Odore Fantasma

Bakugo.

En Selcetta, Italia, a tan solo catorce kilómetros de Roma; la familia Bakugo disfrutaba de una vida tranquila, con muchas comodidades y dinero.

O por lo menos Masaru y su madre.

Ya que el señor Bakugo, tenía más enemigos que aliados.

Bakugo Masaru creció siendo el hijo de un mafioso de renombre, su padre lo mandó a estudiar a Japón cuando terminó la escuela media, y es que le preocupaba que su hijo fuera una de sus debilidades y que sus enemigos lo supieran.

La madre de Masaru tuvo que mudarse a otro país también, por el mismo tema de su propia seguridad.

El pobre y pequeño Masaru, se sentía muy desorientado con el cambio tan brusco que dio su vida. Incluso llegando odiar a su padre, a su madre, la mafia y al mismo Japón que lo acogía sin brindarle los privilegios que solía tener en Italia.

Pero un día eso cambió cuando terminó por enamorarse de una mujer con un carácter indomable.

Ocurrió lo que la gente suele llamar “amor a primera vista”, y para su suerte, Mitsuki se sintió igual.

Ambos jóvenes comenzaron a salir, estaban demasiado enamorados, y tan solo un año después de haber comenzado su relación, tomaron la gran decisión de regresar a Italia para casarse.

Vivieron el primer año en Selcetta, en la misma casa que Masaru había tenido que dejar tiempo atrás, pero su padre volvió a pedirle que se marchara.
Las cosas se podrían salir de sus manos en cualquier momento y no podría protegerlo ni a él, ni a su esposa, ni a nadie. El castaño entendía la situación y sin reclamar, regresó a Japón junto a su esposa, quien meses después de llegar a su nuevo hogar en Shizuoka, le admite que desea procrear un hijo con él.

Para cuando Mitsuki cumplió su tercer mes de embarazo, Masaru le dijo que quería que su hijo naciera en Italia, cosa que ella no quería. Esto generó un conflicto entre ellos, llegando a pensar incluso en el divorcio; sin embargo, el castaño le sugirió una idea.

Si bien Katsuki nacería en Selcetta igual que él, podrían criarlo juntos en Shizuoka, Japón.

Mitsuki aceptó.

Y así, los primeros cinco años de Bakugo Katsuki fueron más que buenos.

Los problemas comenzaron a surgir inevitablemente cuando el padre de Masaru muere a manos de los Sanzio.

Al ser hijo único, Masaru solo tenía dos opciones.

Convertirse en el sucesor o perder su apellido.

El castaño tuvo que regresar a Italia, en donde se mantuvo de luto por más de un mes, mismo que los Sanzio y otras mafias le respetaron. Pero cuando el segundo mes estaba por terminar, la guerra llegaría y todos estaban consientes de ello. Por lo que Masaru tenía que decidir y anunciar su respuesta pronto.

Bakugo Masaru, pasó a convertirse en Tacci Masaru.

Mitsuki y su pequeño hijo regresaron a Italia también, en donde les aseguraron vivirían en paz, siempre y cuando Masaru no buscara la venganza.

Claro que el castaño nunca pensó en romper la promesa que les hizo a los Sanzio y a las otras familias; pero al nunca haber estado metido en el mundo de la mafia, carecía de información, misma que lo llevó a la muerte.

Los Vassari, quienes se unieron a los Sanzio, le dejarían vivir en paz solo durante tres meses, para después matarlo, al igual que a su esposa y al igual que a su hijo.

No les tomó mucho tiempo decidir como lo harían.

A Masaru lo mataron apuntando sus armas hacia él cuando salía en la noche de su trabajo, no tan lejos de su hogar. Luego el menor de los Vassari dijo que lo mejor para matar a la familia de este, sería hacerlo él mismo para comprobar sus muertes, que no le confiaría esa tarea a nadie.

Sus hermanos mayores aprobaron la idea y le dejaron hacerlo, pero nunca creyeron que el pelinegro en realidad tenía una idea desquiciada.

Fazio Vassari entró a la casa de los ex Bakugo sin ser descubierto, mató rápidamente a la mujer y se aseguró que nadie más estuviera ahí, a excepción de lo que había ido a buscar.

Al pequeño Katsuki.

Fazio regresó a su hogar, habló de cómo mató a los dos integrantes restantes de la familia Bakugo y el cómo le había gustado aquella casa y quería volverla suya. Sus hermanos se opusieron, ya que con el dinero que tenían, si Fazio quería algo como otra casa o alguna vivienda para hacer de las suyas, ellos podrían darle algo mucho mejor, pero el pelinegro no quería ningún otro lugar y tampoco cambiar el cómo estaba ese que ya había elegido.

Sus hermanos no quisieron pelear con él y lo dejaron que hiciera lo que quisiera, como casi siempre.

Entonces Fazio seguía viviendo en su el hogar de su familia, pero la mayor parte del tiempo estaba en aquella casa que le perteneció al hombre que habían matado.

Y nadie sabía qué tanto hacía allí.

Cuando sus hermanos iban para asegurarse de que no estuviera cometiendo alguna tontería, no encontraban nada fuera de lo normal.

Fazio siguió yendo y viniendo de su casa a la de los Bakugo durante años.

Nadie se enteró de que Bakugo Katsuki siguió viviendo con él durante todo ese tiempo.