Para cuando Izuku sube al coche, Katsuki ya está ahí arriba.
Y no es sorpresa, ya que eso era lo que esperaba.
—¿Te queda bien el traje? -le pregunta a un lado de él.
—Sí. No me sorprende que me haya quedado a la medida, después de todo son yakuzas, pero... Bueno, igual me sorprendió un poco al principio.
Izuku ríe a lo bajo. Se siente mejor que hace unas cuantas horas y pareciera que el menor también.
Sero agradece que hayan comenzado a hablar, el ambiente se había sentido tenso cuando su jefe entró al coche, pero ahora ha vuelto a ser normal.
—¿Puedo preguntar a dónde vamos?
—No necesitas saberlo. -responde Izuku sacando su teléfono y marcando a alguien. —Kirishima, ve tú primero, Sero te seguirá de cerca. No mandes más de dos coches o nos veremos sospechosos. Quiero mantener un estatus bajo hasta que encontremos al menor de los Vassari. -escucha la respuesta afirmativa del otro y luego cuelga.
Katsuki se quedó en silencio luego de eso. No le habían dado nada de información todavía; y él más que nadie sabía que aquel hombre al que buscaban era muy bueno escondiéndose, sería algo difícil, pero cree en Izuku y sus hombres. Espera que el mayor cambie de opinión sobre irse a Japón tan pronto, pero si no puede, solo rogaría porque todo termine antes.
Izuku se mantuvo manejando unos asuntos por teléfono, llamaba, mensajeaba, pero ni el menor ni su subordinado podían decir con claridad qué acordaba o con quién hablaba. El peli cenizo incluso pensó que Izuku había nacido para vivir así.
Una vez llegaron a su destino, primero bajó Hanta del coche, Katsuki esperaba la orden de Izuku para bajar él también, pero este solo miraba hacia enfrente de esquina a esquina hasta donde se podía ver dentro del coche, mientras que Sero se dispuso a fumar.
Katsuki notó que no había otro coche, aunque se suponía Kirishima y otros más estarían ahí.
—¿Pasa algo? -le pregunta finalmente sintiendo nervios.
—No, solo esperamos.
—¿Qué cosa?
—Tú solo espera.
Sero saca su teléfono al recibir una llamada, pero no contesta y va hasta el lado de Izuku abriendo su puerta, luego este le dice que abra la de Katsuki, y el peli cenizo sale del coche con un montón de dudas.
—Yo podía abrir mi propia puerta. -le dice al mayor.
—Lo sé. -responde Izuku tan calmado como si todo eso fuera normal. —Entremos.
Katsuki levanta su mirada para ver el nombre del lugar.
“Tatuaggi” se lee en letras grandes.
Aunque parece un lugar refinado, creyó que era un restaurante, pero no podría serlo porque ya había comido ese día en la mañana después de ser despertado por el pelinegro.
Adentro no había nadie más que dos hombres.
Uno tatuando a otro.
—Buen día. -saluda Sero.
El tatuador levanta la mirada y al verlo hace unas señas rápidas con su mano desocupada.
Katsuki se siente desorientado.
Aquel hombre no parece japonés, pero tampoco italiano; sin embargo, pareciera que sabe la razón por la cual ellos están aquí. Incluso si ni él la sabe.
Izuku camina detrás de Hanta y jala por unos segundos al pelicenizo para que lo siga también, ya que se había quedado observando al tatuador, quien ni atención les prestaba después de haber hecho lo que tenía que hacer.
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Odore Fantasma
Short StoryUn mafioso japonés llega a Italia para apoderarse de ella, pero de esto no trata la historia.