"Capítulo 11"

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Se sintió en una especie de vacío mientras dormía plácidamente, era la primera vez que sus pesadillas no lo habían hecho saltar de su cama. Era como si todo a su alrededor hubiera desaparecido para nada más quedar él en un lugar oscuro, suspendido en el aire, podía sentir incluso una ligera brisa golpeando su cara. La cual probablemente entraba por la ventana que había dejado abierta el día anterior.

Era algo que siempre había anhelado. Poder descansar sin que nada le preocupara, sin que su mente empezará a sobre pensar todo o sus pesadillas lo despertaran.

Mientras flotaba en aquel vacío oscuro, pudo sentir un leve temblor en todo su cuerpo. Era como si alguien estuviera moviendo la cama donde estaba acostado, la cual no sentía, lo que se le hacía extraño era que aquel temblor cada vez se hacía más constante y fuerte. Era como si algún tipo de animal extremadamente grande estuviera caminando hacia él y con cada pisada que daba el suelo temblaba al igual que todo su cuerpo.

Abrió los ojos al sentir aquellos temblores cada vez más fuertes. Una luz extremadamente brillante entraba por la ventana que tenía arriba de él. Su respiración se detuvo por un momento, apretó con sus puños las sábanas que tenía debajo de él y se quedó totalmente quieto. Eran "ellos".

Los leves temblores que había sentido antes no eran de ningún animal, eran de las naves que estaban sobrevolando arriba de él, haciendo que la estructura se sacudiera. A lo lejos podía escuchar una especie de sonido metálico que chocaba contra el suelo.

Sabía que si se quedaba ahí, sería víctima una vez más de aquella luz de la muerte, y nada le aseguraba que podría sobrevivir una vez más a eso. Tenía que esconderse. Rodó sobre la cama en dirección hacia el suelo y se dejó caer, para después meterse debajo de la cama. Era el único escondite que tenía cerca, no podía pararse y buscar otro. Estaban sobre él, no tenía tiempo.

Podía sentir aquellos temblores cada vez más fuertes, la ventana que tenía arriba de él vibraba con cada temblor, en cualquier momento se rompería. Se acurrucó en forma de ovillo y cerró sus ojos, solo quería que aquel momento de desesperación y miedo terminara. Cuándo sería el día que pudiera descansar de verdad.

Con los ojos cerrados pudo escuchar un golpe afuera del cuarto, era como si algo grande estuviera golpeando la pared de concreto. De un momento a otro el sonido de algo derrumbándose resonó en la habitación. Un golpe en la estructura hizo sacudir por completo el suelo donde estaba acurrucado. Dylan no quería abrir los ojos, pero la curiosidad de saber qué era lo que estaba pasando a su alrededor era más fuerte. Abrió los ojos lentamente y una luz lo cegó por un corto tiempo.

Un gran espacio de aquel cuarto había desaparecido, podía ver el exterior desde lo que antes era un muro. A lo lejos podía ver como varias naves estaban sobrevolando sobre los edificios de la ciudad abandonada. Se dirigían hacia la costa, donde estaba el campamento, debía advertirles. Una de pata de metal atravesó la vista de Dylan haciéndolo salir de sus pensamientos, una de aquellas naves con forma de araña estaba pasando justo por encima de Dylan. Retrocedió hacia la oscuridad que había debajo de la cama junto a la pared que aún quedaba en pie y cerró los ojos.

Pasaron unos cuantos minutos cuando los temblores desaparecieron, al igual que el sonido metálico. Dylan abrió los ojos y se arrastró hacia afuera, donde antes lo había asustado aquella pata de metal. Parte del techo había desaparecido, al igual que dos paredes del lugar, podía ver el cielo nocturno sin necesidad de salir. No había nada que lo cubriera. La cama de sus padres se había esfumado por completo, ahora solo había un hueco gigante que daba al vacío. Corrió hacia la puerta de la habitación y la abrió de golpe. Se quedó petrificado al ver lo que había pasado.

No podía creer lo que estaba viendo. Era como si un gran viento se hubiera llevado todo. Partes del apartamento habían desaparecido por completo, solo quedaba el suelo y una que otra pared a medio destruir. El lugar está hecho añicos. Camino hacia la salida donde estaba la puerta de metal y el pasillo con aquel barandal de metal. Pero ahora ya no había nada de eso, solo había una masa de escombros que iban hacia abajo. Quería tirarse a llorar, pero en su interior sabía que no podía hacerlo, tenía que ir al campamento a avisarles. Tenía que advertirles que las naves habían vuelto.

Bajo por aquella masa de escombros, tratando de no caerse, era la única forma que tenía para poder bajar. En cuanto sus pies tocaron el piso salió corriendo en dirección al campamento.

No le importo el dolor ni el ardor de las leves cortadas llenas de polvo que tenía en su cuerpo, solo le importaba llegar a tiempo, esperaba que no fuera demasiado tarde para poder advertirles sobre el peligro, pero sus esperanzas se vieron opacadas en cuanto vio un gran fuego que se alzaba a lo lejos. Por la distracción no vio la grieta que había delante de él y tropezó cayendo de cara contra el pavimento, se levantó lo más rápido que pudo y siguió corriendo con lágrimas en los ojos, en su cabeza solo se repetía una oración.

Por favor que no sea verdad, por favor.

En cuanto llegó a la ladera que estaba junto al campamento, esa oración se desvaneció en el aire. Todo el ardor y el dolor de sus cortadas se intensificaron de un momento a otro, la adrenalina que tenía se había esfumado ante el paisaje que tenía frente a él. El campamento estaba en llamas.

Heaven of death Fire rainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora