Una noche tan agotadora como lo eran todas para Izuku después de hacer su “deber”.
Uno que parece nunca terminar.
La sangre de Izuku se había vuelto fría, pero eso no significaba que le gustara su trabajo.
Llega a casa y ni siquiera tiene energía para quitarse su ropa.
Por suerte, siempre tiene a alguien que le ayuda a hacerlo.
Kirishima, quien había asistido a otro lugar, llegó un minuto después que él, entrando a la habitación que compartían.
—Hola. -saludo con una sonrisa.
Su amante, como de costumbre, tan serio, solo asintió levemente en respuesta.
Cosas como esas no desalientan al pelirrojo, puesto que conoce perfectamente a aquel hombre. Le ayuda a desvestirse y lo lleva hasta la tina cargando, donde lo acuesta en el agua y se dedica a mirarlo descansar.
—Oye, Izuku. -le llama de pronto.
—¿Mm?
—¿Tú me amas?
—... -abre sus agotados ojos y observa con clara duda al más alto, quien se encontraba sentado a la altura de la tina. —¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que lo hago. -salpica un poco de agua en el otro, quien se cubre mientras deja escapar una pequeña risa. —Eijiro, sé que harías lo que fuera por mí, pero no sabes que yo también estoy dispuesto a hacer lo mismo por ti.
—¿Es eso lo que un jefe haría?
—Tonto, ¿de verdad crees que solo un jefe haría lo que yo hago por ti?
—¿Ah sí? ¿Y qué es eso que haces por mí?
—¿No lo sabes? Absolutamente todo. Desde despertar con ánimos hasta dormir con una sonrisa, a pesar de lo difícil que fue sobrevivir a un día más. ¿No te llegan a caso mis cartas escritas a mano con poemas originales y a veces no tanto? -sonríe como un niño recordando sus citas de escritores importantes. —¿Los desayunos y comidas poco comunes que encargó exclusivamente para ti? El tiempo que me tomo para estar contigo... La confianza que pongo en ti. -sus ojos viajan dentro de los de Kirishima.
Un nuevo mundo es lo que encuentran en el otro.
Sin embargo, uno incompleto.
Y ninguno de los dos se percata del porqué, pero no les afecta ahora.
En el fondo, Izuku quisiera que fuera completo.
Y Kirishima quisiera que fuera eterno.
~~
—El jefe ya viene. -avisa Sero levantándose de su asiento, habiendo reconocido las pisadas de aquel al que le ha servido durante años.
Takumi, al igual que los demás, se preparan mentalmente para ver a Izuku destrozado, puesto que la noticia de su madre llegó a oídos de todos.
Tanto en el lobby como afuera del hotel, esperaban en línea y formados los subordinados y compañeros de guerra del peliverde.
El primero en aparecer es Kirishima, baja los escalones mientras fuma un cigarrillo.
—Regresamos a Japón. Órdenes del jefe. -informa.
—¡Sí! -responden todos al unísono.
—¿No extrañan a sus familias?
La voz de Izuku hace que se tensen y preocupen.
Sin embargo, aquel hombre se deja ver como siempre lo ha hecho.
Con su traje negro que resalta su cabello y ojos esmeralda, sus facciones apuestas y su manera tan elegante de caminar.
Su aura de líder es innegable.
Con tan solo dar una mirada hacia él, puedes sentirte insuficiente.
Ni siquiera en un momento como este Izuku se veía mal.
—¿Qué pasa? -les pregunta al notar sus expresiones.
—Jefe. -le llama Chris. Un hombre de cabello teñido, mucho menor que Izuku.
Sero, quien estaba de frente a todos ellos, al igual que Kirishima e Izuku, lo mira sorprendido.
—Hey, Chris. -intenta detenerlo, sabe lo que va a decir.
—Espera, Sero. -habla Izuku. —Dime, Chris, ¿Qué es lo que sucede? -baja los últimos escalones poniéndose a la par de sus dos guardaespaldas principales.
—Yo... -el mencionado duda ante la mirada de Sero.
Izuku se acerca a él, el rubio retrocede un paso antes de que el mayor lo tome por la corbata y lo jale hacia enfrente de regreso.
—Dime, Chris, ¿Qué es lo que quieres decir? -pregunta nuevamente mientras le arregla la corbata y el saco.
—... ¿Se encuentra bien, jefe? Todos estamos preocupados por usted. -admite, recordando la vez que Izuku le salvó y el porqué decidió seguirlo.
—Regresemos a Japón, Chris. -responde con una sonrisa amable. —Tenemos que lograr salir de Italia con vida. ¿Entiendes?
—... Sí. -responde sin realmente entender aquellas palabras, el mayor le palmea el hombro y retoma su camino.
—Perdón por preocuparlos. -levanta un poco la voz para ser escuchado, pasando por en medio de ellos, quienes le abren paso. Kirishima y Sero caminan detrás de él. —Vayamos todos a nuestro hogar, probablemente intentarán atraparnos o incluso matarnos, así que, como su jefe, no les tengo permitido morir. -uno de sus hombres abre la puerta desde afuera al ver que iba a salir. —Y como su compañero, les ruego que no mueran. -dice por último, siendo escuchado esta vez por absolutamente todos.
—¡Sí, jefe! -afirman antes de prepararse para ser el escudo que Izuku necesita y salir a pelear a su lado, como lo han hecho desde que lo conocieron.
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Odore Fantasma
Short StoryUn mafioso japonés llega a Italia para apoderarse de ella, pero de esto no trata la historia.