Capítulo 31: Blake

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Me abroché apresuradamente la cremallera del pantalón y rebusqué la camisa en el suelo del coche. Ni siquiera me llegué a atar los botones, simplemente me la puse por encima y recé para que nadie me viera salir del coche en ese estado de desesperación. Cuando me coloqué en el asiento del conductor, no tardé más de dos segundos en arrancar el motor y salir a toda hostia del aparcamiento del campus.

Ni siquiera encendí la radio para escuchar música, y mira que eso no era nada propio de mí.

¿Qué cojones acababa de pasar?

Estaba tan puto emocionado y eufórico que me daba la sensación de que en cualquier momento se me iba a salir el corazón del pecho.

¿Cuánto tiempo llevaba esperando a que eso pasara? ¿A poder recorrer cada puta parte de su cuerpo? ¿A besarla hasta que los labios me dolieran? ¿A tenerla entre mis brazos y que fuera solo mía? ¿A poder entregarme a ella con el corazón abierto de par en par?

Pues probablemente desde la última vez que habíamos estado juntos, y de eso ya hacía demasiado tiempo.

Antes de que la cagara y fuera un completo estúpido.

Porque si no nos habíamos visto desde entonces, había sido porque como siempre, había vivido metido en mi propia película de terror y me había comportado como un gilipollas. Joder, todo había sido un puto malentendido y lo hubiera podido arreglar mucho antes si en vez de ser un inseguro y un cagado de mierda, hubiera tenido los cojones para hablar con ella.

<<¡Que creía que te había empezado a conocer, y que tu no eras así!>>.

Sus palabras volvieron a mi cabeza como si las estuviera pronunciando en ese mismo momento.

¿Lo había entendido bien?

Pues al parecer, sí.

No me podía creer que eso hubiera salido de su boca, ni tampoco que hubiera corrido detrás de mí para comprobar si estaba bien después del ridículo que había hecho en la biblioteca.

Joder, y yo se lo había devuelto siendo un borde de mierda en mi casa.

<<Puto pringado, estúpido de mierda>>.

- Oye... - Ni siquiera sabía por qué le estaba dando tantas vueltas a todo con el calentón que llevaba encima, pero supongo que eso formaba parte de mi personalidad -. No quiero volver a la discusión de antes... Pero siento que debo pedirte disculpas... Otra vez.

Ya casi estábamos en la puerta de mi garaje y aparte de haberse pasado todo el camino roja como un tomate, tampoco había abierto la boca.

La miré de reojo y al oír mi respuesta, esbozó una sonrisa dulce.

- ¿Cuántas veces cree que me ha pedido perdón desde que nos conocemos, señor Jagger? - Me vaciló, y casi se me resbala el mando del garaje al oír como me había vuelto a llamar.

Genial, ahora estaba mucho más empalmado que antes.

- No las suficientes - Le respondí mientras intentaba, disimuladamente, colocarme la polla de alguna manera en la que no se me fuera a salir de los pantalones.

- Mmm... Creo que en eso llevas razón - Dijo poniendo los ojos en blanco -. Te faltó pedirme perdón el día que me tiraste esa cerveza encima.

Sonreí.

- Vaya, si vas a jugar así de sucio, tendré que hablarle a todo el mundo sobre tu crítico estado el día de la fiesta en mi casa...

En ese instante se encendió el fluorescente del garaje y pude observar cómo Sam se sonrojaba aún más.

Joder, qué adorable estaba.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora