Italia.

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—Parece que está muy calmado. ¿Revisaron que nadie nos estuviera siguiendo? ¿De verdad Italia es así hoy en día?

—Todo está bien, jefe, no hay nada de que preocuparse.

—... Abre la puerta entonces.

El pelinegro acata la orden y abre la puerta del auto, saliendo de este y yendo hasta el otro lado para abrir también la de aquel hombre, no sin antes mirar en todas las direcciones.

—No hay nadie. -le asegura antes de que este salga.

—Lo hay.

—¿Qué? -cierra la puerta y se pone en guardia.

A pesar de lo que el otro ha dicho, tiene la misma expresión.

Sero no está seguro si es porque siempre ha sido tan inexpresivo, o porque solo lo está poniendo aprueba.

—Pero este es el punto de encuentro más seguro que tienen, es imposible que haya alguien. -insiste. —Jefe, no hay ninguna posibilidad de traición tampoco, no le conviene a nadie.

—Te estoy diciendo que hay alguien. No es la gran cosa, pero mantente alerta, puede ser una trampa, una distracción incluso.

—Entendido.


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—¿Ha llamado mi madre? -pregunta Izuku subiendo al automóvil, manejado ahora por su segundo hombre de confianza.

La reunión ha terminado y todo ha salido bien. Tendrá que quedarse en Italia unos cuantos días más, y aunque quisiera regresar pronto a casa, su nuevo negocio no se le permitirá.

—Todavía no. -responde el pelirrojo. —Se encuentra descansando.

—Llegaré exactamente el miércoles, espero que haya descansado hasta entonces lo suficiente para nuestro paseo diario.

Kirishima sonríe.

—Por supuesto. Ella también ama salir con usted. ¿Todo bien en la reunión? Sero no podía estar tranquilo porque mencionaste algo de que había alguien, pero por más que buscó, no encontró a nadie.

—No era un fantasma... O de hecho sí.

Izuku de pronto parece preocupado.

—¿Qué pasa? -pregunta Kirishima.

—... No, nada. ¿Revisaron el hotel?

—Claro que sí. Hay muchos de nuestros chicos ahí adentro también.

—Perfecto. Kirishima, ¿Podrías quedarte en mi habitación?

El mencionado lo mira por el espejo retrovisor durante un segundo antes de regresar su mirada al frente.

—¿Negocios?

—No.

—...

—¿No puedes?

—Sí, sí puedo... Solo que ha pasado un tiempo.

—¿Te sorprende? -parece que hay una sonrisa en él, pero así como llega, se va. —He estado muy ocupado últimamente. No esperaba que los de Italia quisieran tener una reunión, arreglar todo para mis días ausentes en Tokyo fue tan cansado y estresante que no tenía ni tiempo para dormir.

—No te preocupes, Izuku, te ayudaré a relajarte una vez hayamos llegado al hotel.

—... Detén el auto.

—¿Eh? ¿Por qué? -pisa el freno y voltea hacia su jefe, quien se acerca a él y comienza a besarlo. —¿Aquí mismo? Espera.

—No hay nadie, pensarán que esperamos a alguien en esta esquina.

—... Está bien, pero solo una vez. ¿Quieres que use mi boca o puedo meterlo?

Izuku se lo piensa antes de saltar a la parte de enfrente del carro.

—Cambio de planes. -dice sentándose en el asiento de copiloto. —Yo usaré mi boca. Tú concéntrate en no chocar hasta que lleguemos al hotel.

—¡Izuku! -aunque quiere negarse, el peliverde ya está inclinado sobre sus pantalones. —Mierda, se supone que haría algo por ti...

—Y lo harás. -habla con el miembro del pelirrojo en su mano.

Al haberse inclinado hacia este, no puede ser visto realmente desde afuera, pero siente que hay alguien que lo está vigilando.

Mas no percibe que sea un enemigo, por lo que comienza a lamer la extremidad erecta de su subalterno y expareja, Kirishima Eijiro.

Odore Fantasma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora