—Jefe. -saluda Shoto antes de tomar asiento, los dos hombres a su espalda saludan con una reverencia.
Izuku asiente y toma asiento.
Hay una separación entre ellos obviamente, y aunque el jefe yakuza puede decidir cuánto tiempo charlar con sus subordinados, siempre se mantiene lo menos que puede.
—¿Las noticias? -pregunta.
El único guardia que ha sido aceptado para “cuidar” de Izuku se mantiene afuera, no puede escuchar lo que este habla ni lo que le responden, pero se mantiene observando desde la pequeña ventana de la puerta de donde este y él entraron.
—Han Seob se metió en una pelea con tipos de Roppongi.
—... ¿Y?
—Izuku, Roppongi es territorio de Daizo.
—Lo sé. Te estoy preguntando qué pasó después.
—... Bueno, tú sabes cómo es Daizo. -evita la mirada del peliverde, baja la cabeza un poco al sentirse avergonzado. —No iba a dejar pasar algo así, y no podíamos empezar una guerra con ellos ahora, mucho menos tomando en cuenta que es tu último día aquí. Pero no quiso aceptar un dedo de Han... estaba obstinado a que quería algo más. Tuvo que deshacerse de su oreja y entregarla como disculpa. Eso pasó ayer por la noche, se tomó la decisión con sabiduría y aunque quería asegurarme de que estuvieras de acuerdo también, no podía dejar que el tiempo pasara, Daizo estaba armando un escándalo como excusa para iniciar algo... -levanta su cabeza y observa a Izuku, este mantiene su inexpresivo rostro con seriedad.
—¿Algo más? -pregunta sin mover siquiera un músculo de su cuerpo o rostro.
Shoto ha estado visitándolo constantemente y se ha acostumbrando a esa nueva faceta de su jefe que solía ser por lo menos más expresivo cuando no se trataba de enemigos.
—Sí. -voltea rápido hacia Takumi, levantando su mano en una orden que el castaño sabe de qué trata. —Chiyo-san ha pedido hablar contigo personalmente. Sé que no quieres que nadie más venga, pero es algo de hecho importante y no quiere decir nada a menos que seas tú quien la escuche.
Izuku se sorprende de escuchar aquel nombre.
Había un restaurante que solía visitar de vez en cuando, una mujer era la dueña de aquel lugar, mismo donde conoció a su compañero Sero, después de aquel incidente había dejado de ir para no causar algún problema a Chiyo, pero en ciertas de sus caminatas terminaba por encontrársela. Era una mujer amable y nunca juzgó a Izuku, así que este le tenía un tipo de aprecio por varias razones que se deben mantener en secreto y jamás salir a la luz.
Izuku había tomado decisiones en su vida más allá de lo que cualquiera puede pensar.
Y muchas de estas, incluso su consejero Todoroki, nunca las supo.
Probablemente Kirishima sí.
—¿Chiyo-san? -pregunta mostrando finalmente una reacción.
—Chiyo-dono, tome asiento. -le sugiere Takumi, Shoto se ha levantado para que la mujer se pueda sentar. Debido a su ahora muy avanzada edad, camina algo lento y con dificultad.
—Ah, Izuku-kun. -llama la mujer tratando de sonreír. —Mira dónde estás... -toma asiento y su mirada parece triste. —¿estás comiendo bien aquí?
—Sí, estoy perfectamente. ¿Usted come bien? -su mirada se ha ablandado.
—... sí, lo hago.
—¿Hay algo que necesite?
—Nunca pensé vivir lo suficiente para verte dentro de una prisión, Izuku-kun.
—No es la gran cosa. Uso esta ropa para no resaltar tanto, pero solo soy un visitante. -le asegura, refiriéndose a su uniforme de recluso. —¿Ha pasado algo? ¿Quiere que mis chicos salgan para hablar solo usted y yo?
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Odore Fantasma
Short StoryUn mafioso japonés llega a Italia para apoderarse de ella, pero de esto no trata la historia.