No me podía creer lo que acababa de hacer.
Acababa de actuar como la persona en la que siempre había temido convertirme, como ese monstruo que me hacía sombra y me amenazaba con poseer mi cuerpo a la mínima que me despistara.
El abuelo no hubiera estado nada orgulloso de oírme hablar como los dos bloques de hielo que me habían engendrado.
Yo tampoco lo estaba, creedme.
Y menos cuando me había dado cuenta de ello al entrar en la habitación y oír a Sam mencionarlo.
Joder, mierda.
Como no dejara de comportarme como un gilipollas se iba a escapar corriendo otra vez, y sinceramente separarme de ella era lo último que me apetecía esa noche.
Llevaba casi tres años intentando evitar poner un pie en el club o en cualquier lugar que estuviera relacionado con mis padres, pero por no verla alejarse de mi había preferido tirar mi orgullo por la borda y arriesgar todo lo que estaba en juego.
Había preferido actuar como el pijo arrogante y asqueroso del que huía antes que separarme un milímetro de ella.
Hubiera hecho todo lo que estaba en mi mano para poder tenerla un rato más entre mis brazos y que esa noche no terminará jamás.
Y más cuando aún tenía el sabor de sus labios en mi boca.
No veía el momento de volverlos a tener pegados a los míos.
Definitivamente esa noche estaba siendo la más surrealista de mi vida.
¿Qué cojones había pasado unos minutos atrás y porqué me sentía más jodidamente bien que nunca?
Nos habíamos besado.
No, joder.
Me había dicho que quería besarme y unos segundos después me había comido la boca provocando que la tormenta que caía a nuestro alrededor se trasladara directamente a mi interior. Cada vez que había notado su jugosa lengua chocando con la mía, un intenso latigazo se había paseado de mi estómago a mi polla, obligándome a acercarme a ella lo máximo posible y fusionarnos en uno.
En cuanto la idea de estar dentro de ella inundó mi mente tuve que hacer un esfuerzo para desconectar de mis pensamientos y volver pensar con claridad.
Me quité la sudadera y la camiseta empapadas y las dejé en una de las sillas. Unos minutos atrás había pasado el peor frío de mi vida y ahora estaba tan cachondo que en cualquier momento me iba a caer una gota de sudor por la frente.
Respiré profundamente y me pasé la mano por el pelo antes de girarme para responder a su pregunta.
- Eh...
Antes de pensar en la respuesta o en como iba a esconder la realidad que tanto detestaba, la verdad se escapó de mi boca sin ni siquiera darme cuenta.
- Los dueños son grandes amigos de mis padres, así que se podría decir que este lugar es medio suyo – Carraspeé reparando en lo que acababa de decir -. Bueno, supongo que medio mío también... Aunque me joda admitirlo.
Vi como se alejaba de la puerta y lentamente se acercaba a mí con un aire de preocupación.
- Blake – Qué bien sonaba mi nombre cuando lo pronunciaban esos labios a los que pensaba volverme adicto -. ¿Por eso no se lo has dicho a los demás? ¿Te da vergüenza que...?
- Oye, no tienes ni idea... – La corté sacudiendo la cabeza e intentando desviar la vista hacia otra parte.
Sinceramente odiaba tanto hablar sobre ese tema que no pude evitar alterarme.
ESTÁS LEYENDO
Espérame en Camden
Romance____Escenas +18____ Sam está destrozada y cree firmemente que la única forma de librarse de su dolor es marchándose del pueblo en el que ha pasado toda su vida. Parece ser que empezar la universidad en Londres va a ser la solución que lleva buscand...