Capítulo 1

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Tomó la botella de cerveza, bebiendo con lentitud mientras sus ojos recorrían aquel club. Su mandíbula se encontraba por completo tensa, molesto por estar perdiendo el tiempo en aquel lugar.
Su ceño se frunció cuando la iluminación cambió por completo y la música, que segundos antes era estridente y bordeando lo irritante, cambió por una suave y relajante. Entonces, la voz delicada, casi como terciopelo, envolvió cada lugar y todo el estruendo de risas y voces se redujo a un instante. Ése instante.
— ¿Y eso? —preguntó confundido, sin esperarse en verdad que aquel hombre de estampa delicada y elegante apareciera en el escenario; demasiado fuera de lugar, desentonando por completo en ese club. Escuchó la risa llena de diversión del hombre tras la barra, mas su mirada siguió en trance con el pelirrojo en el escenario.
— ¿Te gusta? —el hombre preguntó ante el notorio interés que aquel hombre mostraba en el cantante. Mismo interés que no mostró en absoluto por las chicas que bailaban ahora al ritmo de las notas que el pelirrojo entregaba—, lástima. No debería. Es intocable.
Lo miró por unos segundos, sorprendido ante sus palabras.
¿Intocable?
Sonrió; tampoco le interesaba en realidad. Bebió de golpe su cerveza, dejando el dinero sobre la barra y levantándose para perderse en los obscuros pasillos de aquel club. Se alejó de aquella voz hipnótica tan rápido como pudo, ignorando que de igual forma, terminaría siendo su perdición.





[....]

Observó su teléfono por un momento, moviendo su cuello hasta hacerlo tronar. Podía sentir la tensión recorrer cada músculo de su cuerpo, pero se forzó a mantener su expresión neutral. Volvió a guardar el móvil en su bolsillo, chasqueando la lengua con cierta molestia cuando el único lugar tranquilo que encontró en aquel Club, fue ocupado por una pareja que estaba demasiado preocupada en sí misma como para notar su presencia.
Salió de la bodega que se había convertido en su lugar seguro y se adentró por el único pasillo que no estaba iluminado con luces de neón, lo que contrastaba con el resto del ambiente, perdiéndose hasta enfrentarse a una puerta. Inhaló y exhaló un par de veces, su mano masajeando con suavidad su cuello para disminuir en algo los nudos que allí se formaban y entonces, golpeó con sus nudillos sobre la dura superficie. Guardó silencio, ignorando el sonido de la música que seguía llegando a sus oídos de manera lejana ya; segundos después, la puerta se abrió con lentitud, en una invitación tácita a continuar.

Entró con actitud tranquila, sin denotar que pese a ello, se encontraba por completo a la defensiva. Sus ojos obscuros vagaron por la oficina, analizando de manera crítica al hombre que cerró la puerta tras él. Era de su estatura, pero su contextura era por lejos, mucho más corpulenta que la de él mismo. Una de sus comisuras se alzó con burla, porque nadie mejor que él comprendía que habían habilidades mucho más valoradas que la fuerza bruta. Un cuerpo enorme no te garantizaba nada en una situación de vida o muerte.
—No parece agradarte demasiado mi amigo de seguridad—. La voz de Park Hyung Sik lo devolvió a la realidad, captando su atención por completo. Se detuvo frente al sofá que aquel hombre ocupaba, manteniéndose impasible ante el profundo juicio al que estaba siendo sometido por el castaño frente a él. Hyung Sik bebió lentamente del vaso de whisky que sostenía, arqueando una ceja con diversión al ver la nula respuesta del pelinegro, suspirando derrotado luego de un rato. —Ve afuera, necesito privacidad con nuestro invitado —ordenó al tercer hombre en la habitación.
—Sí, Señor—. El guardia le dio una última mirada, dejándole claro que cualquier movimiento en falso sería una estupidez, y abandonó la oficina sin decir algo más.
Hyung Sik sonrió entretenido apenas se encontraron solos. —Así que Jeon Jungkook. Me alegra que hayas aceptado mi invitación. Es un placer tenerte en mi amado Velvet.
—El placer es mío, Señor Park. Su invitación fue en verdad generosa, lo agradezco.
— ¿Y? ¿Qué tal te pareció el lugar?
Jungkook meditó por un momento, sonriendo luego de unos segundos a Hyung Sik al encontrar la respuesta que buscaba. —Tal como dicen, el mejor lugar para ser feliz en todo Seúl, Señor.
— ¿Y tú? ¿Fuiste feliz, Jungkook? —dijo con una sonrisa que distó mucho de mostrar felicidad—, ¿Lo escuchaste?
—Lo escuché, pero no estoy en este lugar para disfrutar del ambiente, Señor Park. Creí que necesitaba mis servicios profesionales.
Hyung Sik se levantó, parándose frente a Jungkook quien, pese a la cercanía, no se movió ni un sólo milímetro. La mirada de Hyung Sik se clavó en la suya y pese a que éste seguía manteniendo aquella actitud despreocupada, Jungkook pudo notar la amenaza inminente en cada una de sus acciones. Era un hombre peligroso y no debía gozar de una inteligencia considerable para darse cuenta de ello.
—Así es, te traje porque eres efectivo en tu trabajo. Te investigué profundamente; tanto, que podría asesinar incluso a tus putos abuelos si decidieras cometer el tonto error de actuar contra mí—sonrió, palmeando la mejilla de Jungkook de forma condescendiente—, así que ten claro que por más que me agrade tu destacable historial profesional, odio las traiciones. Te traje porque eres el mejor, y mi joya necesita ser cuidada por profesionales y no esos imbéciles que están cuidando mi maldito club.
— ¿Guardaespaldas? —preguntó, mas teniendo claro en verdad que Park Hyung Sik lo había llamado como un simple niñero. Un muy costoso y letal niñero.
Una sonrisa curvó los labios de Hyung Sik cuando la puerta de la oficina se abrió, alejándose de Jungkook para acercarse al pelirrojo que ahora los acompañaba. Jungkook se mantuvo en su lugar, ignorando la forma en que Hyung Sik atrajo al pelirrojo en un beso profundo, que claramente estaba dado para demostrar poder y posesión. Quiso reír, porque en verdad poco le importaba qué tipo de trabajo debía realizar, pero odiaba aquellos arrebatos emocionales.
Cuando Hyung Sik al fin finalizó aquel beso, los ojos del pelirrojo se dirigieron hacia Jungkook, recorriéndolo de pies a cabeza con una sonrisa llena de burla, mas Jungkook evitó reaccionar. Incluso en el momento en que Hyung Sik volvió a tomar asiento en el sofá, esta vez con el pelirrojo sobre su regazo, se mantuvo en silencio. Estaba allí para trabajar, no para juzgar las demostraciones territoriales de su jefe.
— ¿Y él? —el pelirrojo preguntó con diversión, dejando que la mano de Hyung Sik recorriera una de sus piernas con ritmo parsimonioso.
—Jeon Jungkook, trabajará con nosotros, bebé—respondió contra su cuello, lamiendo sutilmente su piel. El chico de cabello rojizo frunció el ceño con molestia, lo que provocó cierta curiosidad en Jungkook.
— ¿Es una broma? ¿Contrataste un jodido niñero? —intentó zafarse, pero Hyung Sik cerró sus manos alrededor de su cintura, manteniéndolo en su lugar con firmeza.
—Eres mi bien más preciado, Taehyung. No puedo dejar que otros te lastimen, porque todos saben que por ti soy capaz de todo. —Esto es estúpido... Puedo cuidarme solo, no soy una de tus putas bailarinas que ruegan por tu atención.
—Necesito que mi joya se mantenga a salvo y si debo pagarle una suma obscena de dinero a este agradable hombre para que te mantenga fuera de peligro y se encargue de asesinar a quien se atreva a acercarse a ti, voy a hacerlo. Así que controla tu carácter y deja que te mantenga a salvo, no quieres enojarme, ¿Verdad?
Jungkook observó sin emitir palabras, viendo la expresión de Taehyung cruzar fugazmente por el miedo antes de que su sonrisa arrogante volviera a curvar sus labios.
—Bien, págale a este tipo entonces, pero olvídate de que volveré a estar jodidamente encerrado por tu estúpido miedo a que algo suceda. —Eso es, bebé. Tú sólo deja que cuide de ti. Ya veremos si te ganas el permiso de abandonar tu hogar en algún momento.
Hyung Sik sonrió, besando de forma hambrienta los labios del pelirrojo mientras su mano se perdía entre sus piernas. El pelinegro tuvo el instinto de maldecir al escuchar el gemido que escapó de la boca de Taehyung ser amortiguado por aquel beso. Entonces, el pelirrojo se giró hacia él con una sonrisa ácida, extendiendo su cuello cuando Hyung Sik siguió besándolo.
—Así que, Jeon Jungkook —dijo con burla, sus ojos fijos en los del pelinegro mientras Hyung Sik se encargaba de acariciar y besar su cuerpo—, ¿Piensas quedarte ahí toda la noche o vas a regalarnos privacidad? Quizá te gusta mirar.
Escuchó la risa de Hyung Sik ante las palabras de su
joya, suspirando antes de hacer una ligera reverencia a la pareja. — Cuando esté listo para volver, puede encontrarme en la barra, Señor.
—Te veo en un rato, niñero.

UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora