Capítulo 4: Sam

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Mi primera clase del día empezaba a las ocho así que mi despertador sonó a las siete en punto.

Me desperté de sopetón y llena de energía.

Ah, y también con unas ganas de vomitar insoportables.

Tenía que calmarme o ni siquiera iba a ser capaz de salir por la puerta de la residencia.

Me dirigí a la ducha lo más rápido que pude y después de vestirme y de forzarme a desayunar unas tostadas con mermelada, me puse los auriculares y volví a salir a la calle igual de escopeteada cómo si me estuvieran persiguiendo.

No sé por qué tenía esa manía de ir corriendo a todas partes.

El campus se encontraba a tan solo cuatro minutos caminando de allí, pero con mi ritmo en seguida pude divisar los enormes edificios y entre ellos, un montón de jóvenes que al igual que yo, se dirigían emocionados a su primer día de clases.

Bueno, algunos más que otros.

Sinceramente no me imaginaba a Connor y Brooke desviviéndose por entrar a clase de derecho civil.

Según mis notas, la primera clase la tenía en el edificio de letras, que era el más grande de todos y el que se encontraba justo en medio del campus. Así que lo encontré en seguida.

Entré por la puerta principal y me dirigí al segundo piso, donde en teoría se encontraba la clase doscientos seis.

Cuando llegué, la puerta estaba cerrada y había un montón de gente esperando fuera.

Intuí que no me había equivocado y que aún no habría llegado el profesor así que busqué algún rincón libre entre la pared y descansé mi espalda apretando con fuerza la carpeta que llevaba entre las manos.

En el ambiente había un silencio algo incómodo. Se notaba que aun nadie conocía a nadie y que todo el mundo estaba nervioso y desorientado.

Al cabo de dos minutos apareció un profesor que se dirigió a abrir la puerta y seguidamente nos comentó el nombre de la asignatura para que nadie se equivocara de aula. De lejos, pude ver como un grupo de chicas se iban corriendo al darse cuenta de que se habían equivocado.

Por suerte, yo estaba en el lugar indicado.

Cuando entré por la puerta, me quedé boquiabierta al ver lo enorme que era aquel lugar. Parecía un auditorio, si es que no lo era. Había un enorme altillo donde se encontraban el escritorio del profesor y detrás una pizarra que parecía más grande que un campo de fútbol. Delante, había todos los pupitres de organizadas en escalones, como si fuera la platea de un teatro.

En seguida me dirigí a una de las mesas del segundo escalón, ya que si me sentaba muy arriba no me iba a enterar de nada. No era ninguna empollona, pero me gustaba tener los apuntes de todo y supongo que en la universidad nadie se espera a que termines de copiar lo que hay escrito en la pizarra.

Una vez estuve sentada, saqué la libreta y el estuche y abrí el portátil para encenderlo.

Al alzar la vista, me llamó la atención una chica rubia que se acababa de sentar justo a mi lado.

Estaba creando un poco de alboroto intentando organizar el montón de rotuladores fluorescentes que llevaba en el estuche.

No pude evitar sonreír.

También me percaté de la explosión de color que había en su sudadera, y cómo justo en el medio se podía leer Coldplay.

Al fijarme en su cara tuve una sensación de familiaridad.

Cómo si ya la hubiera visto antes.

Pegué un salto cuando su estuche cayó al suelo y sus rotuladores empezaron a rodar hasta mis pies.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora