—Gracias —respondió Timothy con algo de sueño.

—Vuélvete a dormir si quieres —agregó su madre— Después comes.

Timothy asintió con la cabeza y se volvió a acostar sobre la mesa. Cayó dormido a los pocos segundos.

—Muchas gracias —dijo Grace mientras le daba un apretón de manos a Dylan.

—No hay de que, gracias a ustedes por su hospitalidad con nosotros.

—Es lo menos que podemos hacer por haber salvado a Timothy, si quieren duerman un poco en lo que Avery vuelve con Jack. No falta mucho para que amanezca, necesitaran energías para su viaje. Ian pasame una lata.

Dylan cerró la caja y la dejó sobre la mesa para irse a sentar de nuevo junto a Alex. La madre de Timothy tenía razón, necesitaban descansar, pero no podían. Necesitaban hablar con Jack. Si realmente era cierto que no había salida de la isla, no podrían ir por su padre. Necesita saber cómo salir de Manhattan. Aguantaría toda la noche si era necesario. Alex parecía pensar lo mismo, no tenía ninguna intención de dormir.

Los demás se acostaron sobre el suelo para descansar un poco a excepción de ellos y Grace quien se quedó a un lado de Timothy.

Antes de que el cansancio le ganara a Dylan y sus ojos se cerrarán por completo. Se escuchó el abrir de las puertas de metal que estaban detrás de la cortina. La joven junto con el hombre la cicatriz que había visto en la fogata atravesaron la cortina. Dylan y Alex se levantaron en cuanto este entró a la habitación. Traía puesto un uniforme militar con un par de botas negras. Su rostro lleno de arrugas, la gran estatura que tenía, su cabello y barba canosos junto con la cicatriz lo hacían ver intimidante.