Capítulo 19: Blake

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¿Con qué cara tenía que mirarla después de lo que había pasado el sábado por la noche?

No podía.

Joder, se me caía la cara de la vergüenza.

No tenía cojones ni de levantar la vista del suelo.

Si lo hacía iba a darme cuenta de que su rechazo había sido real y no un producto de mi imaginación de borracho. Iba a darme cuenta de que era el puto pringado al que la única chica por la que se había interesado le había dado calabazas. Ah, y al que ahora le iban a decir que todo había sido un malentendido y que en realidad no había nada entre los dos y que tan solo eran amigos.

No gracias. Ya me sentía suficientemente humillado.

A demás ¿Qué se supone que tenía que decirle?

¿Tenía que pedirle perdón por intentar besarla cuando casi me come la boca con los ojos? ¿Perdón por querer pasar un rato con ella e intentar descubrir si lo que había sentido en Camden era real o no?

¿Perdón por intentar hacer lo que me moría de ganas de hacer desde que se había bajado de mi coche y había sentido que se me escapaba de las manos?

Sinceramente habría tenido cojones de enfrentarme a ella y pedirle perdón si hubiera sido un capullo baboso que se hubiera lanzado sin motivo alguno.

Sí.

El imbécil de Blake Hemsley del que todos hablaban le hubiera pedido perdón.

Pero yo no iba a hacerlo.

No cuando estaba tan seguro de algo por primera vez en la vida.

No cuando no me arrepentía de absolutamente ninguna de mis acciones.

Sabía que tenía que hablar con ella y de verdad, iba a hacerlo en algún momento, pero en medio del campus o en el comedor delante de la parejita de oro no eran el momento ni el lugar.

A pesar de que el plan de Will me pareciera de lo más estúpido y arriesgado, agradecía que Sam hubiera dicho que sí. Tal vez si iba algo borracho podría dignarme al menos a balbucear dos o tres palabras en frente de ella y hacer ver que tenía un poco de dignidad ¿No?

Bueno, eso si no me rajaba antes, claro.

Y no por ella, que en parte también.

Sino por qué si nos pillaban colándolos en el club se iba a liar demasiado.

Si me pillaban a mí concretamente.

Porqué si mi padre se enteraba de que me había colado con mis amigos en el Shoreditch, se me iba a acabar la libertad condicional y me iba a caer otra bronca descomunal por comportarme como un salvaje delante de gente importante.

Los propietarios del club eran grandes amigos de mis padres y también unos de sus más fieles socios, por no decir que el club era medio nuestro, y aunque había estado un millón de veces allí nadie tenía que saber que eso era como mi segunda casa.

De hecho, habría podido negarme al plan y actuar como el amargado que era la mitad del tiempo para no arriesgarme a llamar la atención de mis padres ahora que me habían dejado en paz, pero ese finde realmente me apetecía estar con mis amigos y el próximo concierto no iba a ser hasta la noche de Halloween así que me merecía respirar un poco.

No podía desperdiciar los diez minutos en mi vida en los que me apetecía hacer algo.

Así que íbamos a ir allí a la hora que fuera, nos íbamos a emborrachar, a bañarnos en la piscina y a irnos de allí con la cabeza bien alta como si no hubiera pasado nada.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora