Heaven of death Fire rain

"Capítulo 33"

Recupero la conciencia algo lento, se sentía adolorido y con el cuerpo algo pesado. Su vista algo borrosa, poco a poco enfoco su entorno, la gran mancha borrosa de color beige que tenía frente a él empezó a tomar forma. Era una gran tela algo desgastada que actuaba como un techo. Estaba acostado sobre una especie de cama, la cual no tenía sabanas, solo una tela que cubría el colchón y una almohada algo flaca. Esta estaba pegada a un muro hecho de la misma tela que la del techo. Una fina capa de arena cubría la cama y su rostro.

Volteo a su costado izquierdo, estaba rodeado por cuatro paredes hechas de aquella tela, la cual estaba sostenida por cuatro polines de madera. Uno en cada esquina. En medio de la habitación había un polín más grande y ancho que levantaba un pico en el techo de tela. Todo el lado izquierdo de la habitación estaba lleno de cajas de madera.

Sus manos estaban envueltas por una venda limpia y nueva, que dejaba libre sus dedos, alguien qué sabia vendar o un doctor le había cambiado la venda improvisa que tenía. Se sentó lentamente sobre la cama con algo de mareo, un olor de comida capturó su atención por completo.

Al lado de la cama había una caja de madera, sobre esta había un plato metálico lleno de lo que parecía ser una sopa, con una cuchara metálica que tenía la mitad sumergida en esta y un vaso de agua al lado del plato.

Su estómago rugía de hambre y su boca estaba más seca que el sol. Sin pensarlo se acercó a la caja rápidamente , no sabía si quería tomarse primero el agua o comerse la sopa. Tal vez haría ambos. Al poner sus pies sobre el suelo se sobresaltó un poco, el suelo estaba totalmente cubierto de arena algo fría. Lo ignoro por completo y se apresuró a agarrar el plato junto con el vaso.

De un sorbo se acabó el vaso, una lágrima se escurrió sobre su mejilla al sentir como su garganta y labios se humedecían por el agua. Jamás había estado tan agradecido y feliz de poder beber agua. En cuanto se acabó el agua devoro la sopa lo más rápido que su boca le permitía, saber de qué era no le importaba mucho en ese momento, solo quería comer.

Cada cucharada que se metía a la boca era gloriosa, la sopa tenía varios pedazos de carne que lo hicieron sentir como si estuviera probando el cielo mismo. También había un que otra verdura que no pudo distinguir, pero el sabor de estas era grandioso.

Mientras se terminaba la sopa, una persona entro a la habitación por una abertura que había desde la mitad de la pared que estaba frente a la cama hasta el suelo, al parecer era la puerta. Un hombre alto, algo delgado, de tez blanca. Pelinegro algo corto, con una nariz algo ancha, pero con la punta suave algo levantada. Entro a la habitación. Traía puesto un pantalón café claro con varias bolsas, botas negras anchas, una chaqueta café oscuro y una playera blanca. Sobre su cuello había una especie de tela negra que lo rodeaba por completo. Cuanto el hombre vio a Dylan sentado salió corriendo del lugar.

Varios segundos después volvió acompañado de otro hombre. Era igual de alto, pelinegro corto, tenía un par de ojos verdes que resaltaban en su rostro claro, una mandíbula marcada y una seriedad que abundaba por todo su rostro. Vestía un pantalón café oscuro igual que el del anterior hombre, una especie de gabardina negra llena de varias rasgaduras cubierta de arena, una playera negra que se camuflaba con la gabardina y unas botas negras. Sobre su cuello traía la misma tela que el anterior hombre, solo que de color café, sobre su cabello tenía unos lentes algo extraños. Eran circulares, algo gruesos y una cuerda que rodeaba la parte superior de su cabeza. No parecía que los usará para ver, más bien eran como una protección.

El hombre de gabardina camino hacia Dylan, este se alejó un poco en cuanto este se puso de cuclillas aun lado de la cama, su presencia era algo imponente, incluso con la gabardina se notaba que el hombre tenía una gran fuera y físico. Se notaba como las mangas de la gabardina estaban a nada de reventarse con sus brazos.