Adiós.

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—Izuku, ¿qué harás? -Katsuki pregunta, pero ni él mismo siente que esté ahí.

—... -el peliverde mantiene su mirada en Sero, está atónito.

—Jefe, hay que irnos ahora. Gracias a los refuerzos tenemos una forma de escapar, debe darse prisa, yo lo cubriré, Sato y Takumi están esper-

—¡¿Qué diablos dices?! ¡¿qué hay de Kirishima?! ¡¿van a dejarlo ahí?! -interrumpe el cenizo sintiendo la ira apoderarse de él.

—Mantente fuera de esto, no te concierne, chico. -amenaza Nara detrás de Izuku, señalando al menor con una expresión de molestia.

—... ven conmigo, Katsuki. -toma la mano del mencionado y caminan un poco lejos de los demás. —Escucha... los planes han cambiado. Te llevaré a Japón porque me parece que estarás mejor allá que aquí. Pero no podré estar contigo. Yo... ¿Me estás escuchando? -toca su rostro, pero el cenizo está llorando y cierra sus ojos.

—¿Van a dejarlo aquí? ¿De verdad no les importa? -pregunta este en voz baja con sollozos de por medio.

—No me estás escuchando, Katsuki.

—¡Jefe, no tenemos mucho tiempo! -le recuerda Sero desde la distancia.

—¡Ya lo sé! -responde de vuelta, alzando su voz en dirección a él, luego regresando su atención al cenizo. —Kats... mi lindo Kacchan, mírame, ¿sí? -levanta el rostro de este, quien abre sus ojos mirándole directamente con una tristeza indescriptible. —No puedo regresar por él. ¿Lo entiendes? No puedo. No quiero dejarlo, Katsuki, por supuesto que no, pero no puedo ponerme en peligro, ¿entiendes eso? No puedo... -las lágrimas bajaron por sus mejillas, ardiendo en el contacto de su piel como fuego. —Y no puedo quedarme contigo, no puedo protegerte, soy un puto farsante, ¡No puedo proteger nada! Solo estaba siendo un arrogante de mierda. ¡Mírame! No soy fuerte, no soy inteligente y no puedo lograr hacer nada por mi cuenta... Solo voy a perderte si me quedo contigo.

Katsuki niega con un movimiento de cabeza repetido, siendo sujetado todavía por el mayor.

—Tenemos que irnos ahora. -alza nuevamente un poco la voz para ser escuchado por sus hombres, quienes entienden y empiezan a caminar hacia ellos. —Haré lo que pueda por ti, pero tenemos que alejarnos. No te preocupes, estarás bien, me aseguraré de que así sea.

—No, Izuku, no hagas esto, ¿Por qué? ¿Por qué no intentas siquiera ir por él? No puedes dejarlo solo... Kirishima te ama tanto... no le hagas esto... no me hagas esto a mí.

Izuku lo abraza, deja que llore sobre su pecho, que escuche como su corazón también está rompiéndose.

Pero él tiene una responsabilidad que lo lleva más allá de ser un humano.

Kirishima le permitió ser indulgente muchas veces; sus compañeros y subordinados que siempre lo han acompañado, todos ellos.

Pero tiene que ser más fuerte que sus propios sentimientos y debilidades.

—Yo tenía un hermano. -admite en un susurro solo para que Katsuki pueda oírlo a pesar del desastre que hay afuera y también dentro de sus cabezas. —... murió hace mucho tiempo. Pero siempre está conmigo. Ha estado siempre conmigo. Puedo sentir su olor de bebé en mi nariz, como si estuviera siempre aquí... y cuando no lo está, tengo miedo. Porque no quiero que desaparezca. No quiero estar totalmente solo... Mi madre, mi hermano, la yakuza y Kirishima significaban el mundo entero para mí. En un mundo sin ellos, no podré vivir. Jamás volvería a sonreír. -aleja un poco al cenizo para mirarlo. —Pero tú... ¿Qué será este sentimiento? No lo sé, no hay palabras para decirte lo que hiciste en mi corazón. Pero tú... bueno, ahora eres lo único que tengo. Perderte sería mi mayor pecado. Tu muerte significaría mi suicidio. -limpia las lágrimas de Katsuki y su propio rostro. —No es la primera vez que pierdo a un compañero. -lo toma de la mano y voltea hacia enfrente, dando el primer paso al camino que sus hombres abrieron para él. —Ha habido tantos funerales sin la persona que murió en estos...

Katsuki voltea hacia atrás siendo casi obligado por Izuku a continuar.

“Un chico como tú jamás podrá entenderlo. No sabes lo que he tenido que hacer para estar aquí. No podrías entenderlo nunca y no quisiera que lo supieras... jamás podrás enamorarte de mí, Bakugo Katsuki.”

—Adiós, Kirishima... -suelta Katsuki en despedida.

Izuku siente su mano temblando junto a la del cenizo.


A penas logran salir, un coche que venía a toda velocidad se detiene frente a ellos.

—¡Hey, por aquí, Izuku! -Denki le llama desde adentro abriendo la puerta para él.

—Rápido, Katsuki, entra. -ordena al mencionado y prácticamente lo empuja levemente hacia el coche.

El cenizo entra y voltea hacia él, pero Izuku cierra la puerta.

—Avancen. -ordena.

El hombre que manejaba el coche no duda ni en segundo en pisar el acelerador.

Katsuki no entiende.

Pero Denki lo hace.

Sujeta a Katsuki para que no intente bajarse, este forcejea con él y llama a gritos al peliverde.

Un carro más llega, Sero y los demás suben junto a Izuku.

—Está bien, jefe. Hizo una buena decisión. -le dice el pelinegro viéndolo por el retrovisor. —No se culpe por nada de esto.

Izuku termina desmayándose; como si fuera un principiante, como si su corazón fuera roto por primera vez.

Preocupa a sus hombres y lo sabe porque todavía puede escucharlos llamar su nombre hasta que de verdad queda inconsciente.

Desearía no despertar de nuevo.

No en ese mundo.

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