Capítulo 7: Blake

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Esa noche estaba satisfecho.

Al parecer el concierto no había sido una puta mierda.

De todos los que habíamos hecho hasta ahora, era el que había salido mejor y sorprendentemente, el que había disfrutado más.

No había pensado en absolutamente nada durante la hora y media en la que había estado subido en el escenario y eso era algo bastante inusual.

En mi mente tan solo había habido espacio para la cantidad de gente que había ahí gritando, bailando y disfrutándolo al máximo. Y al tocar el acorde final de la última canción, no podía creer que todo hubiera pasado tan rápido y sin casi ningún imprevisto o error.

Por fin, joder.

Supongo que de eso se trataba.

¿No?

Por eso había trabajado tan duro esas últimas semanas.

Y aunque había tocado algunos acordes mal y había desafinado un par de notas, cosa que me iba a torturar durante días, parecía que nadie se había dado cuenta. Aun así, tendría que dedicarle bastante tiempo a lo que había fallado para poder mejorarlo la próxima vez.

Cuando por fin acabamos de recoger todo el equipo del escenario y dejarlo de vuelta en mi coche, me ocupé de que mi Gibson volviera a estar afinada e impecable para poder ensayar al día siguiente.

La verdad es que no podía quitarle el ojo de encima. Nunca lo había hecho.

Era preciosa.

Aun recordaba el día que la había comprado. Había ahorrado todo el sueldo de casi medio año trabajando de camarero en un bar de mala muerte y el mismo día que había conseguido reunir el dinero me había ido corriendo a la tienda de música. Siempre había soñado con comprarme la misma guitarra que aparecía en uno de los posters de casa del abuelo.

Y hasta que no había tenido en las manos a la mismísima Gibson les Paul no había podido creerme que esa maravilla existía de verdad.

Si hubiera sido una persona, llevaría años casado con ella.

Y lo digo de verdad.

Cuando terminé con la guitarra y la dejé, muy a mi pesar, en el maletero del coche el medio de uno de los barrios más frecuentados de la ciudad, me fui con los ojos cerrados a la barra del bar. Necesitaba recuperar fuerzas y la verdad es que unos cuantos litros de cerveza no me iban a venir nada mal.

A demás, el grupo invitado siempre bebía gratis. ¿No?

O eso creo.

Los tíos ya estaban sentados en un reservado con más gente, así que le indiqué a Ethan que iría a la barra a coger algo y luego me uniría a ellos.

Parecían exhaustos.

Esa noche lo habían dado todo, lo habían hecho genial y estaba muy orgulloso de ellos.

Lo habíamos bordado y merecíamos una buena celebración así que no podía esperar a emborracharme con ellos.

A pesar del montón de gente que aún había en el local, la chica española que trabajaba en el pub vino directamente hacia mí. Muchas noches solíamos ir allí a ver al artista invitado así que ya la conocía.

Y con eso me refiero a que la conocía bien.

De arriba a abajo.

Con ropa y sin.

- Oye, Esther, ponme una pinta.

- En seguida, Blake.

La primera me la tomé sentado en la barra y a pesar de que no me apetecía para nada hablar con ella, la chica empezó a contarme lo mucho que le había gustado el concierto y mil historias más a las que sinceramente no les presté ninguna atención.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora