Capítulo 27

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Sonrió cuando vio a la joya de Hyung Sik entrar al lugar junto a su guardaespaldas. Aunque no fuese algo notorio, quedó claro para el pelirrosa que lo que fuese pasara durante la semana, ya no estaba siendo un problema entre ellos.
Jungkook no estaba tocándolo siquiera, pero su presencia parecía envolver por completo al pelirrojo, como si nada pudiese tocarlo en absoluto a su lado. Era divertido, porque la regla máxima del Velvet no había impedido que aquella intimidad se formara entre ellos. Comprendía ahora la orden de Yoongi, pues dudaba que el oficial Jeon fuera a permitir que algo se acercara a Taehyung. Una risa escapó de sus labios, muriendo sofocada por una de sus manos al pensar lo desesperado que debía estar su Superior por alejar a Jungkook del Velvet, como para dejarle a libertad de acción. En parte, era bastante notoria las diferencias que Yoongi hacía entre ambos agentes, aunque tampoco le molestaba demasiado. Después de todo, su asignación estaba próxima a finalizar fuera como fuese.
—Te ves feliz hoy, ¿Sucedió algo?
Jimin sonrió. — ¿Qué va a suceder aquí, Señor? Solamente recordaba su buen desempeño de anoche.
—Hey, te he dicho que no hables de eso... Mierda, Chim, ¿No entiendes que es peligroso?
— ¿Chim? — sus cejas se arquearon ante el afecto que se deslizó en aquel apodo, forzando aquella incomodidad en su pecho a desaparecer—, si alguien lo escuchara, seguro pensaría que el protector de las joyas está comportándose de forma inadecuada~
Namjoon suspiró, restándole importancia a los juegos del pelirrosa; recorriendo con su mirada el lugar, agradeciendo que todos se encontrasen pendientes de sus propios asuntos, sostuvo la mano de Jimin, acariciando de forma fugaz antes de liberarlo.
—No tienes que jugar conmigo como si fuera uno de los clientes del Club, Chim... A veces quisiera poder sacarte de aquí y conocer al verdadero tú, sin tus muros para soportar tu nueva vida.
Su sonrisa desapareció por segundos, molesto por lo fácil que su mente había armado diferentes escenarios con aquellas palabras. Lo divertido, es que su actitud nada tenía que ver con un método de defensa como Namjoon creía y su verdadero "yo" no distaba demasiado de aquel que jugaba a ser una resplandeciente joya del Velvet. Namjoon no comprendía que en su interior, no existía fragilidad ni miedo, porque su entrenamiento se había llevado todo eso.
—Uhm... Cuando dices esas cosas, me olvido que en verdad le pertenezco al Señor Hyung Sik; eres cruel, Joonnie.
Namjoon le sonrió, enganchando sus manos en sus bolsillos para contener el deseo de sostener entre sus brazos al pelirrosa. —Ahh, prometo llevarte a una cita en algún momento... Seguro que nadie lo
nota... No puedo liberarte, pero tendrás algo por lo que sonreír.
— ¿Una cita? Sí... Eso en verdad suena lindo, Nam... Muy lindo.
Respondió de forma automática, sin pensar en realidad lo que sus palabras significaban, después de todo ni siquiera tendrían más tiempo para seguir con esa fantasía en la que se vieron envueltos. Había sido
divertido, pero debía enfocarse en sus órdenes. Sin demasiado ánimo de seguir sintiéndose de aquella forma cada vez que Namjoon estaba cerca, volvió a su actitud habitual, alejándose lo suficiente de su protector para seguir en su papel.
En ese momento, no pudo evitar que una de sus cejas se arqueara al notar que Jungkook se encontraba sin el pelirrojo, dándole la oportunidad perfecta para cumplir sus órdenes.
Se dirigió hacia donde el pelinegro, sin prestarle atención a las miradas curiosas de las otras joyas; era conocido lo fácil que la joya más valiosa perdía su temperamento cuando alguien intentaba hacerse de lo que, a su opinión, le pertenecía. Él mismo había sido víctima de uno de esos arrebatos, pero en ese momento realmente estaba ansiándolo.
Sin temor y totalmente concentrado en su nueva misión, invadió el espacio personal de Jungkook sin medirse. Una sonrisa se extendió por su rostro al ver cómo, de forma inconsciente, el pelinegro intentaba separarse. Sin pensarlo, acarició el pecho de Jungkook hasta que sus manos descansaron en su cinturón, tirando de él sin pudor alguno.
— ¿No está demasiado solo? No es justo que en el paraíso del Velvet, un hombre esté con esa expresión de tristeza. Si quiere, podría ocupar el lugar de la joya del Señor Hyung Sik mientras tanto.
Con cuidado, movió el cuerpo de Jimin, conteniendo las ganas de rodar sus ojos al ver cómo desde la distancia, Namjoon sacudía su cabeza en desacuerdo. —Mi trabajo no es jugar con las joyas, pero seguro que alguien más querría.
El pelirrosa rió, relamiendo sus labios sin moverse ni un sólo centímetro.
— ¿Acaso la joya del jefe es tan inolvidable? Creo que podría hacer un mucho mejor trabajo complaciéndolo.
Frunció el ceño al escucharlo, conteniendo la respiración cuando Jimin se acercó aún más. La actitud del pelirrosa era abrumadora, por lo que comprendía porqué muchos de los clientes especiales de Hyung Sik caían por el chico; Jimin sabía perfectamente lo que hacer para ganarse
a las personas, lo que lo convertía en un rasgo terrorífico en verdad. Y aunque en realidad no se sentía atraído especialmente hacia otros hombres, la forma en la que aquel chico jugaba con sus atributos, le impedía pensar claramente.
—En verdad me gustaría saber qué es lo que ve la joya del Señor Hyung Sik en usted.
Jimin susurró, demasiado cerca de Jungkook. Era obvio que el pelinegro intentaba mantenerse firme en su posición y que en realidad no se sentía atraído, pero también era consciente de que aquel acercamiento había sido demasiado para que la mente de Jungkook lo procesara. Y sólo necesitaba aquellos segundos en que la mente de su blanco buscaba una salida calma y pacífica para lograr su cometido.
Tenía sólo aquella ínfima ventana de dudas, la cual no desaprovechó en el momento en que por su visión periférica, notó aquel destello rojizo entrar al salón principal del Club. Yoongi le había ordenado
desatar el caos y sacar a Jungkook del Velvet antes de que pudiera seguir hundiéndose en esa miseria, y sabía que aquello era su última oportunidad para liberar a su 'compañero'.
Sin detenerse, empujó su cuerpo contra el de Jungkook y lo besó de forma impetuosa, sin tomar en cuenta la falta de respuesta y preparándose para lo que sabía, iba a suceder.
Antes de alcanzar a registrar lo sucedido, sintió el violento agarre en su cabello para alejarlo del pelinegro, su cuerpo siendo empujado con violencia al piso, botando mesas y sillas en el proceso.
— ¡No vuelvas a tocarlo! —el pelirrojo gritó, atrapando el cuerpo de Jimin bajo el suyo mientras sus manos se cerraban con brutalidad en su cabello, azotando sin contenerse la cabeza del pelirrosa—, ¡Ni pienses en volver a poner siquiera una de tus malditas manos sobre mi niñero!
— ¡Señor, basta! —. Jungkook intentó detener los golpes, pero el pelirrojo ni siquiera estaba prestando atención a la forma en que las otras personas comenzaban a murmurar horrorizados—, ¡Basta, vas a matarlo!
— ¡Debería reventar tu maldita cara para que nunca vuelvas a acercarte a Jungkook, maldito hijo de puta! ¡Nadie puede acercarse!
Jimin intentó zafarse del fuerte agarre del pelirrojo, agradeciendo cuando Jungkook cruzó sus brazos alrededor del cuerpo de Taehyung, sacándolo con dificultad. Quiso reír, porque aquella reacción realmente había sido mucho más intensa que cualquier otra y su cabeza dolía jodidamente mucho por los golpes.
Lo escuchaba gritar y pelear por liberarse de Jungkook, soltando amenazas sin siquiera detenerse a pensar que había dejado en evidencia que la línea entre él y su niñero se había difuminado de manera inevitable. Sintió entonces los brazos de Namjoon rodearlo para poder poner distancia del pelirrojo que ahora intentaba ser contenido entre su niñero y aquel chico pelirrubio que llegó junto a él en las
audiciones. Se sentía mareado, pero aún así mantuvo su sonrisa. Había tirado las cartas y era cuestión de horas para que Jungkook fuese sacado del Club tal cual Yoongi había ordenado.
—Mierda... —. Alzó su rostro para observar a Namjoon, quien ahora mantenía su mirada fija en su jefe.
De forma instintiva, se aferró a Namjoon al ver a Hyung Sik caminar hacia él y acuclillarse para verificar su estado. El castaño mantenía una expresión neutra mientras tomaba su mentón para examinarlo, chasqueando su lengua con fastidio antes de que se levantase para ver a su pelirrojo.
La mirada de Hyung Sik no dejaba traslucir absolutamente nada. Tan sereno como en cualquier ocasión, con sus manos descansando dentro de sus bolsillos al momento que estuvo junto a sus joya y su niñero.
—Vuelve a tu lugar, Seokjinnie. No tienes algo que hacer aquí— ordenó sin quitar la vista de Taehyung, que ahora se encontraba con la mirada fija en el suelo, empuñando sus manos para contener la rabia que seguía sintiendo y el miedo al entender que su reacción había sido desproporcionada al lugar—, tan salvaje, bebé. Como si no comprendieses que lastimar a mis joyas no es algo rentable para nuestro negocio.
Su cuerpo se puso rígido cuando Hyung Sik extendió su mano y acarició con suavidad su mejilla con sus nudillos, azotando luego el dorso de su mano contra la misma sin medir su fuerza, enviando su cuerpo al piso por la brusquedad del golpe.
— ¿Qué haces en el suelo, bebé? Creí que entendías que ese lugar era para la basura, no para una joya.
—L-Lo siento...
Hyung Sik rió. — ¿Sí? Pues pareciera que por más que te discipline, sigues siendo el mismo animal salvaje que recogí de esa sucia bodega hace años. Levántate de una puta vez.
Taehyung mordió su labio, poniéndose nuevamente de pie para enfrentar a Hyung Sik. El rostro inescrutable del castaño enfrentándolo directamente.
—No quise... Tus joyas no entienden su lugar, amor... —susurró, palideciendo cuando Hyung Sik sostuvo su rostro y besó su frente con suavidad.
—Debes estar cansado, bebé. Quizá debas volver a casa por hoy —dijo con una calma que no reflejaba la fuerza que estaba dándole a su agarre—, te dejo por sólo un momento y provocas un desastre... Si no estás descansando, tu personalidad se vuelve difícil de manejar.
—Si controlaras a tus joyas...
—Jungkook —llamó, ignorando las palabras del pelirrojo, mas sin soltarlo. Desvió su atención hacia el niñero de su joya, sonriéndole al ver la expresión impasible en el pelinegro, como si lo que ahí sucedía no fuese de real importancia—, ¿No crees que mi joya tiene un carácter encantador?
—No me corresponde juzgarlo, Señor.
—Hmn... Supongo que tienes razón; eso sería ponerte por sobre mí y tú no deseas eso —musitó, respirando profundamente para dejar ir la irritación por aquel espectáculo que Taehyung hubo montado en su Club minutos antes—, mi joya está cansada, Jungkook.
—Entiendo. Lo llevaré a su apartamento para que pue-
—Te quiero aquí —sentenció con frialdad, sujetando ahora la mandíbula de Taehyung para obligarlo a dirigir su mirada a Jungkook—, te quedarás aquí a esperar mis órdenes y llevaré a mi amada joya por su descanso. Anda, bebé, dile a tu niñero que puede relajarse ahora que  tendrá un día libre de tu presencia —dijo con una sonrisa—, habla, bebé. —P-Puedes... Puedes relajarte, niñero...
—No así, bebé. Sé efusivo, como cuando golpeabas a mi joya. Seguro tu niñero espera tus lindas palabras... Vamos, dile lo mucho que esperas que vaya a follarse alguna joya para que olvide la terrible pérdida de su hermosa prometida.
Negó suavemente, queriendo liberarse de aquel doloroso agarre, mas Hyung Sik hundió con más fuerza sus dedos en una orden implícita que fue incapaz de desobedecer.
—P-Puedes ir... Puedes ir y acostarte con cualquiera de las joyas... V-Ve y relájate, niñero...
—Eso es, bebé. No podemos ser egoístas... Vamos, te llevaré a casa para que puedas descansar también, así podrás volver a ser el hermoso rubí que deslumbra en ese escenario. No te muevas, Jungkook, serás mis ojos mientras llevo a mi hermosa joya.
Jungkook frunció el ceño al escucharlo, viendo a Hyung Sik rodear la cintura del pelirrojo para dirigirlo a la salida del Club. Y aunque el castaño no volvió a dirigirle ni una sola mirada, el terror que sintió lo dejó paralizado en el mismo lugar. Podía estar haciéndose una idea totalmente equivocada, sin embargo estuvo seguro de que Hyung Sik le había hablado al pelirrojo como a una joya más. Rogó entonces estar errado, porque una joya devaluada para Hyung Sik no era necesaria en el Velvet.

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