Capítulo 38: Sam

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Mi único objetivo durante esa semana tenía nombre y apellido, y por supuesto una melena rubia y despeinada difícil de pasar por alto. Después de lo que había presenciado esa noche en el club, no iba a permitir que Blake Hemsley pasara ni un segundo más de su vida sin sonreír.

Era sábado por la mañana y estábamos paseando por Notting Hill. Sina nos había prometido un tour por su mercado semanal favorito y nos había asegurado que era mil veces mejor que el de Camden Town. Considerando lo mucho que Blake y yo adorábamos el lugar, sobre todo por los momentos que nos había regalado a ambos y que aún me erizaban la piel al recordarlos, digamos que no estábamos muy convencidos de que el famoso Portobello Road Market pudiera igualarlo. Y más considerando lo mucho que le gustaba a Sina convertir cualquier mediocridad en una adorable fantasía.

A veces me hubiera gustado poder ver la vida a través de sus ojos.

Estaba segura de que nada me hubiera parecido tan malo, ni hubiera estado tan asustada cómo lo estaba.

Sobre todo, porque Navidad estaba a la vuelta de la esquina y eso solo significaba una cosa.

Tener que volver a casa.

La verdad es que mantener a Blake distraído me estaba ayudando a mí también a despejar la cabeza.

No tan solo él había estado ignorando llamadas. Yo también me había pasado la semana con el teléfono en modo avión, respondiendo los mensajes de mi padre con monosílabos, o un simple <<gracias>>, o <<buenos días>>; y me sentía aún peor de lo que me había sentido los últimos meses por estar haciéndole esto. Ignorarle jamás había sido mi intención, y claro está, él no tenía la culpa de absolutamente nada de lo que estaba pasando, pero el terror que recorría mi cuerpo cada vez que se iluminaba la pantalla del teléfono y pensaba en que mi madre había vuelto a cogerle el teléfono para hablar conmigo, me consumía de tal manera que me hacía actuar de una forma en la que no me reconocía.

Por suerte y por desgracia, las excusas y las mentiras habían sido mis íntimas amigas y aliadas últimamente, así que el hecho de tener exámenes y estar supuestamente centradísima en mi carrera de periodista me estaba salvando el culo. Si mi teléfono estaba apagado era porque estaba en la biblioteca, y si no escribía porque estaba en clase.

Era irónico el hecho de que en parte era verdad, excepto por las incontables horas que me había pasado en la cama con Blake, o simplemente observando cómo se esbozaban sus hoyuelos con profundidad, cómo estaba pasando en aquel momento.

Jake se estaba probando todas las gafas de sol de una tiendecilla y a la vez desfilaba por todo el lugar haciendo que Blake se desternillara de la risa, y a mí esa imagen no podía hacerme más feliz. Con Jake todo era diversión asegurada y que no se hubiera separado de nuestro lado durante esa semana había sido otro punto clave para fingir que todo iba bien; aparte de la sonrisa enorme que iluminaba la cara de Sina al verlo, por mucho que quisiera evitarlo.

- Estas me gustan – Escuché la voz de Blake mientras Sina y yo escogíamos unas pulseras de la amistad a juego -. Me quedan de puta madre, la verdad.

No pude evitar girar la cabeza para repasarlo de arriba abajo, cosa que se había convertido en una rutina últimamente.

Si Blake ya era guapísimo con esa línea recta en sus labios y esas marcas oscuras debajo de sus ojos que parecía que se hubiera tatuado, ahora que sus relucientes dientes cegaban a toda la ciudad y las arrugas de expresión aparecían en ambos lados de su cara, era difícil verlo y no darte la vuelta. Por no hablar de que desde que iba al gimnasio regularmente y no se saltaba ninguna comida parecía que sus músculos habían aumentado tres veces más. O tal vez era porque ahora que sentía que me pertenecían podía observarlos mucho más de cerca.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora