Capítulo 8: Sam

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Cuando la luz del día entró por la ventana de mi habitación solo pude pensar en que por fin era fin de semana y que podía hacer absolutamente lo que quisiera.

Entre semana había adelantado mucho trabajo de la universidad así que decidí dormir un poco más sin ni siquiera mirar la hora del reloj.

No sé qué tenía esa cama, pero hacía que no me pudiera despegar de ella. A demás, la luz que entraba por la enorme ventana de la habitación me daba un calorcito que me hacía estar demasiado a gusto.

Estaba en las nubes.

Dormí un ratito más hasta que al cabo de un rato me desperté de un brinco cuando el sonido de mi teléfono empezó a retumbar por toda la habitación.

Rápidamente pasé la mano por la mesita de noche y lo cogí para mirar la pantalla.

Era Sina.

Y francamente al ver que era su nombre y no el de Kelsie otra vez, me sentí demasiado aliviada.

Aunque al volver a ver mi pantalla hecha añicos, se me apareció repentinamente la cara de Blake en la mente y descolgué el teléfono lo más rápido que pude para no ponerme a pensar en la noche anterior otra vez.

- ¡En diez minutos tengo un descanso! - Chilló tanto que tuve que apartar la oreja del teléfono para que no me reventara un tímpano -. ¡Ya puedes bajar y me cuentas qué te pasó ayer para que te fueras de esa manera!

Al oír su comentario una ola de preocupación me recorrió todo el cuerpo.

Me acababa de dar cuenta de que ayer por la noche me había comportado como una auténtica egoísta.

Me había pasado todo el día con Sina, había ido al concierto para pasarlo bien con ella y los demás, habíamos estado bailando y cantando juntas, y a la mínima que algo me había sentado mal la había dejado tirada y me había ido corriendo sin ni siquiera decirle por qué.

Se merecía una explicación y una disculpa por mi parte.

- Ya voy - Le solté antes de colgar, y tardé menos de dos minutos en ponerme lo primero que encontré y salir escopeteada de la residencia.

Agradecí demasiado que Sina trabajara literalmente debajo, porqué si hubiera tenido que irme a su casa de Notting Hill, hubiera tenido que coger mil combinaciones de autobús o mucho peor, el metro.

Y la verdad es que aún no estaba nada familiarizada con ello.

Me asustaba demasiado el tener que estar encerrada debajo de tierra con un montón de desconocidos sin poder ver la luz del día.

Y, por si fuera poco, el metro de Londres era la invención más complicada y rebuscada que había existido jamás.

Por suerte, llegué allí en seguida y cuando abrí la puerta y divisé a Sina, entré tan escopeteada que casi me llevo una mesa por delante.

De verdad, tenía que dejar de correr.

Estaba sentada en la barra comiéndose su desayuno y cuando se percató de mi presencia y me sonrío y me saludó con la mano, solo pude pensar era la persona más adorable que había conocido jamás.

- ¡Lo siento mucho! - La abracé mientras me sentaba a su lado -. Ayer me marché de sopetón y no te dije casi nada... ¡Lo siento de verdad! No quería pagarlo contigo.

- No, Sam... Estoy muy enfadada - Me respondió con el ceño fruncido y por un momento me asusté. Hasta que se puso a reír a carcajadas - ¡Es broma tonta! Cuéntame ya porqué me tienes impaciente.

Espérame en CamdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora