La verdad 1/2.

89 16 7
                                    

Denki baja del coche en el que Izuku había mandado a traerlo.

Los hombres trajeados bajan rápido y aseguran los alrededores.

—Esperen aquí. -ordena Kaminari.

Los hombres asienten y lo ven entrar al hotel.

El rubio va directo a dónde Izuku le pidió que fuera.

Toca la puerta de aquella habitación y no escucha ni un solo ruido. Pero no entra en pánico, vuelve a tocar y esta vez habla.

—Vengo a hacer tu tatuaje, chico. -dice.

La puerta se abre al instante.

Denki se sorprende como nunca antes.

¿Cuándo llegó Katsuki ahí?

Ni siquiera sintió su presencia en lo más mínimo.

—Te vi llegar. -le responde el cenizo. —¿Órdenes del jefe? -pregunta con la puerta medio abierta.

—Vaya que no pierdes el tiempo. -intenta esconder su asombro con una sonrisa burlona. —Creí que estarías llorando por el jefe.

Ambos, aunque saben que nadie más los puede escuchar, evitan decir el nombre de Izuku mientras estén afuera.

—No he llorado en lo absoluto desde hace tiempo. ¿Por qué lo haría ahora?

—Tengo una noticia que te hará llorar... Probablemente. -entra y Katsuki cierra la puerta detrás de él, siguiendo al mayor, quien busca un lugar donde sentarse. —Izuku se irá a Japón para nunca más volver.

—... Pero él dijo-

—Ah, lo sé, lo sé. Sé lo que dijo, puedo incluso escuchar su tonta voz tratando de parecer fuerte, pero la verdad es que es un pequeño niño asustadizo que sueña con conocer a la persona que se quedará con él para siempre... O algo así. Supongo que no te contó. -mira al cenizo buscando la respuesta en su rostro y la encuentra. —Él y yo crecimos juntos. Aunque como un gato, salió huyendo, simplemente para regresar después, como si nada hubiera pasado durante todo ese tiempo. Fue bastante jodido la verdad, mas nunca me atreví a decir nada. Estaba contento de verlo de nuevo. Realmente contento... -recuerda su reencuentro con el peliverde, algo poco común y nada emotivo.

—Él no habla mucho de sí mismo. Tampoco tiene por qué hacerlo, después de todo nosotros somos simples extraños. -responde Katsuki. —Además, tiene a Kirishima con él. Y muchas personas como tú. “No necesito que vengas conmigo”, fue lo que dijo antes de marcharse. A pesar de que yo estoy dispuesto a dar mi vida por él, no le interesa. No le intereso para nada. Seguro cree que lo vendí a la policía y ahora me abandona aquí... No me sorprendería.

—Hablas japonés bastante bien. -opina de pronto el rubio. —Demasiado fluido diría yo. ¿Eres japonés? Tendría bastante sentido si es así...

La reacción de Katsuki cambia.

Pasa de enojado a nervioso.

—¿Quién demonios eres Katsuki? -pregunta con verdadera curiosidad.

Y el mundo pesa de nuevo sobre los hombros del menor.

Lo había olvidado por completo.

Sus sentimientos sobre Izuku se apoderaron sobre él, olvidó lo más importante.

Si alguien descubre su identidad, todo habrá acabado.

Su vida e incluso la de Izuku podría terminar si le descubrían.

—Oye, tranquilo, no voy a hacerte nada. No vine aquí para eso. -se levanta Denki de su asiento con cautela cuando ve al cenizo preocupado. —Izuku realmente está preocupado por ti. Es obvio que esa era la razón para dejarte aquí, pero en realidad quiere llevarte con él. Yo soy el intermediario en esto, Katsuki, estoy aquí porque voy a llevarte a Japón. ¿Lo entiendes? Izuku no te ha abandonado, no puede hacerlo. Te volviste alguien importante para él.

Mientras hablaba, se acercaba al cenizo, quien parecía tratar de calmarse a sí mismo, como si luchara por no mostrar sus emociones. Pero el haber asimilado aquello en este punto había sido demasiado.

—Debo quedarme. -dice. —No... Debo irme...

—Katsuki, cálmate, ven, toma asiento. -trata de guiarlo a lo más cercano, que es la cama. —Olvida lo que dije, ¿Está bien? No tienes que responder mis dudas ahora.

El teléfono del rubio suena, eso hace que Katsuki enfoque su atención en ello.

—Ese tiene que ser Izuku. -supone con certeza el rubio, quien saca rápido su teléfono respondiendo. —¿Qué dices? ¿Justo ahora? ¿Aquellos dos dónde están? -no puede creer lo que escucha por la otra línea. —Escucha, no es momento para esto, pero necesito que hables con Katsuki para tranquilizarlo, sé que estarás bien, ellos están ahí contigo. En cuanto Katsuki tome su decisión, iré lo más pronto a dónde habíamos quedado... Le he preguntado algo personal y lo he alterado, lo siento, no era mi intención... Sí, te lo pasaré ya. -toca el hombro del menor y le acerca el teléfono. —Estaré afuera. Puedes quedarte con eso. No lo ocuparé más. Nadie está escuchando, es una línea segura, puedes hablar con él sobre lo que sea. -le informa.

Katsuki mira el objeto con duda antes de tomarlo cuando escucha su voz siendo llamada por Izuku.

—Si no bajas en veinte minutos, entenderé tu respuesta, Katsuki. No te sientas presionado, simplemente tengo prisa. Me voy. -se despide y se va tal y como dijo.

—¿Katsuki, me puedes oír? -le pregunta Izuku del otro lado con tono preocupado. Hay algo de ruido a diferencia de la solitaria y silenciosa habitación del cenizo.

—Izuku, yo... Tú tienes que saber que no te vendí. Yo nunca podría, fue gracias a ti que pude ser libre, tú me ayudaste, tú-

—Katsuki, tranquilo, respira. -le pide ante la rapidez con la que el otro hablaba. —Creo en ti. Si tú me dices que el mundo es plano, yo te creería. No tienes que defender tus palabras, yo te creo, siempre te creeré.

De pronto, ya no había más ruido, Katsuki solo escuchaba la voz de Izuku envolviéndolo en un lugar seguro.

—No sé qué te ha dicho Denki, pero no le tomes importancia si te hace sentir mal, ¿Okay?

—... Quiero ir contigo. Quiero regresar a Japón. -admite, sintiéndose el niño pequeño que nunca pudo decir aquello en voz alta. —Izuku, yo no soy un fantasma... Yo solía tener una casa, un hogar tan grande como el que probablemente tienes tú, pero en Japón no era así, y prefería Italia. Mi abuelo era demasiado serio, casi nunca lo veía, pero me enviaba regalos demasiado buenos para un niño como yo, mi padre y mi madre eran los mejores... -unas lágrimas empiezan a brotar de sus ojos. —Mi abuelo era un capo aquí. Sus enemigos lo mataron y fueron detrás de papá... -tiembla recordando lo que pudo presenciar de niño. —Y mi madre también fue asesinada... Fazio me secuestró y abusó de mí durante años... Gracias a ti me sentí más tranquilo, pero aquella mujer... Ella fue quien me cuidó y me enseñó a defenderme, nunca fui un matón, simplemente tenía miedo de vivir de nuevo lo que Fazio me hizo pasar. Mi apellido, mis padres, mi abuelo, mi propia libertad, yo lo perdí todo antes de empezar a vivir... -sus sollozos mantenían a Izuku en silencio. —Pero ahora, justo cuando pensé que podía ser alguien, significar algo para alguien... Si voy contigo, solo correremos peligro. No quiero verte morir por mi culpa... Por mi maldito pasado. ¿Qué debería de hacer, Izuku?

—... Katsuki, honestamente, no me molestaría morir por ti.

El mencionado se sorprende, su llanto se vuelve peor y su pecho duele. Un sentimiento como este no lo ha experimentado antes. Es diferente a todo lo que alguna vez llegó a sentir.

—No tengo idea de qué te hizo creer el bastardo de los Vassari, pero eres precioso, y tu corazón es puro, diferente al mío. No debemos estar juntos porque mereces una vida lejos de personas como yo... Sin embargo, tanto tú como yo, nos fuimos convirtiendo en fantasmas alejados de la humanidad, de la gente y de la verdad. ¿No es así?

—No quiero ser un fantasma... Quiero poder vivir como todos los demás...

—Dime tu nombre, Katsuki. Solo yo puedo escucharlo. Después de todo, tú sabes el mío.

Hace tanto tiempo que aquella palabra no salía de la boca del cenizo, incluso si había quedado grabada en su memoria con fuerza. Era difícil decirlo, pero sería la primera vez que lo haría después de tanto, y se arma de valor, solo Izuku lo ha hecho hacer tantas cosas que pensó jamás haría.

—Mi nombre es Bakugo Katsuki. -admite.

Odore Fantasma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora