Capítulo 11

257 21 0
                                    

Se sobresaltó cuando vio al pelinegro entrar, sorprendida de verlo ahí cuando todavía ni siquiera amanecía. Lo siguió por el pasillo que daba hacia la habitación de Taehyung, deteniéndolo antes de que pudiese acercarse a la puerta, temiendo lo que fuese a hacer. Jungkook respiró profundo para mantenerse impasible ante la actitud de la pelirrubia, ignorando su mirada llena de irritación e intentando tener un poco de empatía ante aquello que la chica era capaz de ocultar un amago de sonrisa curvó sus labios cuando las palabras del pelirrojo llegaron a su mente con claridad, como si su protegido estuviese ahí para burlarse: Yerim-ah te odia.
Era claro que Taehyung no se equivocaba en su apreciación, y en parte, encontraba cierta diversión al comprobarlo con facilidad. Se preguntó qué tan íntima era la relación entre su protegido y Yerim como para que la pelirrubia se sintiese tan atacada con su presencia en ese lugar, pero tampoco le agradó la molestia que se instaló en su pecho ante la respuesta obvia a sus dudas.
—Está descansando, no te necesita dentro de su cuarto —Yerim habló con frialdad, ignorando por completo el aura intimidante que rodeaba a Jungkook. No le temía, no podía temerle luego de haber conocido a Hyung Sik, pero eso no hacía menos preocupante lo que la actitud de Jungkook siempre dejaba entrever.
— ¿No eres sólo su empleada? No creo que te paguen para ponerme límites, Yerim-ah— dijo con indiferencia—, ve a otro lugar, yo me encargaré desde ahora.
La rubia sonrió, pero la tensión fue notoria en su cuerpo. —No soy su empleada, soy su compañía. Y tú a mí no me das órdenes, ¿Entiendes?
Rió débilmente al escucharla, negando con su cabeza en un movimiento sutil ante lo absurdo de la situación en la que se encontraron, discutiendo por una posición a la que Jungkook no estuvo dispuesto a validar como su propio deseo. Yerim aspiraba a algo imposible y el pelinegro intentó aferrarse a su cordura para no caer de la misma forma, pese a que parte de su mente parecía burlarse y recordarle que tal vez, estaba mucho peor que aquella chica.
—Bien, el Señor no necesita que su compañía esté restringiendo sus visitas. Me pagan por cuidarlo, así que muévete.
—Te dije que tú no me ordenas, así que no intentes ponerte sobre mí; te tomas atribuciones que no te corresponden. Eres un empleado del Señor Hyung Sik, igual que yo.
—Yerim —dijo con un tono de voz amenazante—, sólo muévete. No tengo paciencia para escuchar tus reproches .
La rubia frunció el ceño, manteniéndose firme en su lugar pese a la mirada que Jungkook estaba entregándole. —Vas a romperlo... Vas a hacer que lo maten, Jungkook. Por favor, no lo arriesgues a eso...
Ella tenía razón. Su parte racional, aquella que a ratos luchaba por tener el control de sus pensamientos, entendía las palabras de la pelirrubia; pero aquella otra, la que seguía pensando a diario en el pelirrojo perteneciéndole incluso cuando no tenía derecho a ello, se burlaba de aquella idea.
—No querrás que el Señor Taehyung se altere porque estás controlando sus jodidas visitas —repitió, alejando la molesta idea que Yerim planteaba—, Muévete.
—Sabes que entre tú y él, mi lealtad siempre estará con Taehyung, ¿No es así?
— ¿Eso es una amenaza?
Yerim sonrió, pero sus ojos se encontraron apagados y sin una pizca de alegría. —No. Sólo espero que tengas claro que tu presencia es irrelevante para mí y si debo decidir por evitar que el Señor Hyung Sik vuelva a lastimarlo, incluso si eso significa sentenciarte a ti, voy a hacerlo, Jungkook.
La vio respirar profundo antes de que se moviera para darle el paso, su labio aprisionado con fuerza entre sus dientes para contener las ganas de decir algo más. Sin molestarse de seguir perdiendo el tiempo con la rubia, entró en la habitación cerrando tras él. Sus ojos se entrecerraron por un momento al ver al pelirrojo en su cama, conteniendo la respiración al ver a su protegido con la mirada fija en el techo, ignorando todo a su alrededor. Caminó hacia él, deteniéndose junto a la cama de Taehyung, aliviado de que al menos en apariencia, se viera más recuperado que horas antes.
—Yerim-ah se ha vuelto muy permisiva... —. El pelirrojo susurró sin mirarlo, tirando de la sábana que lo cubría como si de esa forma pudiese protegerse, porque necesitaba recuperar en algo el control sobre lo que estaba sucediendo—. Recibo un par de golpes y mi opinión importa una mierda... Quizá pronto termine como las putas que bailan en el Club de Hyung Sik... —. Rió débilmente ante la idea de ser descartado, porque era tan claro que Hyung Sik jamás pensaría siquiera en bajarlo de su pedestal, que a veces no podía evitar sentir un dejo fugaz de miedo.
—Señor...
—Vete a la mierda, niñero... No te quiero aquí, creí que lo dejé claro—. Jungkook suspiró, sentándose en el borde de la cama, logrando que el pelirrojo reaccionara ante la cercanía— ¡Qué mierda te crees! ¡Sal de aquí!
Taehyung se removió, ahogando la respiración al sentir el dolor extenderse por su cuerpo ante el brusco movimiento que realizó; el pelinegro sostuvo sus brazos, forzándolo a mantenerse quieto contra la cama, notando la confusión en el rostro del pelirrojo ante sus acciones, sus mejillas coloreándose tenuemente y sus ojos pasando de las dudas al miedo.
—Se lo dije, cada vez que grita porque me aleje, puedo escuchar su necesidad—dijo con calma, humedeciendo sus labios ante la cercanía.
—No es así, imbécil insolente... No te necesito... —. Empujó el cuerpo de Jungkook, ignorando el dolor. El pelinegro sostuvo su mandíbula, captando toda la atención de su protegido e inmovilizándolo con cuidado de no lastimarlo pese a la fuerza con la que estaba ejerciendo en su agarre—. Te gusta esto, ¿No es así? Tocarme sin importar que Hyung Sik pueda matarte... Eres igual que esos cerdos que pagan por verme... Tú sólo repites que me ves como una maldita cosa, pero mueres por tocarme... Crees que eres diferente, te gusta sentir que eres superior, pero al final del día, tus manos queman por estar sobre el cuerpo de este juguete usado.
Frunció el ceño al escucharlo, molesto por saber que el pelirrojo lo veía igual que aquellos hombres que eran capaz de pagar por verlo lastimado. Su agarre aflojó y sus dedos delinearon con suavidad su labio inferior, disparando la ansiedad por volver a sentirlo. Taehyung sonrió con burla al notar la forma en que el control en su niñero desaparecía ante el más mínimo estímulo. Era algo idiota en verdad la forma en que su emoción revolvía cada uno de sus propios pensamientos al verlo en ese modo; deseando enloquecer al pelinegro para que comprendiera lo inalcanzable que era, pero acabando consumido por sus propios juegos al final.
Y le aterraba sentir que Jungkook podía protegerlo, porque terminaba derribando cada uno de los muros que había alzado para su autoprotección. Sin embargo, atemorizado de sus propias reacciones cada vez que se relacionaba con su niñero, era incapaz de controlar el deseo explosivo que despertaba también en él con el roce más ínfimo.
— Sigues pensando en mí, ¿No es así, niñero? —preguntó con soberbia, queriendo mantener el control de todo aquello—, ¿Sigues imaginándome como esa noche? ¿Deseando volver a poner tus manos sobre mi cuerpo? ¿Quieres volver a jugar con la joya de Hyung Sik, niñero? Taehyung no se equivocaba en absoluto con sus palabras; su cabeza seguía torturándolo con escenarios en los que el pelirrojo se entregaba totalmente. Podía imaginar su voz siendo quebrada por gemidos de manera clara y sus dedos quemaban por volver a trazar cada parte de su piel. Cerró sus ojos, tragando con dificultad ante el pinchazo de placer que la simple idea de volver a sentirlo provocaba, levantándose con brusquedad de la cama para poner distancia y enfocar sus ideas.
Escuchó la risa de su protegido, quien se burlaba abiertamente por su reacción, aquella que dejaba en claro el poder enfermizo que mantenía sobre Jungkook. Masajeó el puente de su nariz, inhalando y exhalando repetidas veces hasta recuperar la compostura que la cercanía con el pelirrojo le quitaba, tensándose cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe y Yerim escoltó en silencio a Hyung Sik al interior.
La expresión de la rubia denotó el alivio ante la distancia que ambos mantenían en el lugar y Taehyung sólo pudo observar con confusión a Hyung Sik cuando éste tomó el lugar que segundos antes Jungkook ocupaba, luchando contra la urgencia de buscar la mirada de su niñero.
—Te ves bien, bebé—. Hyung Sik sonrió, acunando el rostro de Taehyung para besarlo, recorriendo el interior de su boca sin demoras y profundizando aquel beso por un momento antes de liberar al pelirrojo por completo—. Sabía que no me fallarías. Eres fuerte.
Taehyung sonrió, dándole su completa atención a Hyung Sik, sabiendo que Jungkook los observaba fijamente.
—No tenías que venir, sabes que sólo necesito descansar para recuperarme.
—Ya sabes, me preocupa tu salud, mi amor—dijo con calma, desabotonando el pijama del pelirrojo y deslizando sus dedos con suavidad sobre su piel, relamiendo sus labios ante los golpes que él
mismo hubo propinado—, tan perfecto...
Jungkook frunció el ceño al escucharlo, asqueado por haber visto lo que ese hombre era capaz de hacer; el pelirrojo en cambio no parecía sorprendido, por lo que se sintió aún más impactado. A su lado, Yerim no parecía pensar diferente; la pelirrubia sostenía con fuerza sus dedos entrelazados, desviando la mirada cada vez que las caricias de Hyung Sik se volvían demasiado íntimas, logrando que Taehyung reaccionara inevitablemente.
—Con Yerim esperaremos en la sala para que puedan tener privacidad, Señor— Jungkook dijo de forma mecánica, esperando poder ahorrarse aquellas demostraciones, mas Hyung Sik detuvo todas sus
caricias, volviéndose hacia el pelinegro con una sonrisa que distó mucho de demostrar alegría.
—Jungkook, supuse que me informarías apenas mi joya estuviese bien— habló con frialdad, sin quitar sus ojos del pelinegro.
—Lo lamento, planeaba informarle apenas el Señor recuperase la consciencia; creí que sería lo mejor.
—Da igual, ya estoy aquí. Supongo que de vez en cuando puedo visitar a mi joya más valiosa... Sobretodo tomando en cuenta los peligros a los que estamos expuestos, ¿No es así?
Se mantuvo impasible, esperando que su tensión no fuese notoria ante su jefe.
— ¿Peligros, Señor?
Hyung Sik asintió, dejando escapar una suave risa. —En mi negocio, las malas noticias siempre se saben, Jungkook. Y la verdad es que hoy sólo tengo trágicas novedades... ¿No es algo triste?
— ¿Sucedió algo, Señor?
Ladeó ligeramente su cabeza, analizando silenciosamente al pelinegro.
—Perdí inversores, Jungkook. ¿No es algo terrible?
—Lo es. Imagino que perder inversores nunca es algo bueno para un negocio, Señor.
Taehyung frunció el ceño al escucharlo, viendo al pelinegro mantenerse totalmente en calma ante las palabras de Hyung Sik. Mordió su labio con cierto miedo, porque podía inferir en la forma en que Hyung Sik reaccionaba, que no estaba feliz. Su cuerpo se encontraba tenso y lo conocía perfectamente como para saber que estaba interrogando de forma indirecta a su niñero. Había sido testigo de aquello demasiadas veces como para no comprender que cada respuesta de Jungkook estaba siendo analizada.
—Es algo triste en verdad. Ellos eran tan generosos cada vez que deseaban disfrutar de un espectáculo... Me alegro de que lo último que vieran de mi Taehyung los haya hecho alucinar... —Hyung Sik dijo con frialdad, sus ojos nunca alejándose de Jungkook—, es terrible que nadie haya visto algo, supongo que fue alguien profesional.
—Está lleno de personas capaces de realizar ese tipo de trabajos, Señor.
—Tú eres el mejor, ¿No es así? Es lo que el imbécil de Jung me dijo cuando investigué y tu nombre saltó en mis opciones.
Asintió.
—Lo soy.
—Pero no eres el único.
—No, Señor. Hay otras personas que se manejan en mi ambiente y con capacidades a considerar.
— ¿Lo suficientemente buenas como para ir y masacrar a dos personas en un puto sitio público sin ser vistos?
Desde su posición, pudo ver la mirada confundida del pelirrojo, mas se mantuvo impávido ante la pregunta de Hyung Sik, respirando con calma y sin demostrarse intranquilo. —Sí. Lo suficientemente buenos como para hacer algo así, Señor.
— ¿Recuerdas lo que dije el primer día, Jungkook? Odio las traiciones.
—Lo recuerdo, Señor.
—Asesinar a dos de mis amigos claramente entraría en esa categoría, ¿No es así?
—Así es; eso sería traicionar su confianza.
Hyung Sik rió. —Así que supongo que no fuiste tan estúpido como para arriesgarte... ¿Verdad?
— ¿De qué hablas, mi amor? — el pelirrojo rió sin contenerse, captando la atención de Hyung Sik al interrumpir. Se movió con cuidado, acercándose un poco más al castaño—, ¿Crees que mi niñero hizo algo mal? Estás muy equivocado—, dijo con calma, mordiendo con suavidad el lóbulo de Hyung Sik—, mi niñero estuvo toda la noche irritándome con su presencia... Ha estado jodiendo con que debía informarte, pero yo no quise que me vieras así. Yerim-ah también está molesta, cree que el niñero exagera en eso de la protección... Es tan imbécil, no hay un sitio más seguro que éste, pero insistió en cumplir su deber contigo, ¿No es patético?
Hyung Sik arqueó una ceja, mirando ahora a la pelirrubia que había guardado silencio, tal cual su trabajo obligaba.
— ¿Jungkook estuvo cuidando de Taehyung, Yerim-ah?
La rubia alzó la vista, viendo por un segundo la expresión de Taehyung endurecerse. No entendía por qué se arriesgaba de esa forma al mentir por el pelinegro, pero era obvio que no haría algo que dañase a Taehyung, incluso si eso era darle un sustento a esa mentira.
—S-Sí... El Señor Jungkook creyó que era lo mejor...
Hyung Sik se levantó zafándose del agarre del pelirrojo; caminó hasta Jungkook, ladeando ligeramente su cabeza para observarlo,
analizando cada una de sus reacciones
—o carencia de ellas—, sonriendo al fin.
—Supongo que no necesito cámaras dentro del refugio de mi joya si te tengo a ti, ¿No es así?
—Si usted así lo quiere, puede tener cámaras de todos modos. No cuestionaré sus decisiones, Señor.
—Claro que no. No eres tan imbécil como para arriesgar de esa forma tu vida— dijo entre risas—, debo volver al Club, sólo necesitaba saber que mi joya estaba en perfectas condiciones. Tienes dos días para recuperarte, bebé... Dos días, sino yo mismo te llevaré arrastrando al Club.
Taehyung sonrió.
—Dos días, comprendo.
—Eso es bebé. Compórtate con tu niñero, debo solucionar el desastre que esas pérdidas ocasionaron... Los rumores se extienden
rápido y no quiero atención indeseada en mi Velvet—. Hyung Sik volvió donde el pelirrojo, besándolo con necesidad contenida, incorporándose para volver a su actitud habitual—. Cuida de mi joya, Jungkook... Lo quiero en dos días.
—Sí, Señor.
Lo siguió con la mirada cuando Hyung Sik se detuvo frente a Yerim, acariciando su rostro por un tiempo excesivo, relamiendo sus labios ante lo que fuese pasara por su cabeza por la imagen de la pelirrubia conteniendo el asco de ser tocada por él.
—Qué desperdicio... —suspiró decepcionado—, brillarías mucho en el Velvet, preciosa— susurró, acercando sus labios al cuello de la pelirrubia.
—Hyung Sik. Tenemos un trato, mi amor —Taehyung llamó, interrumpiendo los movimientos del castaño antes de que pudiese concretar lo que pensaba hacer.
Hyung Sik sonrió ante el llamado del pelirrojo, alejándose de Yerim de forma automática.
—Lo siento, bebé. Tu juguete está intacto. Vamos, Yerim-ah, acompáñame a la salida para al menos disfrutar de tu agradable presencia... Dos días, bebé.
Taehyung se mantuvo en silencio hasta que Yerim volvió al cuarto luego de largos minutos, acercándose a su oído para informarle que Hyung Sik había abandonado el edificio y luego, desapareciendo de la habitación para entregarles privacidad. Corrió las sábanas, levantándose con dificultad y dolor para acercarse al pelinegro que seguía en la misma posición desde que Hyung Sik se marchase. Sus ojos se fijaron en él, relamiendo sus labios de forma compulsiva mientras ordenaba sus ideas.
— ¿Es verdad? —preguntó con voz apagada, sin creer aún lo que Hyung Sik insinuó antes de que irrumpiera en su apartamento.
—Vuelva a la cama, Señor. Sólo tiene dos días para recuperarse de esa golpiza.
— ¡Responde! ¿Es verdad?
Jungkook exhaló, caminando alrededor de la habitación para tranquilizarse. —No es algo de importancia, sólo vuelva a la cama.
Lo empujó con fuerza logrando que el pelinegro se desequilibrara, golpeando su espalda contra uno de los muebles del cuarto. — ¿Los mataste? ¡Responde, imbécil!
Con brusquedad, sostuvo la mandíbula del pelirrojo para inmovilizarlo, mirándolo con fastidio ante su actitud.
—Lo único que debe preocuparle, es que ya no están para pagar por lastimarlo. —Imbécil... Dios, eres tan estúpido....
—No debió mentir entonces, Señor.
Sonrió, liberándose del agarre del pelinegro con brusquedad por un momento antes de enredar sus dedos en su cabello, acercándolo sin cuidado hasta que sus labios en encontraron. Mordió, suavizando luego con el roce de su lengua, buscando profundizar el beso con ansiedad; un suave jadeo escapó de sus labios cuando una de las manos de Jungkook terminó por deshacerse del pijama que Hyung Sik había desabotonado, acercándolo por completo sin dejar de besarlo.
Separándose ligeramente, obligó al pelinegro a avanzar hasta la cama, montándose a horcajadas sobre su regazo para volver a besarlo, moviendo apenas su cuerpo para buscar más cercanía y aumentando la fricción con un vaivén rítmico y casi desesperado. Extendió su cuello, gimiendo ante la forma en que el placer sobrepasaba el dolor cuando Jungkook lamió su piel, bajando por sus clavículas y deteniéndose en uno de sus pezones, mordiendo y succionando a diferentes ritmos al mismo tiempo que sus manos vagaban por el cuerpo lastimado de su protegido.
— ¿Vas a protegerme, niñero? —. Su voz sonó ahogada entre gemidos, tirando del cabello de Jungkook para obligarlo a enfrentar su mirada. Su respiración entrecortada por la intensidad que eran incapaces de controlar.
Su mano delineó la columna del pelirrojo, sintiendo cada una de las heridas cortar la suavidad de su piel, acercándolo lo suficiente para que la distancia entre ambos fuera mínima; tiró de su labio inferior con
suavidad, deslizando su lengua en un tenue roce.
—Voy a hacerlo.
Taehyung sonrió con diversión, besándolo una vez más. Sus brazos rodearon el cuello del pelinegro, sin detener el movimiendo de su cuerpo sobre el de Jungkook, extasiado ante las sensasiones que recorrían cada parte de sí, estimulado entre roces y palabras, sin importar que éstas fueran totalmente falsas.
—No te arrepientas luego, niñero.

UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora