Capítulo 3: Sam

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El domingo pasó mucho más lento de lo que me esperaba.

Pensé que tal vez serían los nervios para que llegara mi primer día de universidad.

Me levanté temprano y me di una palmadita en la espalda a mí misma al recordar que el día anterior había comprado mis cereales favoritos. Si había algo que me ponía de muy buen humor por las mañanas era el desayuno.

Después me pasé la mañana revisando todos los correos que había recibido de la universidad con el horario, las aulas y el nombre de los profesores.

Quería tenerlo todo preparado para que no hubiera ningún imprevisto.

Solo había visitado el campus el día que había ido a hacer la matrícula y me había parecido completamente increíble.

Era enorme.

No tan solo había un edificio, sino que tres o cuatro. Allí se impartían carreras de letras y ciencias sociales así que estaba segura de que mañana iba a ver a un montón de gente de todo tipo y eso me entusiasmaba demasiado.

A la vez también me preocupaba perderme y llegar tarde a alguna clase. Al parecer no todas se impartían en el mismo edificio así que por si acaso apunté en una libreta el nombre de cada aula y el lugar donde se encontraban. De esa forma podría guiarme sin tener que preguntar a alguien y quedar como una auténtica pardilla.

Mis nervios fueron aumentado a medida que pasaba el día, aunque sinceramente ya no eran solo por la inquietud de pensar en el día de mañana, sino por lo que me había respondido Kelsie:

<<Habla con él. Aun le importas>>.

<<Le he dicho que le llamarás. Ya que lo tienes bloqueado...>>.

¿¿Cómo??

¿¿Que había hecho qué??

¿¿Es que se había vuelto loca??

Si lo tenía bloqueado era por qué no quería saber absolutamente nada más de él.

No lograba entender por qué Kelsie se estaba comportando de aquella manera, cuando durante el verano había parecido que estaba totalmente de acuerdo con mi decisión.

¿Por qué le quería ayudar?

Pensaba que estaba de mi parte.

No podía creer que fuera mi segundo día en Londres y ya no pudiera parar de darle vueltas a lo que habría pasado por su cabeza para decirme eso.

Tal vez Austin se había emborrachado un montón, cómo solía hacer siempre, había empezado a lloriquear por las esquinas y Kelsie había decidido hablar con él y ayudarle.

Era la opción que me parecía más lógica.

Austin había sido mi primer amor.

Habíamos ido juntos a clase desde muy pequeños y ya hacía mucho tiempo que también pertenecíamos al mismo grupo de amigos, pero al empezar el instituto había dejado de verle como a un simple amigo.

Unos años atrás, durante una acampada que habían organizado los de clase para celebrar el fin de curso, habíamos estado hablando a solas y él me había confesado que también sentía algo por mí.

Esa noche había sido mi esperadísimo primer beso y no podía haber sido con nadie más que no fuera él.

Nos habíamos hecho inseparables desde ese momento. Lo hacíamos todo juntos. Me podía pasar días en su casa o él en la mía. De hecho, se llevaba muy bien con papá, tanto que hasta habían llegado a quedar ellos solos para ver el fútbol en mi casa.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora