29

809 104 11
                                    

29

Jimin bosteza, más perezoso que los días anteriores, pero de buena manera, aceptando los rayos del sol y arropándose en el edredón con olor a su esposo. Olor que estuvo más fuerte en esos días hasta regularse, todo producto del celo del alfa.

Sabe que Yoongi debe estar en los sembradíos, portando su sombrero cónico de paja, afianzado a su mentón con una cinta de seda negra.

Su estómago revolotea al imaginárselo con ese sombrero.

Un sonrojo lo aborda al recordar como lo folló entre las amplias parcelas hace poco menos de un mes.

Jimin decide levantase de la cama o terminará tocándose la polla de nuevo por recordar a su esposo tomándolo en cualquier rincón de su hogar y alrededores.

Bosteza de nuevo, y después de una ducha reparadora se dirige hacia la cocina, decidido a realizar el desayuno para ambos. Después de hablarle mediante el lazo a su pareja, éste aparece por la entrada trasera, quitándose la campera, los zapatos sucios y el sombrero de paja en el pequeño recibidor.

Son amenos y silenciosos con el otro, Jimin desayuna sobre las piernas de su pareja mientras recibe besos cortos en los hombros y es alimentado con parsimonia.

—Hoy te levantaste más temprano —acota mientras traga un bocado de esos panqueques que Jimin aprendió hacer gracias a una receta en internet—. Pensé que tendría que ir a sacarte de entre las sábanas.

—Qué bueno que no fuiste —le basa suavemente el mentón a Yoongi—. Me hubieras interrumpido mi sesión de autoplacer matutino.

El alfa ahoga una risa y Jimin suelta un leve "Es broma, estoy aprendiendo a bromear estos días".

La tarde es lenta, Jimin ayuda a su esposo en el trabajo realizando pequeñas tareas no extenuantes. El omega sabe que lo hace para que no se sienta excluido, pero sobre todo para que se sienta útil. Yoongi es el primero en saber que Jimin era muy independiente en Seúl, así que quiere darle un poco de independencia en su hogar.

Tocan la puerta. Jimin es el único en escuchar, se despide de Yoongi con un simple gesto e ingresa a su hogar para acercarse a la puerta. Se le hace increíble que haya escuchado el sonido de ésta estando tan lejos.

Coge el suéter que está en el perchero, se fija por la mirilla y al no ver a nadie su ceño se frunce. Está por regresar con Yoongi cuando escucha de nuevo que tocan la puerta.

—Voy. No te escondas, joder.

Abre la puerta y el rostro asustado de un niño es el que lo observa. Jimin permanece en silencio y examina a ese chiquillo de no más de 6 años, es pequeño, escuálido, moreno y porta un uniforme conformado por un pantaloncillo corto color crema, unos tirantes a juego y una camisa blanca, de su hombro cuelga una bolsa de tela, saca una pequeña caja de ésta y aclara su garganta.

—Señor, buenos días —hace un pequeña reverencia que lo hace ver más tierno—, soy Jung Hoseok, soy un niño del orfanato Feliz Esperanza, estoy vendiendo galletitas de chocolate y gomitas agridulces —saca una cajita pequeña con un par de galletas artesanales.

—Oh... Este... —se rasga la cabeza y siente su nariz picar, lo cual le parece extraño porque el olor a hierbabuena de ese pequeño es muy potente. Decide ignorar ese hecho y observa los alrededores—. ¿Vienes solo, pequeño?

—No, por allá está la señora Lee —señala con su corto cuello y Jimin mira a la mencionada saludar con su mano desde la otra cuadra, al parecer se mantenía al margen y dejaba ser al chiquillo un poco independiente—, ella me cuida de que no me pase nada cuando salga a vender galletas.

¡Kitty quiere un bebé! «Yoonmin» - FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora